"Capítulo 37"

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Llegó el día de la entrevista. Día 5 de enero. Ya estaba todo montado en mi salón. Había cables por todos lados y una cámara delante de la televisión.

Estaba Sandra, la que me iba a hacer la entrevista. Era maja. Ella medía lo mismo que yo. Tenía el pelo negro y unos ojos marrones normales que estaban adornados con unas pestañas largas. Esta naturalmente maquillada.

Llevaba una camisa blanca y encima una chaqueta azul oscuro con un estampado de rayas que hacían rombos. Los pantalones eran azules que le llegaban por encima del tobillo. Por último, unos zapatos en punta con un tacón medio.

—Empezamos dentro de poco, ¿vale?

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—Empezamos dentro de poco, ¿vale?

Asentí y fui a la cocina. Cogí dos vasos y una jarra que estaban en la encimera y lo rellené de agua. Lo llevé al salón y lo dejé en la mesa.

—Muchas gracias —cogió uno de los vasos y bebió un poco.

Me pusieron el micrófono y suspiré.

—¿Te pasa algo? ¿Quieres que retrasemos un poco la entrevista?

—No, estoy bien. Me hace mucha ilusión.

Asintió y siguió mirando sus papales. Cogí mi móvil y lo puse en vibración. Eran las diez y veinticinco pasadas de la mañana.

—Bien, comenzamos.

Dejé el móvil en la mesa y suspiré. Puse mi mejor sonrisa y el cámara contó hasta tres para empezar.

—Muy buenas a todos ustedes. Yo me llamo Sandra y hoy estoy en una entrevista muy especial con Laura Díaz Díaz —me miró sonriendo.

—Buenas Sandra y buenas a todos —sonreí mirando a cámara.

—¿Qué tal estás?

—Perfectamente bien. ¿Y tú?

—Muy bien. ¿Qué ha pasado en estos días?

—Aprendiendo a ser paralítica —me encogí de hombros—. Para mí fue impactante, ¿sabes? Un día estás andando alegremente y después, te levantas sin poder mover las piernas y sin poder andar.

—¿Qué pasó el día del accidente?

—Sinceramente, no me acuerdo de ese día. Es una lástima, porque no sé que pasó. A que me llevó a esa situación.

Estuvo preguntándome sobre mis familiares, hasta que tocó un tema que no me gustó mucho.

—¿Cómo era tu vida antes de ese accidente?

Suspiré y me paré a pensar para hablar.

—No era muy bonito. Mi padre falleció, desde ese día yo no tenía ganas de nada. Nada más que quedarme en mi casa, viendo la televisión, sin comer, sin nada. Y después de que muriera mi padre, me corté y mi hermano me pilló. Él se propuso a que cada día esté una persona en mi casa, ya sea hablar, salir a dar una vuelta y más cosas. No eran mis momentos gloriosos —sonreí levemente.

¿No quieres o no puedes?   ➡ Antoine Griezmann ⬅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora