Capítulo 24

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-Ni idea. -dice Tatiana.
Nos vamos a nuestras respectivas camas y dejo que el sueño me abrace.

Unos cuchicheos en la habitación hacen que me empiece a abrir los ojos, la primera imagen que veo es a la madre de Tati intentando despertarla.
-Buenos días- digo incorporándome adormilada.
-Buenos días, estabais tan dormidas que no os habeis enterado del despertador, hoy vais con la hora más justa.- me dice mientras que sigue intentando espabilar a Tatiana.- Vuestro amigo Ben se ha ido hace media hora porque tenía un examen.
-Ah sí,es verdad...-digo al no saber muy bien qué decir. -Bueno, me voy a ocupar el baño. -digo, la enfermera y madre de la casa me asiente.
Cuando voy al baño recuerdo que me tengo que depilar, porque ahora mismo si me ingresan en un hospital y me tengo que desvestir, los médicos se podrían colgar de tantas dianas que tengo, que se podían perder hasta ahí dentro. Después me miro en el espejo grande del baño, y en cuanto veo mi reflejo mi espíritu se quiere volver a la cama y que nadie me mire.
Una espinilla como una catedral de grante se presenta justamente al lado del ala derecha de mi nariz, y como no, me da por tocarme la espinilla y que salga todo el asqueroso pus, una vez que considero que he terminado, me vuelvo a ver al espejo y mi subconsciente empieza a hablarme. A este paso cuando quieras ligar será el día de tu muerte. Empiezo a causarme complejo del grano y se me ocurren varias cosas, seguirme explotando porque todavía está muy inflado y a ver si milagrosamentre se queda como un valle y no como el Teide, ponerme una tirita e ir respondiendo a todo el mundo una trola de lo que me ha pasado en la cara, intentar cubrirmelo con un montón de capa de maquillaje que como empiece a sudar voy a parecer una patata llena de grasa o aplicarme una crema, dejármelo al descubierto pero intentando tapármelo con mi pelo o una bufanda. Finalmente hago lo que hacía en mi plena pubertad, salir con ello al descubierto con un complejo de trol.
Tatiana abre la puerta sin previo aviso, ya que no tienen cerrojo las puertas en esta casa, menos mal que no estaba haciendo nada importante.
-Buenos días. -dice bostezando. Empieza a abrir un poco más los ojos.-tienes un granito aquí.-dice señalándolo en su cara.
-Ya, ya lo sé.-digo indignada porque a la primera de cambio se me note tanto.-Especialmente, cuando me va a venir la dama de rojo es cuando me suelen salir los volcanes.
-Por cierto esta tarde voy a ir con Amelia a la estación de autobuses y la estación del tren para poner publicidad sobre la fiesta.-me dice Tati.-lo digo para que no me espereis.
-Pero ¿va a caber tanta gente en la hermandad? -digo sorprendida. -No sabía que la fiesta era para tanta gente.
-Hombre, ten en cuenta que con ese dinero todas pagan su estancia allí.-me dice Tatiana obvia.
Terminamos de desayunar y nos dirigimos a la universidad.

A media mañana me toca la clase de medicina, y Alana y yo nos juntamos con Tati y Amira.
-Bueno, esta tarde te espero ¿no? -dice Alana a Amira. Tatiana y yo fruncimos el ceño.
-Por supuesto.-la responde Amira.
Alana se da cuenta de nuestra confusión y nos explica.
-Amira va a cuidar de mis hijos, para sacarse un dinerillo y así me da tiempo a mí a hacer cosas.-sonríe.
-Así que eres la niñera de los hijos de Alana. -dice Tatiana pensativa. -¿Es toda la semana?
-De lunes a viernes por la tarde.-responde Alana.
Llegamos a la clase y esta vez el sitio dónde nos solemos sentar Alana y yo está ocupado por una desagradable escena. Alana y yo nos quedamos paradas con cara de repugnación. Douglas y Lissa oficialmente se ven que son novios, porque se están comiendo el alma.
-Cada vez la tengo más asco. -dice Tatiana mientras que estamos las cuatro como pasmarotas viendo la escena.
-Y Amelia la pobre la va a coger una tirria... -dice Amira compadeciéndose.
-Si pues yo que veía un poco mal la pizarra digital por las cabezas de alumnos, ahora sí que no voy a ver tres en un burro. -se queja Alana.
-Y lo peor, que vamos a ver si nos podemos concentrar con los amigos de Douglas a nuestro lado y con la pareja babosa delante. -digo pesadamente .-¿Me dejas ponerme en la esquina para no tener que estar al lado de ningun petardo de esos? -Pregunto a Alana con cara de perrito mojado.
-Vale, pero a cambio de que si nos toca exponer hoy el trabajo lo presentes tú. -dice con sonrisa picarona Alana. Lo pienso y llego a la conclusión de que el sitio va a ser para todos los días y a lo mejor tenemos la suerte de que hoy no nos toca exponer el trabajo, así que finalmente acepto.

Cuando creo que ya no va a dar tiempo a exponer más trabajos hoy, la profesora decide apurar hasta el último minuto.
-Verás como os toca a vosotras por ser la última exposición. -me dice mi conciencia.
-Y el último trabajo que expone hoy va a ser... -dice pensandoselo mientras que mira la hoja con los alumnos. -el de Alana y Candy. -dice la profesora. Mi corazón empieza a martillear y a moverse como si estuviese haciendo spinning.
-Profesora. -dice Alana. -¿Podemos exponer otro día? -yo la miro como si hubiese visto un fantasma. -Tenemos aquí el trabajo y si quiere lo hecha un vistazo, pero es que Candy está mala de la garganta y apenas puede hablar. -Yo me quedo con la boca abierta sin saber muy bien qué hacer o decir mientras todos me están mirando.
-El próximo día son las primeras. -dice sin estar conforme. -Y Candy, quiero una justificación por escrito del médico. -me dice a regañadientes. Yo asiento, puesto que supuestamente no puedo hablar.
-Profesora- levanta la mano Douglas- creo que deberían influirle en la nota negativamente por no exponer cuando se lo han dicho. Antes he hablado con ella e incluso ha alzado la voz sin ningún tipo de problema.-Dice metiéndose dónde no le llaman.-Creo que a todos los compañeros les parece injusto.
-Esta mañana se ha levantado con fiebre-le interrume Tatiana en mi ayuda. -Además tiene mal aspecto. -dice no acertando demasiado bien en su elección de palabras.
-El mal aspecto le tiene siempre. -dice Douglas provocando la risa de toda la clase.
-Yo que tú me miraría la cara antes de hablar. -dice Alana a la defensiva.
-Yo siempre me la miro, y puedo apreciar mi belleza, no como ella. -dice refiriéndose a mí.
-No creo que te la mires mucho si no se te ha roto el espejo. -me defiende Alana.
-Menudo chiste malo, pero para tu información, no, no se me ha roto. -dice Douglas superior.
-Eso es porque con tu cara se ha quedado petrificado. -responde Alana.
-Obvio que se ha quedado petrificado el espejo, de lo guapo que es. -salta Lissa en defensa de su novio. -Ella en cambio no podrá decir lo mismo con ese volcán que tiene en la cara. -Ahora si que tengo ganas de irme de la clase, ir a casa, encerrarme en el cuarto, y taparme con la sábana.
La señorita manda callar y pone freno a las risas.
-Ya está bien. -dice la profesora. Cegada de impotencia me levanto de mi sitio sin dar explicación a nadie y las palabras que me salen son:
-¿Qué mirais? -digo con la voz ahogada, doy un portazo, salgo corriendo a los servicios y empiezo a desahogarme, cogiendo un trozo de mi camiseta, arrugándola en mis manos y tirando cada uno en dirección contraria, dando un poco de sí la prenda.
-¿Candy? -abre paso la voz de Amira en el baño. -A palabras necias oidos sordos, ya sabes el dicho. -dice comprensiva desde fuera de la puerta. -Sé que es dificil, a mí también Douglas me ha hecho quedar en ridículo muchas veces.
Ella espera en silencio detrás de la puerta, finalmente salgo y me viene a dar un abrazo, la verdad es que lo necesitaba.
Cuando por fín me calmo subimos a la clase, cuando llegamos al pasillo todos están saliendo y Alana y Tatiana vienen hacia nosotras.
-¿Cómo estás? ¿Mejor?-me mira comprensiva Tatiana.
-Sí- digo mientras que suspiro pesadamente.
-Siento si te ha molestado que lo aplazaramos, pero te veía palida y lo único que se me ha ocurrido es eso.-se preocupa Alana.
-No pasa nada, está bien.- la intento sonreir tranquilizadoramente.
-Por cierto Candy, tengo que hablar contigo. -me dice Tatiana separándonos un poco de Alana y Amira.
-Dime. -la invito a hablar.
-Esta mañana me ha dicho mi madre que dentro de dos semanas nos vamos con ellos a París, porque la tia que te dije, se está muriendo y quiere que me vea, por si es la última vez. ¿No os importa venir con nosotros? -pregunta Tati.
-Por supuesto que no. -la sonrío.
Según andamos hacía nuestra siguiente clase, veo a un chico que se nos queda mirando a los lejos a las cuatro.

Utopía EnvenenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora