Capítulo 18

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Douglas se dirije hacia nosotros.
-Candy, ¿vas a por un cepillo de dientes? Porque tienes comida entre ellos. -pone cara de repugnancia Douglas.
-Eso ha sido porque la vida de un imbécil se reduce a molestarla. -dice Ben a Douglas señalándome. El misterio ha sido descubierto, Douglas ha aplastado a la mosca. -deberias ser tú el que compre el cepillo de dientes a Candy.
-¿Yo? ¿Por qué? ¿Quién le manda que no tenga un segundo cepillo de dientes como plan B? -se hace el inocente- deberias ser más responsable. -se dirije a mi.
El autobús viene a nuestro en cuentro.
-Bueno, yo que tú me compraría dos cepillos en vez de uno. -dice riéndose y yéndose, mientras nosotros nos montamos en el autobús.
Es un payaso irritante, cada vez le aguanto menos, decido ignorarle.

Compramos los cepillos de dientes y volvemos a casa. Cuando llegamos nos encontramos con Amelia y con Esmeralda.
-Chicos, estábamos diciendo a Tati que si os venis a la hermandad de Esmeralda a pasar lo que queda de tarde y la noche. -Nos dice Amelia.
-¿Pero pueden ir chicos?-pregunta Ben a Esmeralda.
Yo nunca había escuchado lo que era una hermandad así que no sabía muy bien de lo que hablan, por lo que opté hablar poco para no meter la pata.
-En teoría no, pero sí.-responde Esmeralda a lo que Ben levanta una ceja ante la confusión-A ver, la hermandad es de chicas, por lo que solo pueden permanecer chicas allí, pero los fines de semana muchas chicas de la hermandad se llevan a sus novios y a quien quieren, y la fundadora de la hermandad nunca ha pillado a nadie, bueno a casi nadie.-explica.
-¿Y podemos ir allí nosotros?-pregunto.
-Los fines de semana la fundadora permite traer a chicas a la hermandad, con el fin de convencer a que más gente se sume, pero en verdad nadie lleva a sus amigas para eso.-me responde Esmeralda-pero vamos que si no quieres venir, quédate aquí.
-Entonces qué, ¿os animais?-nos anima Amelia.
-Y si nos quedamos a dormir ¿qué vas a hacer? Los Domingos no abren los autobuses por la mañana para ir a tu casa.-la pregunta Tatiana a Amelia.
-¿Pues dónde vives?-pregunto.
-En un pueblo que está a unos 30 min. de aquí.-me responde Amelia.-Y no pasa nada, me voy a casa de los Dics, ya sabes que las puertas siempre esán abiertas para mí.-contesta a Tati.-Además prefiero irme a casa de Douglas antes que quedarme a limpiar en la hermandad.-dice mirando a Amelia.
-Yo siempre me salto esa tarea.-dice Esmeralda cruzándose de brazos y devolviendo la mirada de burla a Amelia.-Aunque no niego que es un coñazo mi hermandad los Domingos por la mañana y también preferiría quedarme en casa de Douglas.- se me queda resonando la palabra fea de la que no estoy acostumbrada a escuchar "coñazo".
-No hace falta que lo jures.-ante la palabra "jurar" que dice Amelia, Ben se me queda mirando sabiendo que prefiero la palabra promesa.-Qué pena que no seas la amiga de siempre de Douglas.-se burla Amelia de Esmeralda.
-Y tú que pena que no vivas en una hermandad, dónde la única obligación es limpiar los domigos por la mañana, limpiar lo que se ensucia, y no llevar chicos; la suerte es que esas son reglas que se pueden romper, además no te controlan tus padres, hay fiestas muy grandes los primeros fines de semana de mes, se puede beber alcohol y todas estas cosas están aprobadas y no puede hacer nada la ley ante ello, puedo seguir con más cosas si quieres...-dice Esmeralda poniéndo aprueba a Amelia.
-Lo bueno es que yo vivo con mis padres, que aunque no seamos ricos se respira un aire puro y limpio- y la cosa que empieza de broma comienza a ponerse de reproche en un ambiente tenso por lo que Tatiana decide interrumpir.
-Bueno chicas, a mi me gustaría estar en ambas situaciones, y por cierto me apunto a ir a la hermandad ahora.
-Yo si entro en la hermandad, como solo pueden ir chicas, estoy dispuesta a vestirme como tal. -dice Ben por relajar el ambiente y de broma.
-Ahhh, pues sí, que buena idea. -dice Amelia.
-Lo decía con sarcasmo.-rueda los ojos Ben.
-Pues el sarcasmo te va a costar caro.-decide Amelia.-Así no nos traes tantos problemas por que haya un chico en la hermandad.
Quería salvar a mi amigo de que le maquillasen, pero pasó todo tan deprisa que no me dio tiempo a reaccionar. Cuando terminaron de arreglarle mi amigo masculino se había convertido en Benjamina, le habían perfilado los labios y se los habían pintado de rosa, llevaba rimel negro y raya en los ojos, le habían puesto unos pendientes falsos de diamantes pequeños, una diadema en su pelo rubio, que se lo habían alisado haciendo que se le cayese para abajo, y luego le habían puesto unos pantalones estrechos y vaqueros de chica que le deberían de estar aprisionando todo, y para que no sospechasen del sexo que es con los pantalones estrechos, le pusieron una sudadera que le llegaba hasta abajo del culo, por lo visto era una de Saúl que le regaló a Tatiana porque era muy calentita y se había encaprichado de ella, pero a Ben le dio asco ponerse la camiseta porque Saúl le caía no muy bien. Luego de zapatos le pusieron tacones, pero el pie de Ben no cabía y prefirieron dejarle sus deportivas porque si no iba a romper los zapatos con la diferencia de número que calzan. Yo no pude ofrecerle nada porque lo mio era una talla más pequeña que Tatiana, por lo que a Ben no le iba a caber ni de broma.
Mientras le observaba me empecé a reir sin saber como reaccionar, me empezó a entrar la risa floja y me empecé a atragantar con mi propia saliva, por eso fui a la cocina a servirme agua. Luego volví al salón.
-Espero que no me des de sí la ropa. -dice Tatiana echando un vistazo a su ropa metida en el cuerpo de Ben. -chicas, esperarme un momento, qué tengo que llamar a mi Argentino antes de irnos.
-¿Tu argentino? -pregunto.
-Saúl nació en Argentina, pero se vino aquí. -<¡Anda!, por eso su peculiar acento en francés y su físico de ojos azules y piel morena.>dice mi cerebro.
Mientras esperamos a Tatiana; Esmeralda y Amelia empiezan a burlarse de Ben y él burlándose de ellas, picándose entre los tres, yo estaba sentada y al no saber qué hacer me pongo con el móvil. Tenía un mensaje de mi madre.

Mamá: Cariño, ¿qué tal estás?  Ayer no te pude llamar porque estuve escribiendo unos documentos y estuve muy liada. Vi tu llamada perdida, pero no pude contestarte. Te quiero mucho, no lo olvides😘 y acuérdate que Dios siempre está contigo.

Tatiana termina la llamada con Saúl y nos vamos a coger el metro. Mientras que cogemos viajes para el metro oigo a Tati hablar con Amelia.
-Amelia, la próxima vez no seas tan dura con Esmeralda, ya sabes que se lleva mal con sus padres y está resentida.-dice Tati.
-Ya lo sé, sé que me he pasado, es que con la regla estoy muy alborotada.
Me tocaba a mí sacar mi viaje para el metro.
-Vamos a la linea correspondiente y cuando estamos bajando las escaleras, vemos que el metro está ya ahí, corremos los cinco para el metro que está muy lleno empiezan a entrar y yo soy la última, la puerta se cierra con los cuatro y yo fuera del metro, veo que Tatiana y Ben sofocados con la prisa, desde dentro dan al botón de emergencia para que se abra la puerta, y además la fuerzan para que se abra más deprisa, yo ante el pánico, me meto sin que se hayan abierto del todo la puerta, como han forzado la puerta se ha quedado la mitad abierta, pero el metro arranca y nos sujetamos, la gente, ante el panorama de poder caernos y matarnos si nos caemos por la puerta, empiezan a irse de este último vagón apretujando a los otros vagones, por suerte este metro era de curva, por lo que los vagones están conectados, nosotros también nos empezamos a alejar de la puerta para mayor seguridad.
Bajamos en la parada que nos indica Esmeralda por la puerta que hemos dejado forzada y abierta minutos atrás, pero Esmeralda al bajar, uno de sus pies los pone en mal sitio y su zapato se queda entre el metro y el suelo. Esmeralda presa de la ansiedad se queda bloqueada.
-Esmeralda saca el pie del tacón.-la dice Tatiana.
Amelia, que todavía está dentro del vagón del metro la empuja para que salga y reaccione. Esmeralda quita el pie dando por perdido y roto su tacón, y sale Amelia detrás de ella.
Después de calmarnos, salimos del metro y caminamos hacia la hermandad.
Un edificio que parece un internado para princesas se abre paso a mi campo de visión.

Utopía EnvenenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora