Ella no confiaba en el amor, porque había sufrido demasiado para su corta vida, aunque tenga 22 años. Sinceramente, no confiaba en nadie, nada más que en su familia y en sus mejores amigas.
Después, le encontró. Él era perfecto. ¿Problema? Tenía...
Pasaron las semanas y no recibía ninguna llamada de que Laura estaba despierta. Yo estaba frustrado y a la vez preocupado, porque era mi hermana. La quiero mucho, la amaba.
Sonó mi teléfono y lo acepté la llamada rápidamente.
—¿Quién es? —pregunté con esperanzas.
—Hola amor, soy Marta.
—Hola amor —suspiré decepcionado.
—¿Ha despertado tu hermana?
—No ha despertado, estamos a 16 de diciembre, y me estoy preocupado, porque el doctor dijo que debería despertar dentro de cuatro semanas, y ya han pasado cuatro semanas.
—Ella es fuerte, despertará.
—Hasta que no la vea despierta, para mí todavía está en coma.
—Mario, ella estará bien. Es fuerte.
Suspiré y me rasqué los ojos. Entró mi secretaria.
—Tiene la reunión, señor —me dijo.
—Ahora voy —sonreí.
Se fue sonriendo y volví a suspirar.
—Tengo una reunión, Marta. Después hablamos.
—Bien, te quiero amor.
—Y yo.
Colgué y cogí las cosas para la reunión. Caminé hacia la sala y me puse en el sitio principal. Comencé a dar la reunión hasta que llamaron a móvil. Miré la pantalla y era un número largo.
—Perdonar, pero lo tengo que coger —me disculpé saliendo de allí.
Una vez que salí, cogí la llamada.
—¿Quién es? —dije esperanzado.
—Le hablo del Hospital Puerta de Hierro. Su hermana despertó y la están trasladando a planta.
—Voy para allá ahora mismo.
Colgué y volví a entrar.
—Lo siento, pero necesito irme —dije sin ocultar mi alegría y mis lágrimas.
Todos se quedaron confundidos, pero yo salí de allí camino al hospital. Estaba muy emocionado, estaba alegre. Según llegué, allí estaban todos los periodistas. Caminé a través de ellos hasta la entrada y pregunté por Laura.
—Le llamé hace poco diciendo que ella ya despertó. Ahora ella está en una habitación, ¿va a subir?
—Sí.
Me puso una pulsera y me dijo la habitación. Caminé hasta el área de hospitalización y subí a la habitación. Me la encontré con el doctor.
—Buenos días —dije.
—Hermano —habló Laura—. ¿Qué me ha pasado?
—Señor, tenemos que hablar —me miró el doctor.
Asentí y salimos afuera.
—Como dije hace semanas, ella tiene amnesia y vive en abril de este año. O sea que no sabe lo que pasó desde abril hasta hoy. Por favor, tenga cuidado con lo que dice. Está débil y puede desmayarse —me dijo serio.
Asentí suspirando, se fue y yo entré en la habitación. Estaba ella sola. La habitación estaba bien, era bonita.
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