Capítulo 13

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Giré a la izquierda, donde procedían la mayor parte de gritos y me entró un escalofrío recorriendome toda la columna vertebral, la chica que estaba pisando el límite se acababa de suicidar, se había tirado justo cuando pasaba el metro. Cuando entré al medio de transporte, estaba destemplada, como había mucho hueco libre, me senté en una silla. Dos chicos y una chica estaban sentados en el suelo, parecían borrachos, tarareaban canciones sin sentido, se les veía sonrientes, pero la sonrisa les duraría hasta que se les pasase el efecto del alcohol. La chica se puso de cuclillas, y dejó un chorro a su paso, no podía creer lo que estaba viendo, eso sí, a la chica no se la había visto nada. Los padres que venían con sus hijos pequeños se empezaron a alejar sutilmente. Yo me dejé sumergir en mis reflexiones, en el reto tan duro que me había propuesto de cursar la carrera en el extranjero tras mucho haberle insistido a mi madre de que sería favorable para mí. En estos últimos años se había incrementado el porcentaje de jóvenes que se iban a estudiar al extranjero y yo y Ben habíamos colaborado en ese porcentaje.Mi inseparable amigo no tenía ninguna intención de estudiar afuera del país, pero él sabía que yo desde hace años contaba con irme a estudiar en el extranjero, Ben sabiendo que yo me iba, me quiso hacer compañía y aquí estábamos, en un país totalmente desconocido para nosotros, aprendiendo este idioma. Al menos tenía el consuelo de que la agencia que nos había buscado casa aquí en Mon-Pellier, estaba siempre a nuestra disposición.  Esta semana que viene ya empezábamos la academia de Inglés.

Después de reflexionar mucho me percaté de que seguía en el metro pero que no sabía en qué parada tenía que parar, me empezó a cundir el pánico, empecé a preguntarle a la gente del metro por monumentos o sitios emblemáticos que quedasen cerca de la casa de Tatiana y la que me respondió, me dijo que la parada ya había pasado y que debía esperarme otra vez.

Cuando por fín salí del metro todavía me tocaba subir la cuesta que tenía el barrio de Tatiana, según iba subiendo recibí una llamada de Ben.
-Candy, te llevo haciendo llamadas un montón de tiempo y no me has cogido ninguna.-culpa mía, tengo la manía de poner el volumen del móvil en silencio.- ¿Estás bien? ¿Por qué tardas tanto?
-Si Ben estoy bien, luego os cuento.-recordando a la chica que se había suicidado casi una hora antes delante mia. -Estoy ya subiendo la cuesta del barrio.-Empecé a ver la casa de Douglas y las luces del porche encendidas. Pude apreciar en la oscuridad a la panda de amigos y a él sentados en el borde, todos estaban fumando, lo único que les alumbraba era el mechero cuando querían encenderse un cigarrillo. A todo esto Ben me estaba relatando cosas y no le estaba escuchando.-Ben, te cuelgo, luego me cuentas.-le colgué, quería pasar lo más desapercibida posible.
Cuando pasé por delante se callaron, yo solo pensaba en andar deprisa y en pensar en normalizar la respiración. Aunque era ancha la calzada, me distinguieron.
-¡Uy!-dice Douglas en tono alto- ¡Pero si es la mofeta!
-¿Ya te has duchado? -pregunta otro con la misma mala uva que su amigo.
-¡Puerca! Por lo menos échate colonia ¿no? -se suma a decírmelo otro. Sabía que olia bien y me duchaba, pero ya me estaba creando hasta mis propias dudas.
-¡Mofeta! ¡Mofeta! - empezaron a vitorear todos, con su voz grave, como si estuviera vitoreando "Atleti" , pero a mi me lo hacían para burlarse, ya estaba llegando a la casa de Tatiana, pero aun así se les oía, algunos vecinos decidieron asomarse a la ventana para ver qué pasaba, algunos les regañaron, aunque no consiguieron nada.
Ben esperaba en la puerta.
-Buenas- le di mi mejor sonrisa tras el numerito del que acababa de ser protagonista. Le di un abrazo y me senté en el porche con él. Le conté todo. -¿Y Tatiana? - pregunto extrañada.
-Saúl ha venido y está aquí con ella.- me explica.
Nos quedamos en el porche hablando durante un buen rato, pero aparece Amelia viniendo por la lejanía. Cuando llega nos saluda.
-Hola chicos. ¿Está Tatiana en casa?- nos pregunta la susodicha.
-Está con Saúl.-respondemos al unísono Ben y yo.
-Bueno, entonces prefiero no ser testigo de ninguna escena inadecuada.-pongo cara de repugnancia por sus pensamientos. Seguidamente se sienta con nosotros.
-¿Y cómo que estás aquí? -pregunta Ben.
-Porque he venido a ver a Douglas pero está con sus amigos y en compañía de chicas aptas para todo público. ¿Me entendeis?-asentimos como si fuera obvio.-De echo está también Lissa, empiezo a comprender por qué la cae tan mal a Tati.
-Cuando he venido estaba con sus amigos.- las dos personas que tenía al lado se quedaron en plan ¿y? Así que termino de hablar. -No había ninguna chica.
-Ahh. -dicen al unísono Amelia y Ben.
-Luego tienen pensado irse de parranda pero yo no me apunto. Mañana tengo un examen y no me quiero acostar tarde.-dice Amelia.
-No no no. -empiezo a decir como un disco rayado.-Se me ha olvidado completamente. Mañana tengo un examen.-digo acordándome de la prueba de mañana.-Me voy chicos, lo siento, adiós Amelia.
Cuando voy decidida a estudiar, antes de intentar abrir la puerta, cierto sonido peculiar proveniente de la habitación me alerta disparando todas las alarmas y sensores de mi cuerpo. Esos dos están encerrados en la habitación y yo necesito coger el libro. Me empiezo a morder las uñas y a esperar que salgan, cuando considero que ya llevan un tiempo me planteo interrumpirlos, pero soy demasiado cerrada para hacer eso. Cuando Ben sube me ve y abre la boca para preguntarme, pero la cierra cuando oye a los animales en celo que hay en la habitación. Él se empieza a escacharrar de la risa y yo no le veo ninguna gracia, saber que mañana voy a hacer un examen digno de un suspenso no me resulta en absoluto gracioso.
A los 3 minutos de acompañarme Ben en la espera de que salgan los tortolos pegajosos llaman al timbre.
-Uy-dice riendose nerviosamente-he echado la llave sin querer.
Ben baja a abrir y se oye a la señora Camps y a Ben ayudarle con la compra. Tatiana y Saúl seguían en lo suyo. ¿Es que no ha oido que ha llegado su madre? Con decisión llamo a la puerta por una buena causa, para que su madre no la pille infraganti. Pero siguen en su pasión y no contestan. De nuevo vuelven a llamar al timbre, oigo a la señora Camps hablar con su marido, y visto y lo visto de que están en su mundo, decido abrir la puerta, en esta casa no existía cerrojo en las habitaciones, me tapé los ojos con las manos y antes de que dijeran nada los hablo:
-Tatiana, llevo llamando durante un buen rato, pero tus padres han venido-continuo con las manos en mi cara.
-Pero Candy, ¿Por qué te tapas?-me quedé en plan ¿esque en este país no os enseñan la diferencia entre lo público y lo privado?
-No tengo la necesidad de irme con pesadillas a la cama.-opté por decir.
-Anda, quitátelas que no estamos en ninguna postura incómoda.-Muy a mi pesar comencé a hacerla caso. Cuando tuve la vista despejada me los encontré en perfectas condiciones, como si fuesen dos angelitos.
-¿Pero entonces que eran esos sonidos tan extraños que oia?-pregunto sin entender nada.
-Que es una quejica cuando la hago cosquillas. -dice Saúl obvio. -¿Sabes? Esa mente tan sucia hay que limpiarla. Si quieres llamo a Douglas para que te la limpie. -dice guiñandome un ojo sabiendo que me sienta mal, Tatiana sale en mi defensa y le da un pequeño empujón.

Utopía EnvenenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora