Capítulo 31.

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Conforme termine de decir la frase noté como Pablo me cogía de la cintura y me empotraba contra la pared. De espaldas, con las palmas de las manos apoyadas en la pared. Empezó a acariciarme por debajo de la camiseta mientras me besaba el cuello. Su cuerpo estaba completamente pegado al mío.

Ana:

- Que me va a detener señor agente?

Pablo:

- De momento la voy a cachear jaja.

Ana:

- Pues busque, busque que está muy bien escondido.

Continuo acariciando mi cuerpo por debajo de la ropa, a mí se me erizaba la piel al notar el contacto. Metía sus manos por debajo del sujetador y yo cada vez estaba más caliente. Me tenia ahí, contra la pared jugando conmigo, me tenía bajo control.

Cuando termino con la parte de arriba de mi cuerpo continuo bajando. Desabrocho el botón de mi pantalón y sin bajarlos metió la mano y empezó a moverla.

Ana:

- Aaahhh...

Acercó su boca a mi oído y muy suave dijo...

Pablo:

- Veo señorita, que no lleva nada, pero como no me fio la voy a cachear más a fondo.

Mientras él seguía con su faena...

Ana:

- Uuummm... Siii... Cachea lo que quieras.

En ese momento me giro, quedando cara a cara. He de decir que seguíamos al lado de la puerta de entrada, ni siquiera nos había dado tiempo a llegar a la cama, ni a dejar las maletas, ahí estaban tiradas en el suelo. Empezó a besarme en la boca, con mucha pasión, muy fuerte. Parecía que nuestros labios se iban a fusionar en uno solo. Me quito la camiseta dejándome solo con la blanca que llevaba debajo, pero esta enseguida desapareció también. Al quedarme solo en sujetador Pablo empezó a besarme los pechos, como siempre le encantaba. No sé que le pasaba pero esa noche estaba desatado. De vez en cuando se le escapaba algún mordisco.

Ana:

- Auch! Me vas a dejar la marca del empaste tatuado en las tetas jajajaja.

Pablo:

- Uuff... es que míralas son perfectas.

Ana:

- Pablo las llevo viendo desde que tenía 14 años jajaja.

Pablo:

- Pues déjamelas a mí ahora jaja.

Ana:

- Jajajajaja. Todas para ti.

Continúo con su pasión descontrolada al final terminó contagiándome a mi ese descontrol. Avanzamos por el pasillo mientras nos desprendíamos de la ropa, quedando en ropa interior, yo estaba subía a él, con las piernas enroscadas a su cintura, sin parar de besarnos. Cuando llegamos al salón Pablo se detuvo un instante.

Pablo:

- Ostia Ana no me conozco tú casa.

Ana:

- Ya es que no me has dado tiempo a nada.

Pablo:

- Uy pero esa mesa de ahí parece muy cómoda.

Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora