Capitulo 1

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-Robins, aquí tienes el expediente, tu arma y tú permiso de guardaespaldas. Debes mudarte a la casa mañana. Te están esperando.- habló Jason, un administrativo de la agencia.
-Gracias Jason.- dijo tomando las cosas y marchándose. Suspiro al salir, una nueva aventura comenzaría para ella, pero no estaba preparada. Así lo sentía.
Recordó a Macy, cuando le asignaron a su protegida estaba feliz. Era la numero veinte en su haber, todos sus casos habían salido exitosos, excepto ese.
Sacudió su cabeza para olvidarse de esas traumáticas  imágenes y camino hacia su coche. Necesitaba el dinero, por eso aceptaba ese caso. Pero prometió ser el último.
Bebió un poco de su ya frío café e hizo una mueca de asco. Lo tiro en un tacho de basura y desbloqueo las puertas de su coche. Entro al copiloto y dejó las cosas, excepto su arma, sobre el asiento del copiloto.
Observó su nueva arma, se la habían cambiado, ésta era más moderna. La guardo en el maletero y se colocó el cinturón de seguridad. Encendió el coche y se dirigió al gimnasio, iba cuarenta y cinco minutos tarde.
Apago la radio, no tenía ánimos de escuchar absolutamente nada. Paro en un semáforo rojo y observó todo a su alrededor. La gente cruzaba la calle con absoluta tranquilidad, algunos apurados y otros prestándole atención a su móvil.
Golpeó el volante sin paciencia, llegaba tarde y al semáforo se le había ocurrido demorar demasiado ese día.
Cuando por fin se puso en verde aceleró sin más, Steven la ahorcaría en cuanto llegase. Luego de veinte minutos conduciendo estacionó el jeep negro fuera del gimnasio y guardo el expediente junto al arma en su mochila. Bajo del coche y lo bloqueo nuevamente. Camino apresuradamente esquivando a varias personas. Abrió la puerta de cristal y entro.
-Está furioso...- habló Stacy sentada detrás del escritorio que había en la entrada.
-Lo sé, he llegado ya...- pasó de largo. Acomodó una de las correas de la mochila sobre su hombro y pasó por al lado de una cantidad de aparatos y gente haciendo ejercicio.
Paro enfrente a una puerta de madera y mientras la observaba suspiro. Entro sin más y observó al hombre sentado detrás del escritorio de madera.
-Cincuenta minutos tarde Makena
-Lo siento ¿si?, ha sido por trabajo.
-No estás en actividad. Deja de mentir. -ella saco el expediente de la mochila y lo tiró sobre el escritorio.
-Pues ahora sí estoy en actividad.
-Pero no estás preparada, o al menos me has dicho eso.- dijo el hombre leyendo el expediente.
-Pues debo estarlo, necesito el dinero.
-¿Si sucede lo de la última vez?- ella apretó los dientes.
-Me encargaré de que eso no pase de nuevo.- Steven suspiro.
-Chico guapo, dinero, familia extranjera, muy famoso e inteligente.
-Algo me han dicho, no le conozco de ningún lado.
-¿Has leído el expediente al menos?
-Lo haré luego- se sentó en uno de los sillones ejecutivos que había allí. Steven rodo los ojos.
-Tienes que lidiar con muchas fans enamoradas.
-No será problema.- saco el arma de su mochila y la desarmo para observarla con detenimiento- he peleado con personas aún más grandes y peligrosas.
-Armas aquí dentro no Makena, lo sabes muy bien.
-Lo siento.- armó nuevamente el objeto y lo guardo en la mochila.
-Tienes que entrenar, te has demorado una hora, me las cobrare. Ve a vestirte.- ella se paró y dirigió una mano a su frente para hacer un saludo militar.
-Señor.- sonrió y salió de la oficina.
Camino hacia los baños y se colocó ropa deportiva. Ató su cabello en una coleta y guardo sus pertenencias en su mochila. A ésta la guardo en el casillero número siete que se encontraba dentro del vestidor.
Camino fuera de éste y se digirió al cuadrilátero. Allí la esperaban Steven junto a Eduard, eran sus dos entrenadores.
-Ven aquí Mak, voy a ponerte el vendaje.- ella se acercó a Eduard y le alcanzó una de sus manos. El hombre colocó una venda blanca alrededor de ésta.
-Quiero que te concentres en el saco hoy, hazlo mierda si es necesario.- habló Steven y ella asintió con la cabeza. Luego de tener bien puestas las vendas estiro un poco su cuerpo y dio varios saltitos en su lugar para calentar los músculos.- No quiero ver qué pares ¿me has escuchado? Recuperaras la hora perdida.- ella rodó los ojos y se acercó al saco. Comenzó a golpearlo rítmicamente.- ¡más rápido Makena!- ella respiro hondo y comenzó a moverse más rápido. Sus nudillos se estaban adaptando a las vendas. La realidad era que nunca las usaba pero a Eduard se le ocurrió molestarla con ellas hacia un mes, decía que lastimaría menos sus nudillos, no había nada que le importara menos.
Golpeó con fuerza, dos derechas y una izquierda. Prácticamente tenía una coreografía marcada en su cerebro, movimientos de cadera acompañados de puños y patadas.
Tenía veinticuatro años y doce de ellos se la había pasado entrenando. Entro a la academia de guardaespaldas a los diecisiete gracias a un reclutador que se acercó a ella en él gimnasio.
Era muy joven e inexperta, nadie confiaba en ella, ni siquiera ella misma. Luego de dos años de duro entrenamiento en la academia se graduó como guardaespaldas.
Todos los días entrenaba duro junto a Steven y Eduard. Steven se encargaba de la parte pelea y autodefensa y Eduard era más bien su médico. No estaba graduado pero la experiencia dentro del gimnasio fue tallando su sabiduría.
-¡Más duro Makena! ¡Concéntrate!- ella no se detuvo, aumentó la fuerza en sus golpes provocando que el saco se moviera agresivamente.- ¡Mantente así!- La chica mantuvo la fuerza de los golpes. Unas gotas de sudor comenzaron a caer por su frente, apretó los dientes y respiro hondo nuevamente.
Steven la tuvo así hora y media, los nudillos le dolían y sus músculos comenzaban a acalambrase. El top que llevaba puesto estaba completamente empapado y estaba despeinada.
-Has aprendido a venir temprano ¿verdad?- ella asintió con su cabeza y limpio su frente con una toalla.- estira y ve a ducharte. Mañana te quiero puntual aquí.- ella rodó los ojos y comenzó a estirar mientras veía a los dos hombres caminar hacia la oficina.

MAKENA. Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora