Capítulo 40.

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Me desperté después de una mala noche, la verdad es que no había dormido mucho, no podía parar de pensar en Pablo, en lo raro que estuvo ayer y me empecé a preocupar, la verdad es que desde la monumental bronca por el tema de Hugo estábamos de lujo, me había demostrado lo mucho que me amaba y hasta esa noche todo iba perfecto. Hasta ahora que de repente su comportamiento cambio y eso hizo que el miedo invadiera mi cuerpo, así que decidí ir a hablar con él.

No me moleste ni en cambiarme, fui a su habitación directamente en pijama. Llame a la puerta y enseguida me abrió.

Pablo:

- Buenos días.

Sin esperar a que me invitara a entrar abrí la puerta y entre directamente.

Ana:

- Buenos días. Vamos a hablar no?

Pablo:

- Claro.

Me senté en la cama y espere que el hiciera lo mismos. Cuando se sentó, cogí su mano y le mire a los ojos.

Ana:

- Me vas a contar lo que te pasa? Porque no soy imbécil y sé que te pasa algo.

Pablo:

- Ana yo...

Ana:

- Tú que Pablo? Siempre hemos tenido una conexión especial, con solo mirarte a los ojos conseguía descifrar tus pensamientos, pero esta vez de verdad que no consigo saber qué te pasa. Ha sido así de repente y de verdad que no me parece justo, ni para ti ni para mí. Así que por favor explícame que pasa por esa cabecita.

Pablo:

- Ana yo... yo no puedo seguir contigo.

Ana:

- Queeeeee?

Pablo:

- Déjame terminar. Ana yo te amo, te amo con todas mis fuerzas pero desde que empezamos me he dado cuenta de que mis celos se han vuelto enfermizos. Desde que paso lo de Hugo no puedo verte con otro hombre sin que por mi cabeza pasen mil cosas y tengo miedo de que se me crucen los cables, tengo miedo de volver a hacerte daño, tengo miedo de que puedas volver a sufrir por mi culpa. La última vez te hice mucho daño y no me perdonaría que volvieras a pasar por lo mismo.

Ana:

- Pero Pablo lo que nos paso no nos volverá a ocurrir, en ese tiempo llevábamos muy poco juntos, estábamos empezando y los dos hicimos muchas gilipolleces, pero te prometo que nunca volveré a acostarme con un hombre que no seas tú. No concibo compartir mi cama con otra persona. Solo te tengo a ti en mis pensamientos, por ti me despierto cada día y solo concilio el sueño si tú estás conmigo. Te prometo que no volverá a ocurrir.

Pablo:

- Ana en ti confió, eso es algo que quiero que se te grabe bien en la cabeza, no hay nada que me haga dudar de ti pero...

En ese momento empecé a llorar desconsoladamente no podía creer lo que estaba escuchando.

Ana:

- Pero que Pablo? Qué?

Pablo:

- Que tengo miedo Ana joder... Miedo.

Ana:

- Pero miedo a que Pablo?

Pablo:

- Miedo a hacerte daño... a hacerte sufrir. No me lo perdonaría.

Ana:

- Pero tú no puedes hacerme daño. Tú siempre me haces feliz.

Pablo:

- Sabes qué? Esta mañana cuando entre a tu habitación y vi un bulto al lado de tu cama se me pasaron mil cosas por la cabeza y antes de darme cuenta de que era Anna de poco me da un infarto. Si hubiera sido un tío lo hubiera matado allí mismo.

Ana:

- Nos hubieras matado a los dos.

Pablo:

- No, eso que no se te pase por la cabeza jamás, nunca, me has oído? Nunca jamás me atrevería a tocarte, antes me corto las manos. Pero al otro, al otro sí. Pero lo que me da miedo es hacerte daño con mis palabras y con mis gestos, no puedo controlarlos cuando me pongo nervioso.

Ana:

- Pablo es algo normal...

Pablo:

- No, Ana. En la discoteca anoche también lo sentí. Cuando todos esos babosos no paraban de mirarte uff...

Ana:

- Pablo a ti también te miran las chicas y no creo que sea para ponerse así.

Pablo:

- Ana le prometí a una persona que jamás te haría daño y lo voy a cumplir... Así que creo que lo mejor es que no sigamos con esto.

Me quede mirándole con los ojos como platos y a las vez estaban inundados en lagrimas.

Ana:

- Pero... Pero yo... yo te amo.

Pablo:

- Yo también te amo, pero tengo mucho miedo, estoy aterrorizado. Aterrorizado por si te hago sufrir.

Ana:

- Ya lo estás haciendo.

Me levante y como pude me dirigí a la puerta la abrí y cuando estaba a punto de marcharme me gire, le mira a los ojos y...

Ana:

- A ti lo que te pasa es que no confías en mi.

Cerré la puerta y explote a llorar aun más si cabe. Me iba a ir a mi habitación pero no quería estar sola, así que fui a la habitación de Silvia. Ella siempre conseguía animarme. No creo que lo consiga, pero quiero acurrucarme en su pecho y desahogarme. Llame a la puerta y enseguida me abrió. Yo me quede ahí plantada, llorando.

Silvia:

- Cielo que te pasa?

Ana:

- Pablo... Yo...

Silvia:

- Cariño pasa. Tranquilízate mi amor.

Pase y me tumbe directamente en la cama, Silvia se tumbo conmigo y simplemente me abrazo, y así nos quedamos hasta que conseguí tranquilizarme un poco.

Cuando estaba mejor le conté todo lo que había pasado, ella escuchaba atenta a mis palabras.

Silvia:

- Ana sabes qué? A mí me paso lo mismo con Andreu, tenia tanto miedo a perderle y a hacerle daño que hubo un tiempo que tire la toalla, pero no tarde mucho en darme cuenta que lo amaba con todas mis fuerzas y comprendí que no había nada que no pudiera separar. Ana cuando un amor es tan fuerte como el vuestro a veces tiene miedo... Mucho miedo. Porque esto que os pasa a vosotros no le pasa a todo el mundo. No todos consiguen encontrar el amor verdadero. Así que déjale que se le pase la rayada mental que lleva. Porque tú eres una mujer muy especial y eso a los hombres les da vértigo. Pero en dos días se dará cuenta que no puede vivir sin ti. Y aprenderá a vivir con esos miedos que pronto se convertirán en ilusiones y planes de futuro a muy largo plazo. Hazme caso cielo.

Ana:

- No sé Silvia, yo no estoy tan segura.

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Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora