Me desperté con olor a café y una presión sobre mi cuerpo, madre mía como se mueve esta niña cuando duerme. Estaba completamente subida en mí con sus bracitos rodeando mi cuello y la carita apoyada en el pecho. Al incorporarme la niña se despertó y enseguida se puso a saltar en la cama.
Joana:
- Tiaaa, despierta que ya es de día.
Ana:
- Voy cielo.
Joana:
- Levanta ese culo.
Ana:
- Pero bueno renacuaja.
La cogí y empecé a hacerle cosquillas, ella no paraba de reír y ese sonido era música para mis oídos. Cuando nos cansamos de jugar bajamos a la cocina, por el olor sabia que Silvia estaba preparando el desayuno.
Silvia:
- Hombre dormilonas, ya era hora.
Ana:
- Buenos días.
Silvia:
- Buenos días, por cierto te dejaste el móvil en la planta de abajo. Ana. No ha parado de sonar.
Silvia alargo el brazo y me dio mi móvil.
Silvia:
- Es Pablo.
Conforme cogí el móvil lo lance en la mesa.
Ana:
- No porque en la mesa no se coge el móvil. ¿verdad enana?
Joana:
- Eso es verdad mami, en la mesa no se juega.
Silvia:
- Ya pero el desayuno todavía no está.
Intente no hacerle mucho caso a Silvia y me puse a jugar con la niña. Pero...
Silvia:
- No le vas a llamar Ana.
Ana:
- Pues sabes qué? Creo que no.
Silvia:
- Pero porque?
Ana:
- Porque alguien que está continuamente dudando de mi y que no sabe lo que quiere, que no sabe si quiere estar conmigo o no, pues a lo mejor es que no debemos estar juntos. Dice que me ama, pero a la mínima que hay algún problema huye de mi. Pero bueno es la historia de mi vida.
Silvia:
- Ana es normal que tenga miedo, ya hablamos de esto. Eres una mujer espectacular no todos los hombres aguantan eso. Y añádele toda la presión mediática que desde que saben lo vuestro no paran de seguiros.
Ana:
- Yo también tengo miedo y no lo dejo tirado.
En ese momento empezamos a oler a quemado.
Silvia:
- Joder el desayuno!
Joana:
- Ala! Mama ha dicho una palabrota.
Ana:
- Joana dile adiós a nuestro desayuno.
La pobre cría me hizo caso y movió su mano despidiéndose de el desayuno. En ese momento no me apetecía nada las charlas de Silvia, se que la pobre lo hacia por mi bien, pero no podía. Así que aproveche que había vestido a la cría y la cogí en brazos.
Ana:
- Bueno nosotras nos vamos a desayunar, tu recoge todo, que la has liado un poquito. Jajajaja.
Silvia:
- Pero serás zorra! Ayudadme!
Joana:
- Ala! Otra palabrota y ahora de las fuertes.
Ana:
- No le hagas caso cielo.
Cogí mi bolso de la entrada y salí con la niña sin hacer caso a Silvia. Fuimos a un bar cercano y pedimos el desayuno. Después lleve al parque a la niña para que jugara un poco, cuando se canso volvimos a casa.
El fin de semana paso volando disfrute de mi niña todo lo que pude, la verdad es que le prometí que volvería a visitarla pronto y pienso cumplir la promesa, esa enana me da la vida. Pero ahora era hora de volver a la realidad y eso es lo que más duro se me hacía, llegar a casa y que él no estuviera. No oír su risa. No oler su perfume. No sentirme observada a cada segundo porque sé que él me está mirando.
Las lágrimas amenazaban con salir cuando la puerta se abrió.
Anna:
- Buenas noches Puchi.
Ana:
- Joder Anna que susto! Ya podías avisar.
Anna:
- De verdad que asquerosa eres!
Ana:
- Va pasa pesada.
Pasamos y Anna me miraba sabiendo que pasaba.
Anna:
- Cari de verdad no te cortes.
En ese momento explote a llorar y Anna enseguida vino a abrazarme, nos sentamos en el sofá. Anna no me dijo nada, solo se limito a abrazarme y calmarme, hasta que me quede dormida, así abrazada a mi rubia, que tantos llantos amorosos me había aguantado. Bueno igual que yo a ella.
El móvil no dejo de sonar en todo el fin de semana y el lunes no cesó, pero no me apetecía nada hablar con Pablo.
Cuando me di cuenta ya estaba de camino a Barcelona otra vez, mi rubia se pasó conmigo hasta que cogí el AVE. Llegue al hotel y me fui directa a la habitación y como era de esperar al poco tiempo llamaron a la puerta. Fui a abrir y...
Ana:
- Pablo no me apetece hablar.
Pablo:
- Por favor escúchame.
Ana:
- No me apetece.
Pablo:
- Solo quiero hablar.
Cerré la puerta sin darle opción a nada, paso el día persiguiéndome e intentando hablar conmigo pero la verdad es que no tenía ni fuerzas ni ganas para eso. Los ensayos pasaban rápido, no baje a comer ni tampoco a cenar, no me entraba nada. Por la noche me acosté sin ganas de nada.
Antes de dormirme Pablo golpeo la pared como hacia siempre que no dormíamos juntos.
Esa noche sin repuesta...
Cuando se hizo de día me duche y salí de la habitación con tan buena suerte de encontrarme a mis compañeros en el pasillo... Incluyendo a Pablo. No me encontraba muy bien, mi estado anímico y todo el trabajo que tenía me estaba pasando factura por no hablar de los viajes, de aquí para allá todo el día. Y los madrugones.
Salude a mis compañeros sin mucho ánimo, Silvia se puso a mi lado y empezó a hablar conmigo pero en ese momento...
Ana:
- Silvia no me encuentro muy bien.
La cogí del brazo e intente apretar todo lo que pude pero mis fuerzas empezaron a fallar, de repente empecé a escuchar mi nombre pero cada vez lo oía más lejos, la vista se me empezó a nublar hasta que todo se quedo en negro y los gritos con mi nombre desaparecieron.