"Capítulo 57"

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Cuando acabamos el paseo, nos sentamos en un banco a la sombra y apoyé mi cabeza en su hombro.

—¿Estaba rico el helado? —me miró.

—Sí —sonreí.

—Normal, te duró un año.

Reímos y se nos acercó un niña pequeña de unos siete u ocho años. Sus padres se estaban acercando.

—¿Os podéis tomar una foto conmigo? —preguntó.

—Claro —sonrió Antoine.

Se puso en las piernas de Antoine y su padre nos hizo una foto.

Los dos se fueron y después, vinieron una pareja con un bebé.

—Nunca te vayas del Atleti, Antoine, por favor. Eres nuestro principito.

Antoine rió y se hizo una foto con él.

—Y a ti decirte que sigas de presentadora en los deportes y que sigas siendo guapa —me dijo el hombre.

Me sonrojé y sonreí.

Me hice una foto con él y después, me puso a su niña en mi brazos. Podría tener los mismo meses que mi sobrina o puede que más.

Ella me miró y sonreí.

—Hola pequeña —besé su mejilla.

Nos hicimos los tres una foto que sacó el padre y se fueron los tres. Reí.

—Vuelvo a insistir, sería una buena idea que seas madre.

Resoplé y rodé los ojos.

—Sabes que no, Antoine. Cuando tú tengas 30 años.

—Faltan muchos años —se quejó como un niño pequeño.

Reí y besé sus labios.

—No te pongas así, a lo mejor ocurre antes.

—¿Estás?

—Que no. Yo sólo digo que cuando se nos olvide poner protección, puede que ocurra.

—A partir de ahora lo haré sin protección.

—Ni se te ocurra.

Rió y me abrazó por los hombros.

—Hasta que tú no estés preparada, no haremos nada. Tranquila.

Sonreí y besé sus labios delicadamente.

Dimos otra vuelta por el parque y nos pararon varias personas más.

Después, fuimos a su casa. Entramos y me senté en el sofá.

Un perro comenzó a ladrar. Sonreí y estuvo frente a mí, ladrándome.

Le di mi mano y la olió. Gruñó y volvió a ladrar. Rodé los ojos y Antoine apareció.

—Ya, para. Es Laura, no es nadie desconocido —le dijo acariciándolo.

El perro paró de ladrar y se fue.

El perro era bipolar.

Reí por mi pensamiento y Antoine se sentó a mi lado con Mía.

—¿Qué tal está esta monada? —dije cogiéndola.

Le puse caras graciosas y Mía rió y agarró mis mofletes.

Me puse a jugar con ella prácticamente. ¿Cómo no quererla?

Pasamos la tarde allí. Yo jugando con Mía y él viendo la televisión, a ratos mirándome y como no, bebiendo mate.

—Quiero ir a Argentina —me quejé mirándole.

¿No quieres o no puedes?   ➡ Antoine Griezmann ⬅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora