"Capítulo 44"

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Pasaron varias semanas, dos, concretamente, desde la entrevista. Estaba con Carlos e Iván por la Gran Vía. No me compré nada, sólo miraba. Fuimos al Fnac de Callao. Era muy grande y tenía muchas cosas. De libros hasta televisiones.

Estuvimos allí hasta la hora de comer, sobre las dos y media. Salimos del Fnac, yo con una funda puesta en mi móvil. Era negra y con una mandala en color blanco.

—¿Queréis ir comer al restaurante de André? —Carlos me miró travieso.

Me sonrojé mirando hacia otro lado.

—Por mí vale —respondió Iván sonriente.

Suspiré y fuimos al restaurante. Según llegamos, André estaba en la parte de arriba. Él y yo nos seguimos conociendo y puedo decir que estamos en "algo". No sé qué, pero en algo estamos.

Salimos, coqueteamos entre nosotros. Además es atento y simpático. También es hablador y siempre saca tema de conversación.

—Buenas, ¿quieren una mesa? —me miró con una sonrisa.

Sonreí enseñando mis dientes. Bajó la mirada.

—Sí, para tres.

—Hay una libre.

Salió de la barra y me cogió en brazos. Reí y me aferré a su cuello.

—¿Qué tal estás? —preguntó mirándome.

—Perfectamente —besé su mejilla.

Sonrió y bajamos abajo. Carlos e Iván nos perseguían sorprendidos. Ahora llegarán las preguntas.

Me sentó en una mesa y besé su mejilla.

—Gracias André.

—De nada, preciosa.

Besó mi frente y se fue.

Carlos e Iván se sentaron delante de mí y me miraron.

—Cómo, cuándo y dónde.

Reí mordiéndome los labios.

—Él y yo tenemos "algo". No sé qué exactamente, pero tenemos algo. Empezamos a salir más a menudo desde de tu cumpleaños, Iván. Dábamos vueltas por Gran Vía y visitábamos tiendas de ropa y me daba su opinión. Él es simpático y divertido.

—Y tiene culo pollo —rió Iván.

Reí mientras él bajaba las escaleras y caminaba hacia nuestra mesa. Nos dio los menús y me sonrió. Minutos después volvió con la libreta para apuntar la comida.

—¿Qué quiere? —me miró.

—Ensaladilla rusa y las croquetas con patatas.

Asintió y apuntó la comida de Iván y Carlos. Recogió los menús y se fue.

Como veinte minutos después, volvió con los tres platos. Me los dejó la mesa. Cogió una silla y la puso a mi lado.

—No he comido, ¿me das? —hizo pucheros, mirándome.

Sonreí mientras me sonrojaba.

Le di un poco de mi ensaladilla y asintió.

—Está rica —opinó.

Comí un poco yo también y asentí.

—La hacéis deliciosa.

Puse una mano en su muslo. Carlos me miró alarmante le sonreí y miré a André.

—¿Quieres más? —dije.

Cogió la mano que estaba sobre su muslo y entrelazó nuestros dedos.

¿No quieres o no puedes?   ➡ Antoine Griezmann ⬅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora