34

48 4 2
                                    

Cuando regreso a la escuela al día siguiente, me doy cuenta de que las cosas siguen mal, incluso me atrevo a decir que han empeorado. El ambiente es muy molesto para mí y todos parecen a punto de explotar, en especial Alberto, quien estoy segura que desea poner en su lugar a la estúpida coordinadora.

Yo lo apoyo totalmente, no por el hecho de que me guste o gustaba sino porque es lo justo. ¿Quién se cree esa vieja para hacernos esto? Al ver la actitud que ha tomado la directiva muchos se están preguntando si realmente ellos se interesan por nosotros, por lo que el caos se ha desatado.

—Chicos, debemos hablar, como salón y compañeros en confianza —nos dice la tutora quien parece muy confundida y decepcionada por todo lo que está pasando.

A su lado está nuestra preceptora, la profesora de Educación Física. Ella es una persona curiosa pero agradable, aunque por sus gestos y poses masculinas siempre se ha dicho que ella puede ser lesbiana. En eso estoy de acuerdo porque ni está casada ni se le ha conocido novio, además yo la imagino como la dominante en la relación.

Eh, bueno, no es momento para mis fantasías pervertidas. El asunto es serio y todos nos ponemos en circulo para hablar del tema. Como siempre, es Alberto quien toma la palabra y expresa nuestro desconcierto y molestia respecto a la decisión que tomó la directiva. Uno que otro opina y todos parecen molestos. Por mi parte, este tema me da igual.

¿Qué? No pienso perder mi tiempo por asuntos que ya no pueden solucionarse. Hice todo lo que pude en el examen y espero no desaprobar. Además, conozco a esas brujas y sé que nada hará que cambien de parecer ya que su imagen es mucho más importante que nuestras notas. Así de simple.

Lo triste de este asunto es que nadie piensa como yo y todos siguen perdiendo el tiempo en un asunto que ya no tiene sentido discutir. Es viernes y aún todos siguen con la misma expresión de hace días. Incluso me atrevería a decir que extraño el barullo y los chistes estúpidos que rondaban por aquí.

Es por eso que espero ansiosa a que publiquen los resultados de la prueba y nos den de una vez el rol de exámenes. Estamos en las últimas dos horas del día viernes y nos toca FCC con el profesor Alejandro, un hombre mayor pero carismático y fiel a sus principios. Y es que por ser tan buena gente pocos toman en serio su clase y solemos conversar en vez de prestar atención.

En mi caso, estoy hablando con Lola, contándole lo ocurrido con Augusto y Matías. Ella ya había perdido la esperanza de sacar buena nota apenas terminó el examen por lo que le da igual lo que ocurra con el resto del mundo. Por su parte, Alana está desinteresada en el asunto porque nuevamente está ilusionada con el Chato. Y creo que tenemos mucho rato para escuchar sus amoríos con ese chico.

Por supuesto, bajo la voz ya que el trío de chismosas está cerca de nosotras, pero distraídas hablando de sus "amoríos". Esas chicas hablan tan fácilmente de esas cosas, pero, por suerte, hoy no es algo tan explícito, solo puro raje respecto a sus relaciones.

—¿Entonces siguen con ese ridículo plan? —pregunto Lola, quien realmente parece cansada de asunto.

No puedo evitar mirarla con molestia ya que se supone que al ser mi amiga debería apoyarme.

—No es un plan ridículo, es genial. Ahora todo va mejorando y Augusto va dando señales de que pertenece al otro equipo. Lo raro es que mi detector gay no lo ha notado aún, pero sé que a este paso todo estará bien —le digo sin poder ocultar una sonrisa.

—La verdad no creo que es gay —me dice Lola y yo la miro para indicarle que se calle—. ¿Qué? No es gay, entiéndelo. Y aún si lo fuera, no deberías utilizar a la hermosa comunidad lgbt+ para tus malvados propósitos.

—No son malvados, creo. Bueno, solo quiero que reciba un poco de su propia medicina. ¿Es tan malo eso?

Lola asiente y es en ese mismo instante que nos llaman para que veamos los resultados. Cuando los veo no puedo hacer más que suspirar. Exoneré RV como ya sabía y Religión, lo cual es una sorpresa. Además, aprobé CTA con 11 pero muchos otros, como Ignacio, están jalándose los cabellos al ver sus notas.

Prefiero no opinar.

***

Después de un placentero viernes, ya que terminé hablando dos horas por teléfono con Lola y mensajeando a Matías mientras veía un drama coreano, ha llegado el sábado. Como siempre fui a mi academia de inglés y pasé un buen día junto a mi amiga, además de observar a un chico lindo que estaba parado en la escalera y después de una larga travesía en el bus, llegué a casa.

Mi madre está cocinando el almuerzo, lomo saltado. Pero además está hablando por teléfono desde hace un buen rato y yo estoy simplemente esperando mi plato.

Cuando al fin termina, me informa que vamos a salir hoy.

—Estaba hablando con Amy y hemos quedado en ir a comer con su hijo y su esposo a una pollería en el centro, ¿qué te parece?

Wow, está sí que es una sorpresa. Creo que muchos estarán confundidos acerca de quién es esta señora. Bueno, mi madre y la señora Amy son amigas desde hace muchos años y la última es la madre de Marco. ¿Sorpresa? En realidad, no tanto, pero tengo que aparentar no estar muy emocionada por la idea.

—Ah, por mi está bien —le respondo a mi mamá intentando hacer que no parezca evidente mi emoción—. ¿A qué hora nos vamos a encontrar?

—A las ocho así que espero que estés lista a las seis ya que a esa hora fugamos —me dice mi mamá y aparece delante de mí con los platos de comida.

***

Intento ver esto como algo normal y escoger cualquier polo y jeans que encuentre, pero no puedo. Quiero verme bien, algo extraño en mí ya que eso nunca me ha importado, y es por eso que no puedo decidir qué vestir.

Ya son casi las seis y mi madre va estar hecha una furia si me ve en estos momentos. Por eso tengo que escoger un polo negro y unos jeans azules. Me veo aceptable pero mi cabello arruina todo. Al ser tan ondulado tengo que echarle gel para que no se pare y termino colocándome una vincha, una cinta que sujeta mi cabello.

Casi quince minutos después, mi madre baja y me llama. Solo falta que me ponga los aretes y estoy lista. Intento pensar en positivo y ocultar mis nervios, aunque no hace falta porque solo es una reunión entre amigos. ¿Verdad?

Y ahora que lo pienso mejor, esta es una muy buena ocasión para dibujarlo nuevamente. Y estoy más que segura que será una sorpresa para él. Vamos, no creo que nada arruine esta noche, ¿o no?

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora