"Capítulo 40"

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Terminamos nuestra sesión de 25 minutos. Me dolían las piernas, no podía más. No las sentía.

Hicimos estiramientos todo el rato, y después me ayudó a caminar un poco, pero no duraba mucho. Duraba muy poco, como dos segundos de pie y me daba tiempo a hacer un paso.

Fui a recepción y pagué los 35 € de la sesión.

—Te voy a dar un bono de diez sesiones, ¿vale? Sólo te voy a cobrar 300 €.

—¿No costaba 350 €? —fruncí el ceño.

—Rebaja —me guiñó el ojo.

Suspiré y asentí.

—Hoy pagas esta sesión y el jueves me das los 300 € para hacer le bono de diez sesiones.

Asentí. Salí de la clínica y me dio tiempo para pasar por la peluquería, donde me encontré con Nerea.

Entré y ella me miró con una sonrisa.

—Buenas tardes —me guiñó el ojo mientras cortaba las puntas a la clienta que tenía.

Me puse a ver revistas para hacerme cortes de pelo, aunque no me haré un corte drástico. Tal vez sólo las puntas.

Cuando la clienta se fue, Nerea se acercó a mí y m abrazó.

—Feliz Navidad, Año Nuevo y todo. Hace un mes y medio que no te veo. ¿Qué tal?

Se separó y me miró.

—Jodida, paralítica y no puedo hacer muchas cosas, pero ya estoy yendo a un fisio. Según él, me podré recuperar para mediados de febrero o primeros de marzo. Así que voy a poner mucho esfuerzo.

—Te vas a recuperar pronto, ya lo veo yo —sonrió—. ¿Qué te ha pasado en el pelo?

—El día del accidente me tuvieron que rapar el pelo porque tenía traumatismos en la cabeza. Mi objetivo es dejármelo largo.

—Haces bien —rió.

—¿Te vas a hacer algo o has venido a hablar?

—A hablar. Tengo un problema.

—Estoy suscrita a tu canal, vi el vídeo.

Me miró diciendo "¿Antoine?". Asentí y suspiré.

—Cuando cierre, vamos a tu casa y me cuentas todo.

—Vale.

—Ahora tengo dos personas más y después, cierro y vamos a tu casa.

Asentí y me quedé mirando los cortes de pelo. Eran estas chicas que tenían diseños en la nuca. Me gustaba eso.

Después de cinco minutos, vino la primera persona. Era un chica como de mi edad. Era alta por los tacones y sus ojos eran color miel.

Se me quedó mirando.

—Siéntese aquí, por favor —le dijo Nerea a la señora.

Ella se sentó.

—¿Usted es Laura? —me preguntó mirándome.

Asentí con una sonrisa.

—Encantada de conocerla, yo me llamo Sara.

Me acerqué a ella y estiramos manos.

—¿Cuántos años tiene? —le pregunté.

—23 años, usted 22, ¿no?

—Sí, en marzo cumpliré los 24.

—¿Qué día?

—El 11.

—Yo el 10 de junio.

¿No quieres o no puedes?   ➡ Antoine Griezmann ⬅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora