CAPITULO 8.

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Cuando voy al comedor con Amira y Tatiana están sentados todos menos Esmeralda y el novio de Tati.

-¿Esta se va a sentar con nosotras?- dice Douglas refiriéndose a mí.
-Sí ¿algún problema Douglas?-pregunta interrogante Tatiana defendiéndome.
- La gnomo de jardín no me cae bien-contesta refiriendose a mi altura.
-Pues se va a sentar con nosotras te guste o no-dice zanjando el asunto Tati.
Me siento entre Ben y Tatiana y en diagonal a Douglas, pero en cuanto me siento se levanta diciendo que va a por su bebida. Mientras tanto Esmeralda y el novio de Tati se añaden a la mesa.
Cuando Douglas viene, pasa por mi sitio y en ese momento siebto un frecor que me empapa todo el cuerpo. Me giro bruscamente y veo que me ha echado toda la cocacola encima.
-¡Uy! Se me ha caido, yo creo que mi mano también te tiene manía. -dice Douglas haciéndose el inocente.
Yo era tímida, pero por las situaciones que he pasado en mi vida, he aprendido que salir corriendo no era la mejor opción, por eso decido secarme un poco en el sitio para no ir chorreando por los pasillos, y cuando me veo preparada me dirijo hacía los baños a paso normal, como si fuese inmune a todo lo anterior, pero en verdad se que todavía no he asimilado el desprecio de Douglas. Las risas de las amigas de Tatiana, las miradas de pena de Tati y Ben y el resto del comedor riéndose a carcajadas limpias del show que acaban de presenciar.
Cuando llego al baño, me apoyo en el lavabo, subo mi cabeza mirándome al espejo y suspiro.
La sentencia con Douglas había sido firmada el día que salió de la casa de Tatiana.
Voy al comedor de nuevo, con impotencia, pero como todavía no le conzco mucho a Douglas, no me veo capaz de hacerle nada. Lo único que hago es dirigirme hacía la mesa, coger mi mochila e irme sin ganas de ver a nadie.
Me voy afuera de la Universidad, pero como hay gente me alejo hasta que consigo estar sola y poder pensar.
A la media hora recibo una llamada de Ben, pensaba colgarlo, pero me acuerdo que todavía no se la parada de Tatiana y me debía ir con ellos.

Cuando llegamos a casa, me tiro literalmente a la cama.
Ben se tira encima mio, en un amago de consolarme. Tatiana se una y hacemos el vago toda la tarde, consiguiendo olvidarme de los problemas.

Tatiana nos cuenta curiosidades de sus amigas, como por ejemplo que Esmeralda le gusta el boxeo, que Amelia hay veces que se la duermen las piernas, Amira fuma, Clara odia los programas de citas, Alina está saliendo con su ginecólogo, que Sonia estuvo en un convento en su país y que ella tiene un problema muy serio con los bichos.

-Por cierto, chicos, este sabado que viene es el cumpleaños de mi novio. Lo vamos a celebrar en una nave a las afueras de Mont-Pellier. La tienen alquilada él y sus amigos, y tranquilos porque quienes hay alrededor son algunos chalets desperdigados y rondan nuestra edad. -de solo pensar en fiestas de desconocidos me dan ganas de ponerme malísima y quedarme en la cama calentita, agusto y protegida.
-Tatiana, lo siento, pero no voy a ir, no me gustan las fiestas esas, me pongo mala solo de pensarlo. -la digo con total sinceridad.
-Pero no te cierres en banda, prométeme que te lo vas a pensar. -Me dice intentado que haya una pequeña posibilidad de que vaya.
-Lo reconsideraré, pero creo que mi respuesta seguirá siendo la misma. -digo conociéndome.
-¿Y tú Ben? ¿Vas a ir? -la pregunta Tatiana con esperanzas.
-No creo, si no va Candy, prefiero quedarme con ella. -responde apoyándose en mi hombro.
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Suena la querida alarma de nuestro cantante favorito.
Volvemos a hacer la misma rutina de ayer, pero en cuanto paso las puertas de la Universidad, la realidad me golpea.
Fotos mías en la cama, cuando fue Douglas a la casa de Tati a darnos un susto, están esparcidas por toda la Universidad.
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Los días de la Universidad pasan rápidos, a pesar de la insistencia de Douglas en hacerme la vida imposible, en algunas clases coincido con Amira, Tatiana y con el susodicho. Para mí esas eran las horas más mortíferas, pero más o menos las sobrellevaba.
Hoy es sábado, la fiesta de Saúl, el novio de Tatiana, según pasan las horas cada vez tengo más claro que prefiero quedarme aquí en casa, pero no quiero arrastrar a Ben para que se quede conmigo.
-Candy, ¿a ti no te han preguntado ya, si somos hermanas? A mí me lo ha dicho un montón de gente.
-A mi unas cuatro personas.-respondo pensativa a Tatiana.
-Por cierto, la semana que viene me voy a presentar para ser presidenta del edificio de Salud. ¿Qué te parece?
-Pues me parece muy bien, si a ti te gusta, cuenta con mi voto. -La digo dándola un abrazo.
-Oye, ¿has decidido ya si vienes a la fiesta?
-Tatiana, yo lo siento, pero es que a medida que se va acercando la hora peor me pongo, y sinceramente, para pasarlo mal, no voy. Prefiero quedarme en la habitación, calentita. Tú sabes que yo soy muy casera, y que no me gusta el gentío, y menos ahora, que encima Douglas va a estar. -la digo descargando todo lo que llevo dentro.
-Bueno, no pasa nada, para otra vez será-dice apenada-creo que dormiré allí, por lo visto van a extender la fiesta hasta mañana por la noche, pero yo vendré por la tarde.
-Okey, ¡pásatelo bien!- Se arregla muy bonita y se va.
Ben y yo damos una vuelta por los alrededores de la casa, y al volver veo a Douglas salir de su casa con dirección a su coche.
Cuando llegamos a casa empezamos a comportarnos como niños chicos y se nos agota la energía, así que mientras veiamos una peli, nos quedamos dormidos durante toda la noche en el sillón.

Utopía EnvenenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora