Al día siguiente los ensayos fueron tranquilos, cuando terminamos fuimos todos a la cafetería de hotel para estar un rato juntos antes de marcharnos. Entre conversaciones y risas paso la tarde hasta que nos despedimos. Luego yo me fui con Silvia y estuve un rato con Joana, ese día no me podía quedar porque el viernes tenía que ir a Zapeando.
El viernes por la mañana ya en Madrid abrí el whatsapp y me metí en el grupo que tenia con Cris y Anna.
Ana:
- Chicas os apetece que tomemos algo antes de ir a zapear?
Cris:
- Anitaaa! Por supuesto que si.
Anna:
- Morenaa. Claro, que a lo tonto no te vemos el pelo.
Ana:
- Jajajaja, vale me arreglo un poco y quedamos.
Anna:
- Vale Puchii.
Cris:
- No tardes que nos conocemos jaja.
Me reuní con las chicas en el bar de siempre. No paraban de preguntarme por la gala, que como nos lo pasábamos, que si la fiestas de después...
La conversación iba acercándose peligrosamente al tema que quería evitar pero lógicamente llego el momento.
Cris:
- Y los compañeros que tal Ana?
Anna:
- Eso, eso cuéntanos.
Ana:
- Pues muy bien la verdad es que son todos muy majos y nos llevamos muy bien. Estamos creando un grupo muy unido la verdad.
Anna:
- Y cuéntanos, Pablo es tan guapo al natural o es la tele?
Mierda, ha ido directa al grano la tía.
Ana:
- Si es muy guapo y muy simpático. No veáis como hace sus actuaciones su victoria esta a puntito de caramelo.
Cris:
- Pues ya sabes tía, lígatelo que es un partidazo jaja.
Ana:
- Que dices Cris, sabéis perfectamente que no es mi estilo de chico.
Las dos me miraron con cara rara, no les convenció mucho mi contestación pero saben que presionándome no conseguirían nada, así que por suerte para mi dejaron el tema.
Nos fuimos a zapeando y el programa transcurrió como de costumbre, hicieron algunas bromas sobre mi participación en TCMS y se metieron un poquito conmigo, como ya era tradición.
Era martes y estaba en el AVE dirección Barcelona, el trayecto se me hizo corto, iba escuchando la canción que me tocaba esta semana. Cuando salí de la estación estaba Silvia esperándome como de costumbre.
Los ensayos pasaron rápidos, ya era la hora de cenar y estábamos todos en el comedor del hotel. Después de cenar nos subimos todos a las habitaciones a descansar, el miércoles iba a ser un día duro.
Estaba en mi habitación ya con el pijama puesto cuando escuche unos golpecitos en la pared. No pude evitar sonreír, y como no respondí a los golpes. Deje el móvil en la mesita, me iba a dormir y escuche como llamaron a la puerta. Extrañada me levante a abrir. Era Pablo.
Pablo:
- Estás sola?
Ana:
- Si, por?
En ese momento me agarro de la cintura y cerró la puerta, comenzó a besarme, como si no hubiera un mañana, como si lo fueran a prohibir. De un salto puse mis piernas alrededor de su cintura y seguimos besándonos. Yo todavía estaba con espalda en la pared, pero el se movió y nos fuimos a la cama. Estaba encima de mí y veía en su mirada una pasión y un fuego que pocas veces había visto antes. Yo ya estaba en ropa interior, el todavía vestido, así que en un giro rápido me puse yo encima y comencé a quitarle la ropa. Ya ambos en ropa interior seguíamos disfrutando el uno del otro, no quería que ese momento se acabara nunca. Comenzó a besarme el pecho y me desabrocho el sujetador.
Pablo:
- Son mejor de lo que me había imaginado. Jajaja.
Seguimos a lo nuestro y cuando ya no podía más le quite los calzoncillos.
Ana:
- Joder Pablo. Todo eso es tuyo. Da un poco de miedo.
Pablo:
- Calla tonta, ya verás cómo te gusta.
Una vez estábamos desnudos el debajo y yo arriba, el se medio incorporo apoyando su espalda en el cabecero de la cama, en ese momento le deje que entrara en mi.
Ya éramos uno, ya estaba dentro de mí. No pude evitar gemir de placer. Comencé a moverme de una forma salvaje como a mí me gusta, pero en ese momento me cogió de las caderas y empezó a marcar un ritmo suave y lento, quería notarme bien, por completo. Parecía que quería grabar en su mente ese instante sin perderse ni un solo detalle de mi. Lo que duro el acto estuvo así mirándome y analizando mis movimientos, no quería que se le escapara nada. Los besos eran suaves pero no podíamos evitar que se escapara algún mordisco por el camino. Yo no paraba de gemir no podía evitarlo, me estaba llevando al paraíso. Ya estábamos a punto de llegar al clímax cuando me cogió de la nuca y puso su cara delante de la mía, frente con frente, quería mirarme a la cara cuando explotara. Y así fue los dos llegamos al orgasmo mirándonos a los ojos, viendo la cara que ponía el otro al vivir una de las mejores sensaciones del mundo. Al acabar me beso, y sin decirnos nada, la respiración tampoco nos lo permitía nos acostamos en la cama.
Apoye la cabeza en su pecho y cuando me quedaba un segundo para dormirme escuche.
Pablo:
- Descansa princesa. Yo estaré aquí por si viene algún dragón.
No pude evitar reírme, me beso la frente y me fui quedando dormida con una sensación de paz y tranquilidad enorme.
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