"Capítulo 15"

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El miércoles llegó y estaba muy nerviosa. Hoy iba a ir de invitada al programa de El Hormiguero. Por la mañana, me dediqué a repasar la información sobre el bullying. Por la tarde, acudí a la peluquería en la que trabajaba mi amiga. Ella se llamaba Nerea. Tiene el pelo negro y ojos azules. Era más baja que yo, pero tenía buena cuerpo. Tenía los mismos años que yo, 22.

Entré a la peluquería y había una persona leyendo una revista.

Saludé a todas, en especial a Nerea, que la saludé con un beso en la mejilla.

La peluquería era moderna. Tenía todo organizado e incluso una sala para poder depilarte.

 Tenía todo organizado e incluso una sala para poder depilarte

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Me senté en un asiento para esperar a que me tocara. Había dos personas para atender la peluquería: Nerea y otra que no la conocía. Tras varios y muchos minutos esperando, me tocó. Con Nerea, obviamente.

—¿Qué tal? —me preguntó—. Desde que te fuiste por esa puerta, no paraste de crear salseo, hija mía.

Reí y negué con la cabeza.

—Te lavo el pelo y me vas contando.

Me levanté y me senté en otro asiento que detrás tenía como un cuenco (vamos a decirlo así) para que me laven el pelo. Eso es lo que estaba haciendo Nerea. Cuando terminó, me sentó en un asiento. Delante tenía un espejo.

—Cuéntame —habló.

Le conté las cosas que me pasaron durante estos días.

—¿Cómo quieres? ¿Cómo siempre?

—No. Quiero que me hagas dos trenzas de raíz aquí. Hoy voy al Hormiguero.

—Te veré sin duda —sonrió a través del espejo—. ¿Dónde te hago las trenzas?

Le señalé el lateral de mi cabeza y asintió.

Me separó el pelo con horquillas y todo y comenzó a hacerme las dos trenzas. Cuando terminó, me echó laca.

—¿Te hago las ondulaciones? —preguntó.

Asentí. Me hizo las ondulaciones con la plancha y las fijó con laca.

—Estás preciosa —sonrió.

—Gracias Nerea. Todo es gracias a ti —la abracé fuerte y me lo devolvió.

Besé su mejilla.

—¿Cuánto te debo? —pregunté.

—7, 5 €.

Le di el dinero y sonreí.

—Gracias Nerea.

Asintió sonriendo y salí de la peluquería. Conduje hasta mi casa y miré la hora. Las siete y media. Me daba tiempo a hacer otras cosas, como por ejemplo, hablar con Antoine.

Laura: ¿Qué tal vas?

Antoine: Bien, mis piernas no pueden más.

Laura: Pues claro, hoy tienes un partido importante en el que vas a ganar.

¿No quieres o no puedes?   ➡ Antoine Griezmann ⬅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora