Capítulo 40

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-Buenas chicas. Debéis de salir de aquí. -nos advierte. -Voy a llamar a un compañero para que os acompañe a salir, porque esto está lleno de coches y cuerpos de policia. -Nos explica.
-Muchas gracias, pero llevamos prisa, ¿no podemos salir por nuestra cuenta? -Pregunta Erine al mismo tiempo que una vibración hace temblar una parte de mi cuerpo. Cojo el móvil de detrás de mi bolsillo, veo la llamada perdida de Ben y muchas más por parte de él y de Tatiana.
-Ahora mismo viene. - A continuación se va para comunicarse supuestamente con el compañero.

A los 10 minutos viene el mismo policia con otro, este nos dirige hacia fuera de la zona acordonada.
Varias personas lloran por los heridos mientras que a estos les suben a una camilla para llevarlos a la ambulancia y de ahí al hospital. Vuelvo a sentir la vibración, esta vez es de un número desconocido, pero por respeto a Erine y a los guardias no lo cojo.

Cuando nos acompaña a una zona mejor me despido de Erine.
-Un placer haberte conocido. -me dice sonriendo.
-Igualmente. -la sonrio de la misma manera.
-Y a ver si nos volvemos a ver otra vez. -dice antes de darnos dos besos.
-Lo mismo digo.
-Bueno, me voy corriendo, que llego tarde. -dice andando deprisa y tirando un beso al aire.

Yo decido llamar a Ben mientras averiguo como volver a la Ópera Garnier.
-¿Candy? ¡¿Dónde estás?! -me dice en nuestro idioma natal super enfadado.
-Ahora después os cuento que me ha pasado, pero necesito que me pases con Tatiana. -le digo, el suelta un sonido de frustración y se lo pasa a Tati.
-¿Se puede saber por qué desapareces así, de repente?-me pregunta con tono de desesperación.
-Ahora después os lo cuento. -digo con voz cansina. -¿Cómo puedo llegar a la Ópera? -pregunto.
-¿Pero dónde estás? -pregunta confusa y a la vez enfadada.
-Pues no sé decirte. -La respondo sinceramente a la vez que mirando a mi alrededor.
A parte de la torre Eiffel no sé distinguir muchos más monumentos en París.
-Bueno, da igual, estés donde estés pregunta por el bus turístico. Hace paradas y te explica la ciudad. Nosotros te esperamos fuera de la Ópera, donde la parada de ese autobús. Hasta ahora. -Y me cuelga dejándome con la palabra en la boca.
Hago lo que me dice y me pongo a preguntar por el autobús turístico, así, hasta dar con la parada.
Me monto y me dan unos cascos gratis para oir todo sobre la ciudad. Me lo pongo en mi idioma natal, el español y me limito a disfrutar de las vistas ya que estoy en el segundo piso del medio de transporte.
Al llegar veo la cara de poca simpatia de los tres.
-Ya puedes empezar a excusarte maja. -dice Saúl como bienvenida.
-Para hoy he pagado muchos sitios y lo que no nos de tiempo al final nos lo vas a devolver tú a todos. -dice Tatiana enfadada.
-A ver, ahora os cuento. Lo siento, de verdad. -Tanto reproche me causaba pinchazos en la tripa y en el aire solo se respiraba tensión.
-Nos vas contando mientras que vamos a Grévin Paris. -dice Tatiana cortante. Mientras que Ben opta por no hablar.

Empiezo a contarles todo, un poco tartamudeando por la tensión,  y eso hace ver que lo que cuento es más surrealista de lo normal. Al final acaban por entenderme, pero cuando les digo el nombre del chico que nos ha ayudado a salir de las catatumbas y que Erine llevaba el vestido de ballet se han empezado a reir.
-Me parece que el calor ha matado a tus neuronas. -dice Tatiana. -Porque qué coincidencia que has tenido que poner de nombre al chico de tu historia Erik, como la leyenda que nos acaba de contar el audioguía.
-Candy, lo tuyo no es la imaginación ehh. -me pica Saúl.
-Muy bien, ¿entonces que he se estado haciendo? -pregunto empezando a mosquearme por tacharme de mentirosa.
-Es verdad que mucha gente dice que la Ópera conecta con las catatumbas de París, pero eso de la chica y el chico suena a cuento chino. -dice Tatiana.
-La vida es un libro y cada uno es protagonista de su propia historia. -digo defendiéndome. -Los escritores se basan en situaciones de su alrededor, son humanos, como nosotros, no extraterrestres.  Y sino me queréis creer pues peor para vosotros. -digo enfadada.

Llegamos a Grévin Paris, el museo de cera de esta ciudad. Durante todo el recorrido Ben no me dice nada.
Después de recorrer todo el espectacular museo de cera nos dirigimos al cementerio de Père la Chaise. Es un cementerio que se usa como parque. Venimos aquí porque a Tatiana y a Ben le gustan todos estos lugares con tanto misterio.
Según vamos recorriendo el cementerio lo único que escuchamos son el sonido de los pájaros que anidan en los árboles, pocas personas se encuentran aquí, en cambio lo que me llaman la atención son los gatos que pasean tranquilamente mientras trepan por diferentes sitios.
-Es muy común los gatos en estado semisalvaje en este cementerio. -me dice Tatiana al ver que me quedo sorprendida con ellos.
-¿Cómo que en estado semisalvaje? No se dejan coger y si les molestas te arañan, asi que no te acerques que te pueden transmitir una enfermedad. Según vamos caminando los ojos se me posan en un gato con los ojos brillantes y su pelaje sinónimo al de un tigre.

Después de asarnos de calor nos dirigimos a comer al museum de las Arts-forains. Comemos en el restaurante de la parte veneciana mientras unos robots nos cantan ópera.
En un momento veo que Ben se me queda mirando fijamente, cuando le miro veo que a pesar de mirarme está en su mundo y no reacciona. Agito la mano delante de su cara para despertarle de su ensoñamiento pero hasta que no le toco no reacciona.
-¿Qué te pasa? ¿Qué piensas? -le susurro para no desconcentrar del espectáculo a Tatiana y a Saúl.
-Cosas... -y deja la palabra en el aire sin querer continuar. Decido no presionarle para que no me lo cuente, pero me deja con la intriga por su malestar, ya que desde que me ha pasado lo de la Ópera Garnier casi no me ha hablado.
-¿Por qué casi no me hablas? ¿He hecho algo mal? -pregunto confusa.
-No, no es por eso, pero necesito pensar.-me dice un poco cortante.
Pocas veces le he visto a Ben así, la mayoría de las veces se enfada y ahí es cuando se pone borde, pero ahora el problema es que no está enfadado. Está tranquilo pero sin ganas de hablar conmigo.

Después Tatiana nos lleva a Notre-dame, al llegar varios policias se encuentran también en esta zona. Según vamos acercándonos a la puerta, palomas blancas nos reciben.
-Por lo visto la última vez que la vieron fue ayer por la noche, las autoridades no lo daban ninguna importancia, pero al haber ocurrido el atentado por la calle de la Ópera Garnier hacia delante, pues lo han empezado a considerar los.... -y no alcanzo a oir más porque seguimos andando. Me giro hacia donde están las autoridades y veo a un señor que me parece que es un forense.
Al coger la entrada nos dan un audioguía y pisamos el suelo de una de las catedrales gótoicas más antiguas del mundo.
-Candy, por favor, esta vez no hagas caso a ninguna bailarina que te ofrezca a salir por un sitio que no conoces. -me dice Saúl con la intención de pincharme. Decido callarme y empezar mi visita.

Al llegar a la parte alta me encuentro con la campana mítica que hacía sonar el Jorobado de Notre Dame, la verdad que Disney daba más fantasía y belleza a esta catedral. Después paso a una de las torres y me encuentro unas espectaculares vistas junto con las gárgolas. Me quedo observando las gárgolas, quizás por demasiado tiempo, porque empiezo a tener alucinaciones. Una gárgola me parece verla parpadear, a continuación decido mirar a las demás y veo lo mismo. La turistas de mi alrededor no se percatan, entonces me doy cuenta de que algo me pasa en la cabeza que no es normal, estoy en una especie de trance y no sé a raíz de qué. Sigo observándolas y veo que ya no solo parpadean sino que también intentan abrir sus bocas. Cierro los ojos y algo áspero me toca y ante la incertiry la sorpresa grito y abro los ojos de un sopetón, me encuentro sofocada. Mi corazón se empieza a relajar cuando veo a Ben. Todo el mundo se me queda mirando de distintas formas, asustada vuelvo a poner mi vista en las gárgolas, pero estas ya no hacen nada.
-¿Pero qué te ocurre hoy? -dice Ben en una mezcla de reproche y de preocupación.
Empiezo a agobiarme por todo lo que me ha pasado hoy y comienzo a sufrir disnea a compañado de fatiga. Decido sentarme tras estar incómoda estando de pie. Ben me ayuda.
-¡Por favor! ¿Alguien tiene un abanico? -pregunta Ben agobiado e impaciente.

Utopía EnvenenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora