Ella no confiaba en el amor, porque había sufrido demasiado para su corta vida, aunque tenga 22 años. Sinceramente, no confiaba en nadie, nada más que en su familia y en sus mejores amigas.
Después, le encontró. Él era perfecto. ¿Problema? Tenía...
Llegó el jueves. Eran las diez y media de la mañana. Estaba desayunando mientras hablaba con Antoine por Twitter. Decía que estaban en el avión, volviendo a Madrid. Tendrían entrenamiento por la tarde, mañana por la mañana y sábado por la mañana.
Yo tenían que entrenar el guion hoy por la tarde y mañana por la tarde.
Suspiré y dejé todas las cosas en el fregadero. Después lo limpiaré. Caminé al despacho y me puse a ver vídeos en el ordenador. Me aburría tanto que llegué a una canción en gallego. No sé cómo llegué a ahí y seguramente os a pasado a vosotros. Estáis, por ejemplo, viendo un vídeo de un youtuber. De ese youtuber a una canción que no tiene nada que ver y de ahí a otra canción que no tiene nada que ver.
Pues eso es lo que me pasó a mí.
Pasé la mañana entre viendo el ordenador y aburriéndome.
Llegó las cuatro y cuarto, cuando comencé a prepararme. Me puse una camiseta granate de tirantes finos, una chaqueta fina y blanca por encima, unos pantalones negros y unos botines con un poco de tacón.
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Era algo normal y no tan elegante. Entré al baño y me bañé sin muchas cosas. Cuando terminé, volví a mi habitación, cogí un bolso y metí mis cosas; móvil, guion... Salí de casa y conduje hasta el edificio.
Cuando llegué, entré al edificio y pregunté donde se hacían los ensayos. Me dijeron que se hacían en la quinta planta, así que subí por el ascensor hasta esa planta.
Allí, también pregunté dónde se hacían los ensayos. Me dirigieron hacia una puerta. Entré allí y estaba Juanma y una chica. Yo la conocía.
—Elena, ¿qué tal? —saludé.
Ella me miró y me abrazó.
—Muy bien, ¿y tú?
—Bien. ¿Desde hace cuánto que no nos vemos?
—Desde hace meses.
—¿Qué te pasó? Te fuiste una vez y ya no volviste.
—Tuve anorexia y estuve en un centro de rehabilitación. Ahora, he subido de peso y estoy mejor, aunque sigo yendo al psicólogo.
—¿Qué dices? —me sorprendí.
—Que sí —sonrió riendo—. Vamos a empezar que o sino, no acabamos.
Empezamos a practicar el guion. Yo ya me lo sabía, bueno, algunas partes. Terminamos a la hora: cinco y media.
—Mañana volvemos, ¿vale? Lo habéis muy bien chicos —nos dijo a los dos—, y tú y yo tenemos muchas cosas de qué hablar.
—Pues vamos.
Nos despedimos de Juanma, que se fue según salimos y Elena y yo nos fuimos del edificio. Ella cogió su coche y me siguió con el coche hasta mi casa. Lo aparqué fuera, al igual que ella. Entramos a mi casa y suspiré.
