P.O.V Axel
Me acosté en mi gran cama al fin, estaba agotadisimo. Apoye mi cabeza en la almohada y observe el techo. Cerré mis ojos esperando a que el sueño me atrapara pero no fue así, estaba cansado pero no tenía sueño. Suspiré y volví a abrir mis ojos.
Mañana tenía dos entrevistas y una sección de fotos.
A veces todo esto me cansaba, quería la fama pero al mismo tiempo no. Muchas veces me preguntaba cómo sería tener una vida tranquila.
Ya había olvidado cómo era, había olvidado mi niñez y adolescencia.
Lo único bueno que recordaba era los momentos junto a mi padre, él era el único en esta tierra que me entendía.
Lastimosamente había abandonado este mundo gracias al cancer. Mi madre debió de hacerse cargo de todos los negocios y empresas de la familia, se resguardó en eso y de a poco se convirtió en la mujer que hoy en día es.
Calculadora, fría y distante, así es como la puedo describir, ella jamás volvió a ser la misma. Y a veces me dolía, dolía la distancia entre nosotros.
Sentí mi boca seca así que me levante, no podía llamar a la empleada ya que todos dormían.
Me puse mis pantuflas grises y abrí la gran puerta de mi habitación. Camine por el oscuro pasillo y al pasar por la puerta de la habitación de la pequeña guardaespaldas sentí unos gemidos extraños. Fruncí mi ceño ¿que mierda sucedía allí dentro?, me acerqué como una pequeña vieja husmeando y apoye una de mis orejas sobre la dura madera.
No era correcto, pero vaya que por algún motivo si me interesaba lo que sucedía dentro de esa habitación, si la chica estaba teniendo sexo con alguien entonces tenía yo una excusa para echarle.
-¡Hijo de puta!- sentí que grito. Abrí mis ojos de par en par, ella no era cariñosa ni siquiera para tener sexo. Sentí silencio por unos segundos y fue entonces cuando decidí retroceder y volver a mi camino hacia la cocina.
Di solo cuatro pasos hacia adelante cuando escuché que su puerta se abría bruscamente.
Le pude ver, ella tenía atado su cabello pero igual estaba alborotado, unas gotas de sudor corrían por su frente y pecho, tenía puesto un top y un pantalón pijama de color gris con rayas celestes. Su cara de molestia permanecía allí como siempre.
Rodé los ojos, ¿había terminado con su terapia sexual?.
Ella pasó por mi lado ignorándome completamente y bajo la escalera más que rápido. Yo seguí mi camino de manera tranquila.
Al llegar a la cocina pude verla bebiendo un zumo de naranja, tenía una mano en su cintura mientras que con la otra sostenía el vaso en forma horizontal sobre su boca. Camine hacia la heladera y tome un poco de leche, la puse en un vaso y metí dentro del microondas. Dicen que la leche caliente te hace dormir así que es hora de experimentar si es verdad. Apoye mi espalda en la encimera y cruce mis brazos sobre mi pecho. Le observe aún más, ella estaba descalza.
Dejo el vaso de cristal sobre la encimera a unos metros de mí y me observó de reojo.
-¿Que miras?- pregunto brusca.
-Nada.- gire mi cabeza para observar el vaso dentro del microondas.
Escuche un ruido en la puerta de la cocina y voltee nuevamente mi cabeza para observar que era lo que lo provocaba, Makena repitió el mismo movimiento que el mío observando la puerta.
David, el jefe de mucamas, se adentro a la cocina, él si llevaba un aspecto de mierda. Estaba pálido y tenia sudor en todo su rostro.
-Hola chicos, he venido a por un relajante o algo, me comenzó a doler el pecho cuando desperté para ir al baño.- el hombre camino lenta y perezosamente adentrándose más a la cocina. Tomo uno de los vasos de cristal de uno de los armarios y lo dejo sobre la encimera, Makena le seguía detenidamente con la mirada todos sus movimientos.
El hombre abrió un cajón que había debajo de la encimera y saco un blister de pastillas. Quito una del mismo y camino torpemente hacia la heladera, en un momento se tropezó con sus propios pies y entonces alce una de mis cejas ¿qué diablos le ocurría?
Esquivo a Makena y camino hacia dónde estaba el vaso con una jarra de agua en sus manos. Dejó la jarra en la superficie firme y apoyo sus manos también en la misma, respiró hondo y agacho un poco su cabeza. La guardaespaldas y yo manteníamos la mirada sobre el, el microondas hizo el típico sonido indicando haber acabado y entonces me voltee para buscar mi vaso de leche.
-No lo hagas.- sentí que Makena habló. Fruncí mi ceño y me voltee pensando que me hablaba a mi.
Ella estaba al lado de David, este había comenzado a temblar un poco y dejo la pastilla sobre la encimera. -ven, sé que está algo frío pero recuéstate sobre el piso.- les observe extrañado. El hombre se dejó caer con la ayuda de la chica, ella lo acomodo derecho y se puso a su lado de rodillas.- bien David, quiero que respires hondo, despacio. Concéntrate en eso ¿si?- no entendía lo que quería ella realmente. Pero el hombre ya se veía definitivamente mal. -Axel, ve a por un móvil o teléfono, llama al 911.- me indicó, automáticamente mi cuerpo se tensó impidiéndome moverme.- ¡muévete!- gritó para llamarme la atención. Observe como David cerraba sus ojos y su pecho dejaba de moverse a ritmo normal para detenerse completamente, abrí mis ojos de par en par.- ¡carajo!- ella desabotonó la remera del pijama de mi empleado y puso sus palmas sobre su pecho.- Axel, puedes con esto, ve a por un teléfono, llama al 911 y diles qué hay un hombre aquí que entro en paro.- no podía moverme.-Well, you can tell by the way i use my walk I'm a woman's man: no time to talk.- comenzó a cantar y entonces mi cerebro reaccionó, ella estaba cantando Stayin Alive, esa era la canción que me enseñaron para hacer una reanimación cardiopulmonar. Comenzó a presionar en su pecho una y otra vez al ritmo de la canción que ella misma cantaba. Corrí por la cocina y tome el teléfono que había en la misma, marque al 911.
-Hola, tengo a un hombre aquí que acaba de entrar en paro, necesito una ambulancia urgente.- hable nervioso mientras observaba a Makena hacerle masajes reanimantes en el pecho. Ella estaba muy concentrada. Les di la dirección de la casa y me dijeron que en minutos estarían aquí. Coloque el teléfono en su lugar y camine hacia ellos.- ¿necesitas ayuda?- se me ocurrió preguntar. Ella negó con su cabeza mientras seguía cantando y presionando. Si otra fuera la situación me estaría riendo de lo bizarra que era esta escena.
-Llama a Richard y a los chicos.- me indicó. Asentí con mi cabeza y corrí hacia la planta alta. Aún no salía de mi asombro, tenía el presentimiento de que sería una noche realmente de mierda.
ESTÁS LEYENDO
MAKENA. Terminada.
RomanceA Makena Robins le asignaron un nuevo protegido en su agencia de guardaespaldas. Hacia varios meses no se dedicaba a esa actividad, desde su último caso quiso retirarse pero su jefe insistió depositando muchísima confianza en ella nuevamente. Su nu...