Capítulo 27.

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No podía creer la pedazo de escena que había organizado Pablo, parecía una película, parecíamos los protagonistas de una peli romántica. Yo estaba muy emocionada, estuve toda la cena con lágrimas en los ojos, me apetecía llorar de felicidad. Que sentimiento más raro. Tenía al hombre perfecto al otro lado de la mesa. Dedicando su tiempo en regalarme momentos tan especiales como este. Momentos que se quedan guardados para nosotros, son nuestros. Estaba haciendo que nuestra historia fuera perfecta, llena de pequeños detalles que hacen que todo esto no parezca real. Pero lo es, en los últimos días estaba dedicando todo su tiempo en mí. Y eso es algo maravilloso, por que el tiempo es algo que no se recupera jamás e invertirlo en otra persona hace que vea lo enamorado que esta de mí. Y eso hace que yo pierda el juicio por este hombre que me bajaría la luna si pudiera.

Ana:

- Pablo de verdad que no sé cómo puedo agradecerte todo esto, lo que estás haciendo es simplemente impresionante.

Pablo:

- Pero como no voy a hacer esto por mi princesa? Si eres lo mejor que tengo en la vida, ahora mismo eres la razón por la que me levanto por las mañanas. Porque cuando despierto y te veo dormida ahí a mi lado el mundo se detiene. Y solo me apetece mirarte, y ver lo perfecta que eres. Porque no hay nada en ti que no me guste.

Me levante de mi sitio y me senté en las piernas de Pablo y con mis brazos rodee su cuello.

Ana:

- Sabes una cosa? Ya sé como agradecerte todo lo que has hecho por mí.

Pablo:

- Ahh si? Cómo?

Ana:

- Pues te lo voy a agradecer estando toda la vida contigo, estando a tu lado cuando las cosas no te vayan bien, yo estaré ahí amándote como el primer día. Estaré ahí cuando llegues cansado de trabajar y necesites desahogarte hablando con alguien, también estaré ahí cuando te enfades porque no has podido conseguir alguno de tus objetivos, estaré contigo en todos tus momentos malos en la vida. Porque los momentos bueno ya me encargare yo de dártelos.

En ese momento le di un largo y tierno beso demostrándole en el todo lo que le acababa de decir, demostrándole que iba enserio.

Pablo:

- Eso suena genial, no veo una mejor manera de pasar la vida. De hecho no me imagino una vida o un futuro sin ti. Si no estuviera conmigo mi vida no valdría una mierda, porque ya no sabría vivir sin ti, me has malacostumbrado a tener a la mujer más maravillosa del mundo a mi lado y ya no sería capaz de vivir sin ti.

Ana:

- Te amo.

Pablo:

- Y yo princesa.

Cuando terminamos de cenar Pablo saco el postre, fresas con chocolate. Como sabe lo que me gusta, con el dulce me tiene ganada.

Pablo:

- Tengo una cosa para ti enana. Dijo sacando una caja.

Ana:

- Pablo me tienes muy mimada, esto no puede ser.

Abrí la pequeña caja negra que me dio y vi que había un pequeño colgante en forma de llave, era preciosa, era pequeñita y muy fina, como todos los colgantes que yo llevaba, supongo que se había fijado en eso para elegirla. En el interior de la llave había una inscripción. Para la princesa de mi cuento.

Ana:

- Pablo es preciosa, me encanta.

No pude evitar que se me cayeran unas lagrimas, el me las limpio de la cara. Le entregue el collar para que me lo pusiera.

Pablo:

- Es casi tan precioso como tú, pero ya sabes que no hay nada que se iguale a tu belleza pequeña.

Cuando me lo puso me quede encima suyo un poco más, besándolo y disfrutando de él. De su cuerpo, de sus ojos, de sus labio...

Ana:

- Bueno vamos a la cama? Quiero terminar lo que empezamos esta tarde. A ver si ahora no nos interrumpen jajaja.

Pablo:

- He echado la llave y la he dejado puesta para que no pueda entrar nadie jajaja.

Ana:

- Pues a que estamos esperando? Jajajaja.

Pablo me cogió en brazos y yo rodee su cintura con mis piernas. Fuimos besándonos durante todo el recorrido hasta la habitación. Una vez allí me dejo encima de la cama y se tumbo encima de mí. Nos regalábamos besos y caricias por todos los rincones de nuestro cuerpo me quito la camiseta y empezó a disfrutar de mi pecho, se deshizo de mi pantalones, dejándome en ropa interior, yo desabroche mi sujetador quedándome solo con las braguitas. Pablo bajo del pecho hasta la barriga y empezó a besarla muy suavemente haciendo que se me erizara la piel de todo el cuerpo. Yo comencé a desnudarlo también dejándolo en calzoncillos y así seguimos con los preliminares, intente ponerme encima pero no me dejo, quería llevar el las riendas de la situación y yo simplemente me deje hacer. Cuando ya no podíamos más nos deshicimos de la poca ropa que nos quedaba y nos fundimos en uno solo. Yo estaba debajo y el sujetaba mis muñecas por encima de mi cabeza. Pablo marcaba el ritmo, un ritmo que cada vez era más rápido ya que nuestro cuerpo nos lo pedía. Yo no paraba de gritar y gemir, no podía callar el placer que me estaba haciendo sentir en ese momento. Y los dos juntos llegamos al orgasmo, cayó rendido encima de mí, juntando nuestros cuerpos sudorosos. Con la respiración agitada nos fundimos en un largo beso. 

Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora