P.O.V Makena
-Miren quien ha venido, la que se ha olvidado de que tiene gente que espera por ella aquí.- gritó uno de mis entrenadores cuando me vio entrar. Todas las personas en el gimnasio se voltearon a verme.
-No seas dramático Eduard- rodé mis ojos.
-¿Vienes a entrenar?- pregunto acercándose a mi.
-No, vengo a verles. Hay un gimnasio en la casa.
-Discúlpame chica adinerada.- hablo divertido. Le dedique una leve sonrisa.- ¡mírate! Hasta sonríes y todo, ¿que te han hecho?- se acercó más y me abrazo.
-Oye, que sonría no significa que me gusten los abrazos. Quítate.- le empuje.
-Error, sigues siendo tu.- se separó de mi y me sonrió- ¿como vas con tu nuevo trabajo?
-Bien, por ahora.- alce mis hombros y luego los baje restándole importancia al tema.- ¿Steven?
-En su oficina, vamos, te acompaño.- avanzó y le seguí, pasamos por al lado de varias personas que se encontraban ejercitándose.- Nicolás, haces trampa y juro por Dios que te echo del gimnasio, sigue con el ejercicio.- dijo dirigiéndose a un chico algo rellenito que se encontraba allí.- sabes que tengo ojos hasta en la nuca, no puedes hacer trampa conmigo.- el chico rodo los ojos y siguió ejercitándose. Antes de llegar a la oficina de Steven se detuvo y por lo tanto yo también lo hice.- ¿como te está yendo con el chico nuevo? Me han dicho que es un retardado egocentrico, ya sabes, las noticias corren muy rápido aquí dentro.- rodé mis ojos.
-Es algo retardado si, pero solo quiere llamar la atención ya sabes es de los ricos que no han tenido infancia.- hable sin medir palabras, la verdad es que quería visitar a Steven y largarme, no es que no quisiera a mis ¿amigos? Es que no me gustaba estar mucho tiempo hablando estupideces en un lugar.
-¿Sus papis no le daban lo que en bebe quería?- hablo divertido Eduard. Suspiré, ya me estaba agotando la poca paciencia.
-¿Podemos irnos con Steven? Gracias.- el hombre a mi lado suspiro y borro la sonrisa de su rostro. Avanzó y le seguí. A veces solía ser muy denso y yo no tenía problema en interrumpirle el momento divertido. Golpeó la puerta de la oficina y aviso que estábamos allí.
-Mira quién es...
-Eduard, sé quién es, sigue estando igual.- levanto un poco la mirada para observarme, mi entrenador estaba leyendo algunos documentos, tenía un parecido a Richard en ese aspecto.- ¿cómo estás?
-Viva.- me senté en una de las sillas cerca de su escritorio.
-Pues es suficiente.- leyó por unos minutos más el documento que tenía en sus manos y luego lo dejo a un costado.- ¿como te ha ido con el chico rico?
-Bien, sin quejas al respecto. ¿Aquí como va todo?
-Clientes nuevos, muchos adolescentes hormonales tratando de cambiar sus apariencias para atraer chicas. Ya sabes.
-Idiotas.
-Si, idiotas, pero al menos me dan de comer.- pude notar su voz algo divertida. Steven era como yo, no éramos unas personas muy alegres que digamos, era por eso que nos llevábamos bien.
Escuchamos gritos en la parte de máquinas en el gimnasio y nos alertamos, en ese lugar nunca se escuchaba más nada que la radio o los gritos e insultos "alentadores" de Eduard. Los tres salimos al exterior de la oficina buscando con la mirada que era lo que había mal. Vi una silueta conocida, yo conocía esa espalda, la conocía muy bien gracias a que pase horas observándola sin detenimiento. Avance rápidamente hacia el y lo cubrí todo lo que pude con mi cuerpo. Mucha gente se encontraba alrededor.
-Te he dicho que no vinieras ¿qué haces aquí?- le empuje para que caminara hacia la oficina de Steven- Eduard, Steve, ayudenme con todas ellas.- le hable a mis entrenadores. Ambos asintieron y comenzaron a tratar de alejar a las chicas que se encontraban eufóricas.- camina rápido joder...
-No me toques..-se removió brusco y siguió caminando- puedo hacerlo solo, no necesito de tu ayuda.- su tono de voz, había algo raro aquí. El me hablaba como lo hacía los primeros días en los que estaba en la casa. Fruncí mi ceño y lo observé pero no dejamos de caminar. Nos adentramos a la oficina y cerré la puerta tras de mí.
-¿Que pasa?- le observe seria.
-¿Que pasa?- sonrió irónico- ¿Que, qué pasa?- puso sus manos en su cintura y me observó. Podía notar furia y decepción en sus ojos.- Lo qué pasa es que piensas que soy un retardado que quiere llamar la atención, eso pasa. Lo siento por no tener infancia, es verdad, mis papis no me daban lo que quería, ¡de hecho mi padre no podía darme nada!- gritó- era un cuerpo moribundo y cancerígeno sobre una cama horrible así que no, ¡no podía darme nada!- su rostro estaba rojo, tenía los puños apretados. Yo lo observaba en un estado de shock, estaba repitiendo las mismas palabras que Eduard- te he escuchado, te he seguido y te he escuchado. Hablaste de mí como si fuera una gran mierda. ¡Te explique por qué era así! Deje que me vieras sufrir y esto es lo que recibo.- no podía decir ni una palabra, el había escuchado todo y aunque mis palabras no hayan sido de verdad, a él verdaderamente le dolieron.- no sabes cuánto me ha dolido escucharte hablar así de mi, tú, Makena Robins, probablemente la persona que más quiera en estos últimos días has hablado mal de mí. Me lo podía esperar de Ethan, lo podía esperar de Manuel, ¡hasta de Richard! Pero jamás de ti, me he tomado el tiempo para explicártelo y tú no le has dado importancia...-pasó una mano por su cabello. Se le veía muy frustrado y nervioso. Trataba de calmarse. Luego de varios minutos de silencio suspiro pesadamente.- quería salir de aquí y me he encontrado con ese grupo de chicas, de un momento a otro se ha llenado el lugar de gente.- movió una de las sillas que se encontraban allí y se sentó.- ¿No vas a decir nada en tu defensa?- preguntó mirándome fijo.
Lo cierto es que no tenía nada que decir, osea si, pero nada salía de mi boca.
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MAKENA. Terminada.
RomanceA Makena Robins le asignaron un nuevo protegido en su agencia de guardaespaldas. Hacia varios meses no se dedicaba a esa actividad, desde su último caso quiso retirarse pero su jefe insistió depositando muchísima confianza en ella nuevamente. Su nu...