—¿Qué quieres comer? —me pregunta Augusto cuando llegamos al patio de comidas del centro comercial que está en Centro Cívico.
Nuestro recorrido ha sido inolvidable. El auto casi nos deja, Augusto casi muere, yo reí un montón, casi muero yo al bajar del carro pero Augusto me sujetó, y luego recordamos que nos olvidamos de pagar el pasaje.
Ahora, que ya estamos en el lugar, Augusto se siente mucho más tranquilo y no puede esperar a comer pese a que las colas no son tan cortas como creíamos. La gente come mucha comida chatarra y nosotros no somos la excepción pero me da pereza ir a hacer cola.
—O sea, me has obligado a venir acá y no sabes qué comer. ¿Eso me estás diciendo? —le pregunto cuando estamos sentados intentando ocultar mi sonrisa asesina.
—Solo estoy siendo amable —replica él y se cruza de brazos—. Además, esta es tu ruta, de igual manera ibas a terminar aquí. Soy yo el que debería replicar.
—¿Eh, me estás jodiendo? Yo no pensaba ir al centro comercial. ¡Tan solo me iba a dirigir a la estación a esperar mi bus del Metropolitano!
—Ya, lo hecho está hecho —dice él y es la primera vez que lo veo tan cortante—. ¿Qué vas a comer?
No tengo ganar de comer si estoy junto a él. En realidad, tan solo quiero irme pero ya que estoy acá no puedo hacer nada. Tampoco tengo mucho dinero así que tendrá que ser algo barato y rápido.
—¿Qué tal Bembos? —le pregunto intentando cambiar el ambiente.
—¿Hamburguesas? ¿En serio? —Wow, parece que está indignado por mi propuesta.
—¿Tienes una propuesta mejor entonces? —Veamos si tienes algo bueno que decir.
Se queda callado y tan solo pone los ojos en blanco. Como lo supuse, este chico solo replica y reniega mas no me da soluciones.
Idiota.
—Entonces vamos —le digo sonriendo por mi victoria.
—No, quédate acá —me dice él y estoy a punto de replicar cuando él continúa—. Necesitamos una mesa para comer y si la perdemos por tu culpa tendremos que comer parados. Yo traeré la comida, ¿está bien?
—Tráeme una hamburguesa clásica entonces, te doy el dinero después. —Agrego esto último cuando veo que él extiende la mano para pedirme el dinero—. Ah, mejor un combo clásico de 10 soles, no puedo comer nada sin papas así que solo eso.
—¿Algo más para la princesa? —pregunta él, evidentemente irritado.
—Uh, mejor un combo mediano. Un combo junior es muy poco para mí —le digo y sonrío mientras él parece cada vez más fastidiado—. Un combo mediano, me avisas cuánto sale al final.
Y le guiño un ojo. Él se va sin responderme y no puedo evitar reír. Este chico está de muy mal humor, algo inusual en él, y no tengo idea de por qué pero ya era hora de que los papeles se invirtieran. Es molesto y ahora me siento feliz de que sepa cómo se siente que una persona este jodiéndote todo el tiempo.
Gracias al karma.
Me quedo esperando como 15 minutos hasta que al fin veo a Augusto aparecer con la comida. ¡Pero este chico! ¡Ha comprado un combo doble! ¡Ah, pero si yo no he pedido esto!
—¿Es que acaso estás sordo? ¡Yo pedí otra cosa!
—Es lo mismo —dice él y empieza a comer su hamburguesa al sentarse.
—Tiene queso, mi pedido no debía tener queso —digo mirando la hamburguesa y termino mordiéndola.
—Agradece en vez de quejarte. ¿Sabes cuánto tiempo estuve esperando por esto? Oh, solo come y cállate —dice él y sigue comiendo.
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Hilo rojo del destino
Roman pour Adolescents¿Alguna vez han oído hablar de él? Cuentan las historias que es un hilo invisible que conecta a las personas que están destinadas a estar juntas y que pase lo que pase no puede romperse. Interesante, ¿verdad? Lamentablemente, no creo en tales cosas...