"Capítulo 11"

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Conduje hasta el estadio y tuve problemas para aparcar. Estuvimos como diez o quince minutos buscando un aparcamiento. Cuando lo encontramos, suspiré de alivio y aparqué. Salimos y teníamos que andar un poco para llegar. Le mandé un mensaje a mi hermano diciendo que dónde estaba y también le dije que les esperamos en la puerta de la tienda.

—¿Me vas a comprar una camiseta? —preguntó con ilusión.

—¿Quieres una?

—Sí, quiero la de Bale.

—Te compraré esa —susurré besando su cabeza.

Sonrió y me abrazó. Varios minutos después, todos estábamos reunidos. Entramos en la tienda oficial y comenzamos a mirar la tienda completa. Nuestra familia se separó. Yo estaba con Miriam para comprarle una camiseta y los demás estaban mirando la tienda entera.

—Buenas, ¿os puedo ayudar en algo? —preguntó una chica que se nos acercó.

—Estábamos buscando una camiseta para ella —señalé a mi hermana—. Yo estaba buscando una camiseta de manga larga.

—Yo no quiero de manga larga —se quejó mi hermana.

—Pues de manga corta —rodé los ojos.

—Vale, seguirme.

Nos llevó a una parte de la tienda donde había camisetas.

—¿Qué talla utilizas? —le preguntó a mi hermana.

—Una S.

Asintió y buscó una camiseta.

—Bien, esta es una —me dio una—. Y esta es otra, de manga larga.

Nos dio la de manga larga.

—Los probadores están al fondo —señaló a nuestra izquierda.

Caminamos hasta los probadores y se probó primero la de manga corta. Le quedaba estupenda. Después, se probó la de manga larga, que también le quedaba bien.

—Te recomiendo la de manga larga, que luego viene el frío y todo y te congelarás.

—Pero en la de manga corta me puedo poner una camiseta debajo.

—Solamente te estoy dando un consejo, Miriam.

Suspiró y volvió a entrar. Salió con la ropa que tenía. Cogí las dos camisetas, que las puse en sus perchas.

—¿Manga larga o corta?

—Corta —respondió.

Dejé la de manga larga donde estaba y nos pusimos en fila para pagar la camiseta. Nos tocó al momento porque sólo había una persona delante de nosotras.

—¿Queréis algún nombre impreso? —me miró.

—Sí, el de Gareth Bale.

Asintió y se puso a imprimir su nombre en la camiseta. Después la dobló y la guardó en una bolsa.

—Todo es 135 €. ¿Metálico o tarjeta?

—Tarjeta.

Estas tú que voy a pagar 135 € en metálico, pensé molesta. Se abrió la puerta de la tienda y entró ¿Bale? Me sorprendí bastante ya que los jugadores no tenían mucho hábito de bajar. Cuando le vi, me quedé mirándole. Él y yo tuvimos una aventura. Tuvimos sexo varias veces, prácticamente engañó a su pareja, pero él un día dijo hasta aquí y terminamos la relación que tuviéramos.

Su mirada conectó con la mía y esbozó una pequeña sonrisa. Yo aparté la mirada y seguí con la compra. Le di la tarjeta y para verificar, le enseñé mi DNI. Suspiré y sentí como le tenía al lado.

¿No quieres o no puedes?   ➡ Antoine Griezmann ⬅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora