Capítulo 24.

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Seguimos un rato besándonos hasta que decidí cortar el beso.

Ana:

- Yo también te amo Pablo.

Volvió a besarme pero esta vez con más fuerza, apretaba sus labios a los míos como si tuviera miedo de perderlos otra vez.

Pablo:

- Subimos al coche princesa?

Ana:

- Si pero no nos vamos aun.

Le cogí de la mano y nos montamos en el coche, en la parte de atrás, moví los asientos de delante para tener más hueco, me senté encima de él y empecé a besarlo con pasión y desenfreno. Él metió sus manos por dentro de mi camiseta y empezó a acariciarme la espalda y bajaba hasta el final de mi espalda, acabando en el culo. Yo movía mis caderas encima de él, despertando a la bestia. La temperatura en el coche iba subiendo y los besos se iban intensificando. Me quito la camiseta y comenzó a besarme el pecho.

Pablo:

- Joder como las echaba de menos.

Ana:

- Aprovecha que son tuyas jaja.

Yo sabía que le encantaban las gemelas. Y le dejaba disfrutar de ellas. Cuando ya llevábamos con los preliminares un buen rato se bajo los pantalones. La bestia estaba despierta. Me quite el tanga y me subí la falda. Y ahí en un área de servicio de dios sabe dónde, entro en mí. Después de tantos días sin tenerlo dentro, sin ser uno. Yo me estaba volviendo loca, cada vez que estaba con Pablo era como tocar el cielo con las manos. Estábamos en plena faena, no parábamos de gemir y gritar, estábamos disfrutando de nosotros. Cuando no podíamos más cogí su barbilla y hice que me mirara a los ojos, como la primera vez que lo hicimos. Y así juntos, mirándonos a los ojos llegamos juntos al clímax.

Cuando salimos del trance en el que nos encontrábamos nos dimos cuenta de que estaba amaneciendo, el cielo estaba completamente naranja y el sol empezaba a salir por el horizonte.

Ana:

- Madre mía como necesitaba esto. Le dije con la respiración aun agitada.

Pablo:

- Ya te digo. Me dijo intentando recuperar el ritmo normal de la respiración.

Me baje de él y nos vestimos, después me acomode en su pecho y terminamos de ver el amanecer juntos. En ese momento tenía una paz enorme, toda esa tensión que oprimía mi pecho desapareció. Pablo me rodeaba el cuello con su brazo.

Pablo:

- Te amo Ana. Te amo como nunca he amado a nadie.

Ana:

- Yo también te amo Pablo.

Cuando ya se hizo de día completamente retomamos el viaje. Yo no sé si fue que descargue todos los malos sentimientos que llevaba acumulados pero en cuestión de segundos me dormí.

Al rato note como me acariciaban y me movían suavemente.

Pablo:

- Anitaaa... Princesa... Despierta que ya hemos llegado.

Ana:

- Ummm... noo...

Pablo:

- Jajajajajajaja. Vale princesa tranquila.

Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora