Capítulo 55.

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Los días siguientes fueron a peor. Los periodistas se agolpaban en la puerta de salida de zapeando y también hacían guardia en nuestra casa. La verdad es que yo me agobie un poco y muchas veces lo pagaba con Pablo, pero el pobre es tan bueno que aguantaba el chaparrón y nunca me decía nada. Llame a mi madre para hablar con ella, al fin de al cabo no podía esquivar el tema toda la vida.

(Llamada telefónica)

Ana:

- Hola mamá.

MA:

- Hola cielo.

Ana:

- ...

MA:

- Cielo como estas?

Ana:

- Pues no muy bien.

MA:

- Me lo imagino.

Ana:

- Has visto las fotos?

MA:

- Si.

En ese momento empecé a llorar, mi madre se dio cuenta.

MA:

- Cielo no llores.

Ana:

- Papá las ha visto?

MA:

- Si cielo.

Ana:

- Joder.

MA:

- No te preocupes Ana, al principio se enfado un poco, pero después estuvimos hablando y entro en razón.

Ana:

- Pero sigue enfadado conmigo?

MA:

- No cielo, solo que no entiende como te expusiste de tal manera, sabiendo que os podían fotografiar, pero de verdad que ya no está enfadado mi amor.

Ana:

- Gracias mamá, y de verdad que lo siento mucho, siento que tengas que avergonzarte por mi culpa. Siento que te tengan que decir cosas por la calle por mi culpa.

MA:

- No te preocupes cielo a mi no me van a decir nada y si lo hacen lo lamentaran jajaja.

Ana:

- Jajaja ya si menuda eres tú.

MA:

- Ya lo sabes cielo con mis niñas no se mete nadie jajaja.

Ana:

- Lo sé mamá, bueno te tengo que dejar que tengo trabajo, más tarde hablamos.

MA:

- Vale cielo, un beso.

Después de esa charla me quede mucho más tranquila, cuando me quise dar cuenta ya estaba de camino a Barcelona, con Pablo a mi lado, el amor de mi vida. Mi motivo de vivir. El miércoles eran los premios de los Neox Fan Award. Yo no podía ir, pero aunque hubiera podido no habría ido, después de lo que ha pasado lo que menos me apetecía era exponerme públicamente y tener que aguantar todas las preguntas impertinentes de los periodistas. Mis compañeros si que iban.

Llegamos al hotel y subimos a las habitaciones, me sorprendió cuando Pablo no fue a la suya si no que entro directamente a la mía.

Ana:

- No dejas tus cosas en tu habitación?

Pablo:

- Cielo no te lo había dicho pero he dicho en recepción que no quiero más mi habitación, quiero quedarme aquí contigo.

Ana:

- Vale.

Pablo:

- Crees que he hecho mal?

Ana:

- Para nada cielo me encanta estar contigo y me encanta despertar todos los días a tu lado, claro que has hecho bien. Lo has hecho genial.

La verdad es que desde lo de la revista Pablo y yo no habíamos mantenido relaciones, el estrés y sobretodo mi mal genio había hecho que el sexo pasara a un segundo plano, hasta el punto de no practicarlo, vale no que había sido ni una semana, pero para Pablo y para mi eso era mucho, demasiado.

Pablo:

- Te amo.

Ana:

- Yo también te amo.

Rodeé su cuello con mis brazos y empecé a besarlo. Estaba dispuesta a romper esa sequia sexual. Seguí besándolo cada vez más apasionada, cada vez abría más mi boca para poder acceder a el a mi antojo. Mi lengua recorría con deseo cada recoveco de su boca. Me separe de él mordiendo su labio inferior. A lo que el soltó un leve gemido. El ya sabía mis intenciones pero le pillaron un poco por sorpresa. Seguimos así un rato, caldeando el ambiente. Cuando creí que era suficiente cogí una silla y la puse en mitad de la habitación. De un empujón lo deje caer en ella. Puse mis manos en sus rodillas y acerque mi boca a la suya para seguir el juego. Iba a recompensarle todos los malos momentos que le había hecho pasar estos días. Con la ayuda de mis manos le quite su camisa, después me retire de él un par de metros, me miraba con la mirada encendida, espere unos segundos me encantaba ver el fuego en sus ojos. Me empecé a desabrochar la camisa muy lentamente, recreándome en cada botón y me la quite muy suavemente. Hice lo mismo con el pantalón, hasta quedarme en ropa interior, en ese momento vi su erección. Me encantaba como sin ni siquiera tocarlo producía ese efecto en él.

Me acerque hasta la silla y mientras lo besaba me deshice de sus pantalones, volví a alejarme y seguí mi juego. Le di la espalda y desabroche mi sujetador, dejando que se deslizara por mis brazos hasta el suelo, entonces me di la vuelta para que me observara. Solo escuchaba como resoplaba. Me acerque a el y puse mi pierna en el hueco de la silla que quedaba entre su entrepierna, mientras mi pies rozaba su miembro, el comenzó a acariciar mis piernas hasta que por fin se deshizo de mi tanga quedando todo mi cuerpo ante su atenta mirada. Deje que disfrutara un poco más de las vistas y entonces baje sus calzoncillo, me puse a horcajadas sobre él, notándonos el uno al otro, disfrutando de nuestro calor. Cuando ya no podíamos más, cogí su miembro con mis manos y los ayude a que entrara en mí. Hasta el final. Empecé a mover mis caderas suavemente, el puso sus manos en mi culo y mientras lo acariciaba empezó a marcar el ritmo, cada vez más rápido. Yo notaba su aliento en mi boca mientras le dejaba gemidos en su cara. Ver su cara de placer me ponía cada vez más cachonda, él aumento el movimiento de misa caderas con sus manos hasta que los dos explotamos. En ese momento arqueé mi espalda y eche mi cabeza hacia atrás, dándole a entender que me había hecho llegar al cielo. Después de esto me deje caer sobre él con el cuerpo relajado, encima de esa silla y solo escuché.

Pablo:

- Uff como necesitaba esto.


Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora