Eran las 5 de la mañana y no podía parar de llorar, estaba muy nerviosa y no me encontraba bien. Llamé a la puerta de Silvia, tardó un poco en abrirme, seguramente ya estaría dormida. Me abrió la puerta somnolienta.
Ana:
- Silvia tía la he cagado. Le dije llorando como una niña pequeña.
Silvia:
- Nena que te pasa? No me asustes. Ven entra.
Ana:
- La he liado Silvia, la he cagado pero bien.
Silvia:
- Cariño relájate, para de llorar ya cielo, que no te entiendo.
Ana:
- Hugo, Silvia, es Hugo, está aquí, y me he acostado con él.
Silvia:
- Que dices Anita?
Le explico todo, lo que paso en la discoteca, que Hugo me beso y yo lo rechace, pero Pablo lo vio y por eso se lio todo. Entonces el despecho me cegó y la rabia me hizo ir a su habitación y hacer lo que hice.
Silvia:
- Nena no te preocupes es muy humano lo que te ha pasado, que si que la has cagado, claro. Pero después de lo que pasó es normal que cometieras ese error, la gente se vuelve loca cuando tiene problemas con la persona a la que ama. Porque a mí no me engañas Anita. Estas locamente enamorada de Pablo. Pero también te voy a decir una cosa. También es muy normal la reacción de Pablo, el está enamorado como tú. O más. Y por eso perdió los papeles de esa manera. Porque cuando amas a alguien solo la simple idea de poder perderla te hace volverte loco y hacer y decir cosas que no piensas. Yo creo que él se asusto tanto de poder perderte que enloqueció. Sé que estas muy enfadada Ana, pero cuando conociste a Pablo vi en ti una mirada que jamás había visto, conozco tu cara de enamorada pero nunca te había visto como ahora, estas radiante y derrochas amor y felicidad por todos los poros de piel, estáis hechos el uno para el otro. Sé que te va a costar perdonarlo, porque eres muy cabezota enana. Pero te voy a decir algo y sé que me vas a hacer caso. Te va a costar olvidar lo que te dijo, pero hazlo, olvídalo. Y se feliz con él, que se que te hace muy feliz.
Ana:
- Silvia no sé si voy a poder.
Silvia:
- Si que vas a poder Ana, porque lo amas. Y el amor todo lo puede.
Ana:
- Te quiero Silvia, siempre consigues tranquilizarme.
Silvia:
- Sabes que lo que te digo es siempre por tu bien, nunca te aconsejare algo que sea malo para ti.
Ana:
- Lose amor. No hay nada en este mundo que tenga más claro que eso.
Silvia:
- Nos vamos a dormir un poquito enana.
Ana:
- Por favor.
Silvia:
- Ayy que me das mas faena que mi hija.
Ana:
- Aiiis mi Joana ojala estuviera aquí. Mira si hay alguien en este mundo que me tranquilice más que tu. Tu hija.
Silvia: