Me desperté porque notaba que me estaban tocando, eran los besos de Pablo recorriendo mi espalda, yo estaba durmiendo boca abajo, las sabanas me cubrían lo justo, y él aprovecho esto para recorrer con sus labios desde mis hombros hasta la parte baja de mi espalda. Al ver que me desperté.
Pablo:
- Buenos días princesa.
Ana:
- Buenos días amor.
Dije sin moverme ni un milímetro de mi posición. El continuó con sus besos y caricias, a mi me encantaba despertarme así. Como vio me estaba volviendo a dormir, aprovecho y me giro haciendo que quedara boca arriba, el de inmediato se puso encima de mí.
Pablo:
- Bella durmientee, no te duermas.
Ana:
- Ummm... tengo sueño. Dije con voz de niña pequeña.
Pablo:
- Eres una dormilonaaa.
Ana:
- Ummmm...
Pablo:
- Sabes qué? Me encanta verte así por las mañanas, con esa cara de dormida y que lo único que lleves puesto sea el colgante de la llave en el pecho.
Mientras decía esto se asomaba por las sabanas para verme, he de decir que debajo de las sabanas no llevaba nada.
Ana:
- Que marranoo jajaja. Que si que ya me espabilo.
Me hice un poco más la remolona, pero solo para que siguiera con su festival de besos y caricias. Cuando me levante fui directa a la ducha sino no conseguiría espabilarme jamás. Cuando salí fui a buscar a Pablo, no lo veía por ningún lugar de la casa, hasta que caí. Me dirigí a la terraza y ahí estaba. Esa terraza se había convertido en nuestro lugar preferido de la casa. Las vistas eran perfectas y habíamos vivido una de las noches más especiales en ella. Me quede con la cabeza apoyada en el marco de la puerta observando a Pablo. Mi paisaje era perfecto. El hombre al que amaba de espaldas y en el fondo una montaña preciosa y el lago.
Cuando tuve suficiente me acerque a él y lo abrace por la espalda.
Ana:
- No me canso de ver este paisaje amor, es precioso.
Pablo:
- Elegí esta casa por eso. Por las preciosas vistas que hay. Y porque mi padre siempre me llevaba a ese lago de pequeño, tengo muy buenos recuerdos de el.
Ana:
- Me vas a llevar?
Pablo:
- Por supuesto princesa, esta tarde vamos a casa de mi madre a por mi perro y después vamos al lago.
Ana:
- Bueno pero yo a casa de tu madre no subo, que como me cruce con tu hermana me muero.
Pablo:
- Todavía estas con eso? Jajajajaja. Que no pasa nada mujer. Además mi hermana no estará.
Pablo:
- Desayunamos?
En ese momento me gire y vi que Pablo había preparado el desayuno, de verdad que no podía tener más suerte con este chico.