Me dijo que me podía sentar en la silla y me miró serio.—Primero que nada, buenas tardes. Me llamo Javier y soy tu jefe —dijo estirando su mano.
—Laura, aunque usted debe saber ya mi nombre —estiré mi mano.
—Bien, la he traído aquí para que no debe meterse en todos los líos. No quiero una presentadora que dé de que hablar. Quiero una presentadora seria y que se centre en su trabajo. Si no cumple, está despedida.
—Si lo dice por lo que pasó con Bale, a usted no le incumbe lo que pasó entre él y yo. Esto pasó fuera de este edificio.
—Esto no es el instituto, que si usted hace algo fuera, el instituto no tiene nada de culpa. Aquí nos responsabilizamos del empleado.
—¿Van a controlar las cosas que hago? —pregunté incrédula.
—Si eso hace que no esté en cada lío, sí —respondió serio.
Me levanté y negué con la cabeza.
—Es mi vida, no la vuestra. Si van a estar controlando mi vida, ya me puede ir despidiendo —decidí seria.
Estaba a punto de gritar. Mi sangre hervía dentro de mí.
—¿Eso es lo que quiere? —habló.
—Ustedes, o los que quieran, no se van a meter en mi vida, y si eso por eso que me despiden, me voy de aquí.
Salí cabreada.
—Entonces, ¡está despedida! —gritó.
Gruñí y salí de ahí. Conduje a mi casa y me senté en el sofá. Cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Antoine: "Necesito verte". Me contestó casi al mismo tiempo que yo le mandé el mensaje: "Voy a tu casa".
Sollocé y comencé a llorar sin remedio. Me quité las lágrimas y me quedé sentada en el sofá.
Como veinte minutos después, él ya estaba en la puerta de mi casa. Le abracé y sollocé.
—¿Qué ha pasado? —preguntó separándose.
Cerró la puerta y nos sentamos en el sofá.
—Cuéntame —susurró quitando mis lágrimas.
—Mi jefe, me ha despedido —sollocé—. Me he quedado sin trabajo.
Me abrazó y besó mi cabeza. Volvió a separarse y besó mi mejilla. Le miré a los ojos y expresaban tristeza y pena.
—Me voy a preparar un té —susurré levantándome.
Caminé a la cocina y preparé mi té de valeriana. Este té me hacía relajar, y eso es lo que necesitaba ahora. Cuando lo preparé, volví al salón y soplé el vaso con el té.
—¿Qué es? —susurré.
—Té —murmuré mirándole.
Sonrió y sonreí.
—Traje la Xbox, por si quieres jugar —levantó una bolsa.
Reí y negué con la cabeza. Rió.
—Voy a cambiarme, si quieres puedes ir montando la consola —sonreí.
Dejé el té en la mesa y caminé a mi habitación. Me puse una sudadera con capucha gris, normal y corriente y después unos pantalones de pijama. Caminé al baño y me desmaquillé. Volví a hacerme una coleta y volví con Antoine.
Él estaba intentado poner el Xbox. Reí.
—¿Quieres que te ayude? —pregunté todavía riendo.
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¿No quieres o no puedes? ➡ Antoine Griezmann ⬅
FanfictionElla no confiaba en el amor, porque había sufrido demasiado para su corta vida, aunque tenga 22 años. Sinceramente, no confiaba en nadie, nada más que en su familia y en sus mejores amigas. Después, le encontró. Él era perfecto. ¿Problema? Tenía...