83. Que Sigamos Juntos |Hayes Grier|

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Suspiré, sintiendo cómo mi mano comenzaba a temblar.

—Pareciera que tengo Parkinson —murmuré a Hayes.

Él rió, tomando mi mano.

—Tranquila —me susurró y luego besó mi sien.

Todos los padres se fueron quedando en silencio, ante los pedidos de los profesores y el director.

El micrófono hizo un ruido, anunciando que ya estaba encendido.

—Por favor, silencio Alumnos, la ceremonia está por comenzar —pidió una voz por los parlantes.

El director comenzó a dar su discurso de todos los años; sobre nuestro futuro, sobre que seguir estudiado para ser alguien el día de mañana, y otras cosas que siempre dicen los Directores de las escuelas cuando se gradúan los alumnos.

Comezaron a dar sus discursos los mejores promedios de último año –claramente Hayes y yo no estabamos ahí–, hasta que el director volvió a su lugar y comenzó a nombrar uno por uno.

Era por orden alfabético, así que yo pasé primero que Hayes.

Me levanté, no sin antes darle un apretón. Fui por el pequeño pasillo que hicieron entre las sillas, hasta que llegué al escenario.

Subí por las escaleras y fui hasta el director para tomar mi diploma. Luego me puso una medalla y me cedió el micrófono.

—Bueno, estoy algo impresionada de haberme graduado —bromeé, haciendo que todos los padres suelten una risa, incluso a mis propios padres.—Pero debo agradecerles a los profesores, todos se esforzaron para ayudarme... Y a mis compañeros, unos más que otros —miré a Hayes y sonreí.—Que siempre me apoyaron y estuvieron a mi lado. Y me siento afortunada de haber conocido a quienes conocí y haber vivido las cosas que viví con esas personas especiales... Gracias —acabé, todos aplaudieron y yo bajé del escenario.

Volví a sentarme en mi lugar y Hayes me besó en la mejilla, volviendo a tomar mi mano.

Pasaron unos cuantos más y fue el turno de Hayes. Besó mi mano –aun entrelazada a la suya– antes de irse y yo sonreí.

Subió al escenario, le dieron su diploma y su medalla, y seguido fue hacia el micrófono.

—Bueno, sé que para muchos parece un alivio haber terminado la secundaria, pero para algunos cómo yo se nos hace difícil dejar este lugar... Y no me refiero porque amé haber estudiado o algo así, sino porque cada momento vivido aquí no se repitirá y lo volveremos a revivir... He pasado los mejores momentos de mi vida en la secundaria cómo para dejarla ir tan rápido el día de hoy... —me miró fijamente con esos hermosos ojos que amo, y le sonreí de lado.—Conocí a la chica más hermosa de todas aquí... Y amo recordar siempre ese momento. Incluso hasta el día de hoy. Gracias —bajó del escenario y volvió a sentarse junto a mi.

En el camino todos le golpeaban el hombro, felicitándolo y diciéndole que tenía mucha suerte.

Volvió a tomar mi mano, mirándome con una sonrisa.

—Te amo —susurré y él ensanchó su sonrisa.

—Te amo más.

(...)

—Así que... —me aclaré la garganta. —California... —él asintió, tragando en seco.

—Y tu en Minnesota... Desarrollo Humano... —miró a otro lado, sin saber que más decir.

—Bueno... Felicidades por tu beca... Es difícil conseguir una bacante en Stanford —susurré.

Y si que lo era. Sinceramente, jamas creí que Hayes fuera a tener tan grande oportunidad. Creo que no quería ver la realidad y pensar en que se alejaría.

Imaginas | Magcon BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora