121. Nunca Podré Olvidarte |Hayes Grier| (Parte 2)

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Levantó la vista del diario cuando entré a la habitación.

—Hola —dejé en el sofá mi abrigo y me senté a su lado, en el espacio que dejó en la camilla.

—Hola... —susurró y sus mejillas se enrojecieron.

Me reí y traté de leer por dónde iba, pero ella me alejó el libro.

—¡Hey! —me quejé y cerró el diario, poniendo su dedo para no perder la pagina.—¿Te olvidas que yo ya leí esto? —se sonrojó aún más y no pude evitar acariciar su mejilla.

—Esto preferiría no leerlo contigo —me dice agachando la mirada.

Supe que era lo que había leído.

—Un momento me pregunté si debía arrancar esa página, ¿sabes? —le dije tratando de que no sea tan incómodo para ella.

—Hiciste bien en no hacerlo. Hayes, fue mi primera vez, debía saber que sucedió —afirmó levantando su mirada y por fin mirándome a los ojos.

—Creí que si sabías que había sido con alguien que ahora desconoces, te espantarías —me encogí de hombros.

Negó con la cabeza.

—Se me puso la piel de gallina —dijo tocando sus brazos.—No sabía que leer esto podría causar tanto en mi —sonrió y suspiró.—Cuando leí que tu te habías ido de viaje y que yo te extrañaba mucho me sentí triste, te lo juro —al escucharba hablar en pasado de todo lo que vivió me hizo recordar toda la situación.

—Es lo que busco con que leas esto... Que sientas lo que sentiste en el momento que pasó todo y... No sé si debería decir esto cómo si fuera un neurólogo o algo de eso, pero quiero qué asocies los sentimientos y las sensaciones al momento en que los sentiste.

Ella sonrió y acomodó su coleta.

—Lo lograste —afirmó.—Hayes, yo... Yo sé que me enamoraste —me dijo con la voz temblorosa.—Todo eso está reflejado en éstas páginas...

—¿Pero...? —supe que iba a decirlo.

—Pero no lo recuerdo —mordió su labio y bajó un momento la mirada, como si tuviera vergüenza.—Aunque lo sienta, porque ahora mismo siento algo. Aquí, contigo —llevó una de sus manos a su pecho.—Y se siente como si tuviera unas cadenas que no me permiten acercarme —soltó el aire por su boca.—Y eso apesta.

La abracé y ella escondió su rostro en mi cuello.

—¿Quieres que continuemos leyendo...? —susurré mientras acariciaba su espalda y aún estábamos abrazados.

—Si, por favor —asintió y abrió otra vez el diario, separándose de mi.

Comenzó a pasar páginas y sonrió.

—¿Esto? —me dijo que si con la mirada y me preparé.—Martes 14 de Febrero; 1º San Valentín con Hayes. Querido Diario: El simple hecho de despertar y saber que Hayes estaba a mi lado me hizo feliz. Se veía tan lindo como siempre. Y al abrir sus ojos podría jurar que sentí como si se abrieran las puertas al cielo. Nos despertamos a las 7:30 am, estuvimos en cama hasta las 11:15 am, hasta que Hayes decidió que era el momento de darme su regalo. Lo sacó de su armario, dijo que lo tenía escondido por si Sky lo veía. Me asomó un enorme conejo de peluche, ahora llamado Jev. Tenía unas zanahorias cocidas en su oreja y un corazón en sus manos que decía "Te amo". Hayes insistió en darme otro regalo, el cuál no quería aceptar pero acabó por atraparme en la cama para que lo vea. Me dio en una cajita un dije muy delicado con la forma de un osito. En la tarde fuimos a mi casa para que yo le diera mis regalos y al parecer no se lo esperaba —sonreí mientras leía.—Un nuevo casco, un llavero con un balón de fútbol americano y unos nuevos tenis. Le pidió permiso a mi padre para llevarme a cenar y me invitó al Holly's, ese restaurante al que salen todos los viejos con dinero. Nos reímos de esas personas toda la noche. Sinceramente no podría pedir un San Valentín mejor que éste, espero que tengamos muchos más.

Imaginas | Magcon BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora