—Es hora de concentrarme en los estudios, Lola —le digo a mi amiga mientras sonrío como si hubiera obtenido ya la victoria.
Lola me mira muy confundida y quiere decir algo, pero parece que no se atreve. A veces creo que con cada idea que se me ocurre la vuelvo más loca.
—¿Y ese inesperado cambio? —pregunta ella de una buena vez.
—Creo que hay cosas en la vida mucho más importantes que los chicos —le digo con seguridad y ella niega con la cabeza—. ¿Qué? ¿No me crees?
Es solo que es imposible de creer —dice ella y se encoje de hombros—. Hace unas semanas estabas terriblemente triste por culpa del "innombrable" y ahora estás como si nada. Además, ¿no planeas ir a esa fiesta con Alana? ¿Qué tiene que ver eso con los estudios?
Bueno, sé que mis cambios de humor y las últimas decisiones que he tomado no tienen mucha lógica, pero necesito centrarme en lo que realmente va a influenciar en mi vida. Sé que tengo otros motivos por los que quiero ir a la fiesta, pero realmente quiero estudiar más. Siento que últimamente no entiendo nada de lo que explica la profesora de Matemática y mucho menos la de Ciencia. Esta última se duerme en pleno examen y sus clases se me hacen eternas. Necesito ayuda.
—Es cierto que quiero estudiar más, pero necesito relajarme. La última vez la pasé genial en la fiesta y quiero volver a sentirme así —le explico.
—¿Pero no fuiste con Marco y Alana? ¿No traerá eso recuerdos?
—No lo menciones —digo entre dientes—. Y no. Digamos que estuve por otro lado y la pasé muy bien. Pero ese no es el punto —digo yo y suspiro—. Solo necesito salir ese día. Eso quiero.
—No creo que me dejen ir —se queja Lola—. Mi madre no me deja ir a lugares tan lejanos. Será para que ponga el grito al cielo y me diga que la hago gastar mucho.
—Ya me lo esperaba —le digo honestamente—. Pero no puedo creer que tú te quejas cuando yo vivo al otro lado del mundo.
—Y por eso te admiro —dice ella entre risas—. Prométeme que me vas a contar todo con lujo de detalles.
—Por supuesto.
***
Cuando al fin regreso a casa, almuerzo rápidamente y a las seis en punto me dirijo a la academia. He reservado clases particulares para estas últimas dos semanas que me quedan y no tengo tiempo que perder. Hoy tengo clase de física y solo sé que será un tormento.
Cuando llego al lugar, la señora que atiende me recibe con una sonrisa y me dice que pase. Me dirijo al salón de clases y veo a un hombre bajito y con lentes que está leyendo un libro. Está con varios kilos de más y viste una camisa azul. Parece serio y aburrido. Genial.
Nos presentamos rápidamente y empezamos las clases inmediatamente. Saco mi libro de ejercicios y él me pregunta por mi libro de teoría. Yo le explico que me olvidé de traerlo y él no parece muy feliz. Me mira como si no creyera mi falta de responsabilidad y saca un libro de su maleta. Yo lo miro suspicazmente y resoplo cuando se da la vuelta.
—No podemos perder el tiempo —me dice él en un tono serio—. ¿Tienes algún tipo de conocimiento sobre la física?
Si obviamos el hecho de que no he aprendido nada de eso durante estos meses por culpa de la profesora, no mucho. En realidad, la clase de la profesora de Ciencia no es solo aburrida y tediosa, sino que no se le entiende nada. Habla muy bajito y siento que me duermo.
—Solo que necesitamos unas fórmulas para las conversiones —le digo intentando aparentar inocencia—. No recuerdo muy bien las fórmulas.
Él me mira como si no pudiera esperar mucho de mí y dice.
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Hilo rojo del destino
Teen Fiction¿Alguna vez han oído hablar de él? Cuentan las historias que es un hilo invisible que conecta a las personas que están destinadas a estar juntas y que pase lo que pase no puede romperse. Interesante, ¿verdad? Lamentablemente, no creo en tales cosas...