Capitulo 49

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P.O.V Axel
La necesito, como nunca. La extraño, quiero verla. Me niego profundamente a olvidarla. Joder esto es tan difícil.
Saque su foto de mi billetera y la observe, su rostro es tan perfecto. Había robado la imagen de su curriculum, lo encontré en la papelera de la oficina de Richard, me dolió ver esas hojas ahí, sé que solo son unas simples hojas pero contenían su información y de algún modo el recuerdo de su estadía por mi casa y por mi corazón.
-¿Estas bien?- sentí golpes en la puerta del baño en donde me encontraba. Guarde la foto de Makena más que rápido y respondí.
-Si, salgo en un momento Manuel.- dije, era el único que se preocupaba, algo, por mi estado de ánimo de todos los días, es que se había dado cuenta de que en verdad quería a Makena y que me hacía falta siempre. A veces hablaba con él y me descargaba, pero el no tenía permitido hablar de ella así que no lo hacía tanto.
Solo quisiera saber cómo está, si está bien y espero que lo esté. Si ya ha salido del hospital, si le va bien con sus dos riñones.
Aún recuerdo la última vez que la vi, fue antes de la operación, estaba blanca y fría, estaba muriendo. Recuerdo que me dijeron que había perdido un riñón y que el otro estaba lo suficientemente mal como para ser viable solo. Si o si necesitaba ese transplante y no lo pensé dos veces, de inmediato mandé a que me hagan las pruebas sanguíneas para ver si éramos compatibles y con la suerte de nuestro lado los resultados dieron positivos.
No quise esperar más tiempo, no quería que ella muriera, no si podía hacer algo al respecto. Entonces autorice la operación, la única opinión que tuve en cuenta fue la del doctor, las demás ni siquiera me importaban. Creo que mi madre enfureció también por eso, porque ni siquiera le pregunté qué opinaba, tan solo lo hice. Y fue algo como un impulso, un comportamiento guiado por el amor que sentía hacia esa mujer. No me interesaba qué pasaría después conmigo, lo único que quería era su bienestar.

Había hecho llamar con un amigo a la empresa en donde trabajaba, quería averiguar si estaba bien, si estaba trabajando. Lamentablemente le han dicho que esa agente ya no cubría más sus servicios y que no podían darle información. Le pedí que insistiera, que inventara aunque sea que quería trabajar con ella pero le han dicho que esa agente estaba suspendida por incumplimiento de normas internas. Así que Makena había perdido su trabajo, por mi culpa. No podía dejar de pensar en donde estaba y con quien, de que vivía, como haría, si estaba sola o acompañada, joder. Me volvería loco en poco tiempo.
Mi madre evadía todos mis intentos por saber de ella. Quería que piense que ya estaba muerta, quería que me olvide de su persona. Ella no comprende lo mucho que la amo.
Me observé en el gran espejo, las ojeras ya habían tomado una gran parte de mi cara, tenía los labios secos y la piel un poco menos cuidada que antes. Lave el mismo con un poco de agua fría, respire hondo, como si los pulmones no me fuesen suficientes como para la cantidad de aire que ingería. Y luego solté todo ese aire en un suspiro algo quejoso.
-Todo está bien...-susurre mientras salía del baño.- todo estará bien...- repetí nuevamente en voz baja,  levante la mirada y observe a Manuel, me estaba esperando para irnos. Tenía que hacer tres entrevistas y una sesión de fotos, mi animo ya no era el mismo de antes, pero con un poco de maquillaje y de fingir ya estaba todo solucionado.
-Richard está esperándonos en el auto.- pronunció mientras caminábamos. Observe la casa, observe las zonas comunes y recordé. Todos los días recuerdo, la recuerdo a ella, recuerdo los momentos que pase con ella. Recuerdo todo, y duele.
-Salgamos de aquí, de inmediato.- apresure mis pasos, Manuel siguió mi ritmo. No quería estar en la casa, no en esa casa.
Desde que ya no veo a Makena no he estado en allí, he decidido salir, solo iba a dormir y a veces a comer.
Subimos al coche sin mediar palabra alguna. Richard se había vuelto más serio y apuesto a que fue por culpa de algún sermón de mi madre. De alguna forma u otra había dejado que la situación se saliera de sus límites y bueno, pasó lo qué pasó.
-Tienes un almuerzo programado con tu prometida.- hablo. Se mantenía serio, como siempre.
-Sasha- dije, no quería que la llamasen así, por nada en el mundo ella era mi prometida de verdad, llamas así a la persona que amas y claramente yo no la amaba
-Tu prometida.- volvió a repetir, rodé los ojos
-Como sea, llévame al trabajo y luego al almuerzo.- él me observo a través del espejo retrovisor. Conecte mis ojos con los de él por un segundo y luego los dirigí hacia la ventana. Ya no me importaba Richard, en lo más mínimo. Ya no me importaba absolutamente nada.

MAKENA. Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora