Desde mi habitación escuchaba ruidos en la de al lado, Pablo no paraba de romper cosas, no quería ni imaginarme como acabaría su habitación después del follón. Cuando conseguí tranquilizarme fui al baño a lavarme la cara y en ese momento toda mi tristeza se convirtió en odio. No podía creer como me había tratado y encima delante de mis compañeros, no se había cortado en decirme nada. Con una rabia y furia que nunca había visto en el. Me había tratado de puta sin opción a que le explicara lo que había pasado. Los celos le habían cegado. Tenía mucha rabia en ese momento y había notado con todo detalle como si corazón se rompía en mil pedacitos cuando Pablo me dijo que solo habían sido cuatro polvos para él. Seria verdad? De verdad pensaría eso de mi? Cuando estaba con él no era eso lo que me transmitía, cada vez que hacíamos el amor me hacía sentir única y en sus ojos veía que había sentimientos, veía amor. Y cuando estaba conmigo me trataba como una princesa, nunca tuvo un mal gesto hacia mí. Hasta ese día que los celos le hicieron decir cosas horribles.
Estaba furiosa y esa furia me hizo reaccionar, me prometí a mi misma que ningún hombre se reiría de mis más, así que decidí actuar.
Ana:
- Ahora vas a tener celos con razón, y me vas a llamar guarra con razón también.
Salí de la habitación y cogí rumbo hacia mi objetivo, andaba decidida y segura. Cuando lleve al lugar deseado, llame a la puerta.
Ana:
- Hola Hugo, al final he cambiado de opinión.
Hugo:
- Pues me alegra mucho ese cambio de opinión.
Cuando termino la frase me abalance sobre su boca, empecé a besarlo de una manera salvaje, expulsando en besos toda la rabia que sentía en ese momento. Cuando mantenía relaciones con Hugo el siempre había sido el que llevaba las riendas en el sexo, yo me dejaba hacer por él, pero esta vez era yo la que manejaba la situación. Lo besaba sin pensar en nada, solo en desfogar todo lo que sentía en ese momento. Le quite la camiseta y me quede un instante mirando ese cuerpo que hacia tanto que no era mío. Le desabroche el botón del pantalón y metí la mano dentro y empecé a moverla. Todavía me acordaba de lo que le gustaba que le hiciera. Estábamos en la faena cuando.
Hugo:
- Ana, estás segura de esto... yo no quiero hacerte daño, ni que lo pases mal.
Ana:
- Estoy segurísima, quiero que follemos como cuando nos queríamos.
Hugo:
- Por mi parte no hables en pasado.
Ana:
- Pues ya sabes lo que quiero.
Seguí con lo que había empezado y termine de bajarle los pantalones y entonces me arrodille ante el continuando la faena con mi boca. No llevaba mucho rato así cuando me cogió de las muñecas y me puso a su altura.
Hugo:
- Quiero estar dentro de ti.
Me cogió en brazos y yo rodee su cintura con mis piernas. Me llevo hasta una mesa grande de madera que había en la habitación y allí me dejo. Continuamos con los besos y pasado el rato me levanto la falda y me quito las bragas. Y ahí mismo entro en mi.
No estuvo mal pero no era lo mismo que con Pablo, intente disfrutar de la situación y cuando llegamos al orgasmo nos quedamos mirando, yo con un hilo de tristeza en la mirada.
Al finalizar automáticamente me baje de la mesa y me puse mi ropa interior. Ni siquiera me había desnudado, habíamos mantenido relaciones sexuales y no me había quitado ni la ropa. Eso me hizo ver lo frio que había sido todo. Me despedí de él y conforme cerró la puerta de su habitación empecé a llorar, fue ahí donde me di cuenta que la había cagado. Lo había hecho por despecho y rabia. Me fui a mi habitación así llorando desconsolada.