Capítulo 37.

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Entro en casa echa una furia y llorando, pego un portazo y me dirijo directamente al baño. Pablo al verme entrar de tal manera enseguida viene a ver qué me pasa. Cuando entra estoy sentada con las manos tapándome la cara.

Pablo:

- ¿Cariño estas bien? ¿Qué te pasa?

Ana:

- Joder Pablo. He discutido con Anna.

Pablo:

- Va cielo no llores. Seguro que ha sido una tontería. Me lo cuentas?

Le cuento toda la historia a Pablo, no puedo parar de llorar. Me duele mucho enfadarme con Anna y más sin ningún motivo aparente. La verdad es que no hay muchas discusiones en mi vida, pero siempre tienes algún desencuentro con alguien, y cuando eso pasa, Anna es a la persona a la que se lo cuento, la que me apoya incondicionalmente pase lo que pase, nunca me juzga y eso me da una libertad y confianza con ella que no la tengo con ninguna otra persona. Bueno si con Silvia. Solo con ellas dos. Pero Silvia ahora no está aquí y mi día a día es con Anna con ella hago todo desde que nos conocimos hace muchos años.

Pablo:

- Pero princesa ha sido una tontería seguro que mañana estáis bien otra vez.

Ana:

- No lo creo.

Pablo:

- Hazme caso, cuando lo habléis os daréis cuenta de que ha sido una tontería. Cariño quizás solo ha tenido un mal día.

Ana:

- No me apetece hablar con ella la verdad. Y si tiene un mal día que conmigo no lo pague.

Pablo:

- No seas cabezota Ana, tienes que hablar con ella. ¿Y sabes porque lo paga contigo? Porque cuando estamos mal lo pagamos con las personas que más queremos porque los seres humanos somos así de gilipollas.

Ana:

- Bueno pues de momento no me apetece hablar con ella.

Pablo:

- Bueno cariño cuando estés más relajada seguro que ves las cosas de otra manera. Ya verás.

Ana:

- Eso espero.

Me dio un tierno beso y nos fuimos al sofá a ver un poco la tele. La verdad es que no podía dejar de llorar, bueno pequeños sollozos.

Pablo:

- Ana quieres que no quedemos en casa esta noche. ¿Lo digo porque no estás en condiciones de irnos a cenar?

Lo mire a los ojos...

Ana:

- Por favor.

El fin de semana lo lleve como pude, no hicimos gran cosa, pero bueno en compañía de Pablo las cosas más insignificantes me parecían una maravilla, aunque el tema de Anna no me dejaba estar al cien por cien. No hable con ella en todo el fin de semana. La verdad es que me llamo un par de veces pero no me veía con ánimo de hablar con ella.

Ya era lunes y tenía que ir a zapeando, cuando salí de la ducha Pablo había preparado el desayuno.

Ana:

- Uumm... que bien huele mi amor.

Le di un beso de esos que saben a futuro y empecé a desayunar. Cuando llevábamos un rato salió el dichoso tema.

Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora