Capitulo 33

2.2K 172 3
                                    

P.O.V Makena
-Es nuestro día libre ¿y nos estás molestando?- vi entrar a Ethan al gimnasio.
-No ha sido mi culpa, el me ha seguido.- el más alto de los guardias sonrío de costado.
-Es obvio, últimamente es tu perrito faldero.
-Ethan, cierra la puta boca.- dije enfadada
-Cálmense ¿dónde está Axel?- hablo Richard esta vez tratando de prevenir alguna discusión.
-Adentro, en la oficina principal al fondo, yo me voy de aquí.- dije, los tres hombres me observaron raramente mientras me dirigía a las puertas.
-Tenemos que sacarle de aquí, ¿Que tienes mas importante que hacer? Si nosotros trabajamos en nuestro día libre tú también.- dijo Ethan. Me detuve y voltee a verles.
-Renuncio, no quiero saber más nada de ese gilipollas.- Richard frunció el ceño.
-¿Que dices? Tienes un contrato.- hablo el más viejo.
-Me importa una mierda el puto contrato, renuncio y ya.- Ethan se acercó a mí.
-Escucha, no puedes irte porque si ¿Que ha pasado? ¿Te ha hecho algo? Sabes que puedo arreglarlo.
-No ha hecho nada, solo quiero irme y ya.
-¿Es por algo que hice?
-Claro que no, solo que...-suspire fuertemente, estaba frustrada y los gritos de todas las chicas allí no me ayudaban en nada.
-Creo que debemos dejarla sola, necesita pensar. Nosotros podemos con esto, lo hemos hecho mil veces. Vamos a movernos.- hablo Manuel esta vez.
-Yo..lo siento pero no puedo ayudarles esta vez.- y fue lo último que dije antes de irme inmediatamente de allí, ya no quería saber más nada de Axel Lowell.

Estacioné mi jeep cerca del antiguo edificio en donde vivía, mi apartamento seguía esperándome, tenía muchas de mis cosas allí así que me quedaría en mi hogar.
Fue una idiotez irme de ahí en primer lugar, no era necesario tener tanta cercanía con el "jefe".
Luego de subir infinitas escaleras, ya que el ascensor estaba roto -siempre lo estaba- pare frente a mi puerta. Una gran puerta de madera maciza de color castaño, horrible, pero eran las políticas del edificio.
Abrí e inspire hondo, en breve el olor a humedad inundó mis fosas nasales, había olvidado ese olor característico de aquí.
Entre y observe todo, cerré lentamente la puerta tras de mí. Este apartamento me traía muchos recuerdos, Theodor era el primero que llegaba a mi cabeza cada vez que entraba aquí y era obvio, fue él quien me regalo este lugar. Gracias a el yo tenía donde vivir.
Me quite la chaqueta y la tire sobre el viejo sofá, camine hacia mi habitación y me deje caer sobre la cama. Extrañaba ya esta mierda de colchón.

Escuche ruidos en el living, tenía el arma en mi cintura aún y no, no me molestaba para dormir.
Nadie podía entrar aquí, solo el jefe de la agencia sabia donde vivía, nadie más. Y tendrían que derribar la puerta que no era tarea fácil. No puede ser que haya tenido el sueño tan pesado como para no notar eso. Me levante cautelosamente y camine de la misma manera, escuche una sonrisa, esa sonrisa que jamás olvidaría y abrí los ojos de par en par. Entre al living bruscamente y lo observe sentado sobre el viejo sillón, leía una revista de armas.
-Estoy loca.- guarde mi arma y me di vuelta para volver a ir a dormir.
-Ven aquí, inmediatamente.- me detuve bruscamente. El no podía darme órdenes, el ya no existía.
-Estas muerto y yo estoy loca, déjame dormir.
-Que vengas.
-No le haré caso a un fantasma, definitivamente enloquecí.
-Makena Robins, te he dicho que vengas aquí.- rodé los ojos y delibere entre hacerle caso a un fantasma o ir a dormir racionalmente como las personas normales.
-¿Que es lo que quieres?- pregunte dudosa.
-Estas haciendo las cosas mal y lo sabes.
-¿Y tú que sabes?
-Estas hablando con un fantasma, se supone que nosotros lo sabemos todo. No puedes abandonar tu trabajo, no puedes dejar que ese tal Axel haga lo que quiera. Tu misión es cuidar de su culo, mi chica, la chica que entrene no renunciaría.
-Todo ha cambiado desde que moriste Theo
-Lo se y también sé que eres fuerte así que deja de ser tan idiota y sigue con tu trabajo.
-Oye, yo no tengo la culpa de esto. El me ha dicho que sigo siendo la misma huérfana muerta de hambre de siempre, no puedo perdonarle y lo sabes. Nadie puede usar mi pasado en mi contra, ya bastante tengo con los errores que cometí.
-Dejaras que unas simples palabras te afecten ¿desde cuando?- me acerqué a el, quería sentarme a su lado pero iba a terminar de ser muy desquiciado.
-Escucha, él me importa. Nunca nadie me importó tanto de esa manera, me importa lo que piense de mí, me importan sus palabras y sus actos. Es una mierda pero así son las cosas ahora.
-Tienes que seguir adelante, lo primero que te he enseñado es a no involucrarte demasiado con tus protegidos, veo que no te ha importado mucho esa lección. Así que quiero que sigas con tu trabajo profesionalmente. Formatea tu cerebro o no sé, haz algo para olvídate de ese chico. Concéntrate.- le observe, parecía tan real.
-¿Por que estás aquí?- pregunte, él sonrió.- has sido un cabron por haberme dejado sola.
-Son cosas que pasan, un día estás aquí y al otro ya no. Supéralo niña. Te he dado las herramientas necesarias para que sobrevivas, no me decepciones Makena.
-Está bien, siento si has tenido que venir aquí a regañarme. Haré lo que pueda, no dejaré el trabajo ¿Okey?
-Okey, ahora vuelve a la cama. Duerme tu que puedes.
-¿Nos veremos pronto?
-Oh claro que no, ya no te quiero ver, mucho menos para regañarte.- rodé los ojos- ha sido todo un sueño, así que vuelve a la cama, despierta y sigue con tu vida. No quiero errores Robins.
-De acuerdo.- camine hacia mi habitación más que extrañada y me recosté nuevamente en mi espantosa cama.
Luego de eso, desperté. Y todo estaba normal. Estoy quedando loca, muy loca.

MAKENA. Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora