98. No Puedo |Hayes Grier|

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—¿Vas a ayudarme? —pregunté sonriendo a Hayes.

—Depende de a qué hora deba venir —rodee los ojos.

—Oh, vamos, es sólo pintar la habitación —reí.

—No quiero despertarme temprano un sábado —arruga su nariz y me aproximo a besarlo.—Aunque lo haría si tuviera recompensa... —pone sus manos en mi cintura y me apegó a su cuerpo.

Le Sonreí y mordí mi labio.

—Depende... ¿qué clase de recompensa? —susurro y el besa mi cuello, yo le di acceso y bajó sus manos a mi trasero.

—Dejame pensar —respondió y me reí.

—Tiempo acabado... —me separé de él y se quejó mirándome mal.—Debemos comer para ir a la cama temprano —me alejo y llego hasta la puerta de la habitación pálida, aún sin pintar ni decorar.

—¿Cuando dices "ir a la cama" quieres decir que dormiremos juntos? —solte una carcajada mientras me seguía.

—Si te quedas —me encogí de hombros.

Me miró unos segundos en silencio mientras me apoyaba en la parte de atrás del sofá.

—Si, me quedo —vino a mí y me abrazó, resguardándome en su pecho.

(...)

Se filtró la luz del sol a mi habitación y abrí mis ojos con esfuerzo.

Me vi atrapada entre los brazos de Hayes y sonreí.

Me reacomode en la cama y Hayes besó mi cuello.

—Hola bebé —susurró tomándome la cintura con una mano.

—Hola... —digo confundida. —¿Qué te sucede que estás tan cariñoso? —pregunto levantando la mirada y me encuentro con sus ojo azules mirándome fijamente.

—Porque he estado pensando cuánto te amo, mientras te veía dormir —me responde sonriendo y llenando de besos mi rostro.

—Oh, woah, Hayes Grier me ama, ¡no lo puedo creer! —bromeo y me deja de besar, mirándome mal.—Lo siento, no lo pude evitar —me reí al ver su cara.

Ni li pidi ivitir —me hace burla.—Me haces bullying —entierra su cabeza en la almohada.

—Era broma nene —le digo riendo y me apoyo sobre su espalda.—Sabes que te amo mucho.

—Se me esta pasando un poco teniendo tus boobies en mi espalda —reí y besé su nuca.—Un poco.

—Lamento decirte que vamos a tener que levantarnos —acaricie su espalda desnuda.

—Mmmm... —se quejó y comencé a bajar mis besos por su espalda.

Sentí cómo contraía sus músculos, sintiendo como mis manos también lo acariciaban.

Hizo fuera para despegarme de él y me ubicó debajo de su cuerpo, sosteniendo mis manos sobre mi cabeza.

Lo miré sonriendo.

—No aguantas nada —bromee.

—Contigo aguanto de todo —asegura y acercó su cabeza a la mía para deborarme los labios.—Pero debemos levantarnos —ríe y se levanta de la cama, dejándome tirada en el lugar.

Suspire y con mis manos cubrí mi rostro.

Hice un esfuerzo para levantarme y fui a la cocina, encontrándome con Hayes apoyando en la encimera, usando su celular.

Dios, su trasero.

Reí ante mi pensamiento y fui a buscar a la nevera algo para beber.

—¿De qué ríes? —se voltea confundido.

—Tu trasero es tan lindo —digo y soltó una carcajada.

—¿Me miras el trasero? —asentí tomando agua.

—Pf, obvio. Los hombres no son los únicos que miran los traseros —le sonreí de lado y dejé la botella de agua en la nevera otra vez.

—¿O sea que le miras el trasero a todos los hombres? —niego.

—No dije eso. Dije que las chicas miramos los traseros como los hombres; no que miramos todos los traseros cómo ustedes —le corrigo.

—No miramos todos los traseros —se defiende.

—No quieran defender a tu raza —le digo graciosa.—Sé cómo son todos ustedes —lo señalo y viene hacia mí.

—¿Te enfadas conmigo por algo que hacen los hombres? —me pregunta confundido.

—No me enfado. Sólo que me molesta que sean todos iguales —iba a decir algo pero antes de que lo haga continué.—No, es verdad, tu no eres así —me tomó de la cintura y me miro sonriendo.

—Es cierto. Pero si te miro el trasero a ti. ¿Y sabes qué? Me encanta porque es redondito —me da un golpe en el trasero y di un salto.

Me miró riéndose y lo tomé de la nuca y le di un beso.

—Ya, vamos a pintar —reí.

(...)

—HAYES —grité enfadada, sintiendo como las pequeñas gotas de pintura me corrían por el brazo.

—Oops —se ríe al ver lo que hizo.

—ERES UN ESTUPIDO, GRIER —le digo molesta, salpicando la pintura que tenia en mi pincel a su pecho.

Su camiseta se empapó y me quedó mirando mal.

—Era broma —reí mirando como se aproximaba a mí y fui caminando hacia atrás.

Corrió a mí hasta arrinconarme y me abrazó de atrás, pasándome toda la pintura que tenia en su pecho.

Sin querer toqué una pared ya pintada y mi mano quedo con pintura, lo cuál aproveché y apoyé mi mano en su cara.

—"Oops" —le hago burla y me pasó su rodillo por toda la camiseta.—¡No, basta! —me sostiene de la cintura y me levanta del suelo.

Reí y me tiró un poco más de cintura.

—Ya, ya —vuelvo a tocarlo con mis manos y me pide tiempo fuera.

—Qué débil —bromeo y me mira mal.
—Que tonta.

—Que bobo.

—Que linda —reí rodeando los ojos.

—¿Y los insultos? —entrecerré los ojos.

—Contigo No Puedo —me aproximé a él y no pude evitar besarlo.

Me tomó de la cintura y yo puse mis manos en sus hombros.

—Hayes... —le digo entre besos.

—¿Mhm?

—¿Y si continuamos pintando luego...? —le susurré y sentí su sonrisa.

—Tu mandas —me hace saltar para rodear su cintura con mis piernas y volvemos a la habitación, besándonos.

Amo pasar mis tardes con Hayes.

Imaginas | Magcon BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora