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Creo que mi odio por los lunes es lo suficientemente claro ahora. Despertar temprano solo para ir a la escuela es uno de los peores castigos que me puede haber tocado. Pero, al fin y al cabo, lo hago porque es mi deber, aunque no sin refunfuñar durante todo el camino. Preferiría mil veces echarme a dormir y no hacer nada, pero mi mamá me mataría.

En fin, al llegar a la escuela me encuentro con Lola quien ha llegado temprano. A esta mujer le encanta dormir por lo que es raro verla tan temprano en el salón.

—¿Pasó algo interesante durante estos días? —me pregunta ella con una sonrisa pícara.

Mi vida es la definición de aburrido. No pasa nada más de lo usual lo cual suele frustrarme. ¿Es tan difícil que algo loco y trágico y dramático me ocurra? Al parecer la realidad es una mierda a veces.

Pero si me pongo a pensar en estos últimos días con detenimiento, no puedo decir que han sido monótonos como siempre. Por el contrario, la salida con Augusto y especialmente la cena en la casa de Augusto no fueron eventos usuales. En este último, no solo conocí a la familia de Augusto sino a alguien que tiene un terrible y siniestro parecido con el caballero.

Ello no solo hace que me duela la cabeza, sino que además haga que quiera arriesgarme a volver a ese círculo vicioso de "el antifaz y el caballero", lo cual pensé que había dejado en claro que era imposible.

Pero el primo de Augusto me desconcierta. Realmente se parece al caballero (al menos a la imagen vaga que recuerdo de él) y actúa como él, pero, si es que él fuera en realidad, entonces, ¿era algo especial o simplemente algo de una noche? Pensar que he idealizado a alguien solo para que para él yo no sea nada más que una chica más que conoció en una fiesta me hace sentir como una idiota. Y es por ello que prefiero que el caballero siga siendo una fantasía. Porque de esa manera nunca va a ser contaminado por la realidad. Siempre será un ideal y nunca alguien real. Además, si ese fuera él, el caballero sabría finalmente quién era yo y no podría más que desencantarse de mi persona. Esa es la cruel y triste verdad.

—No pasó mucho —le respondo a Lola y me pongo a leer uno de mis libros.

—Bueno, al menos espero que estés mejor sobre lo de...

—Sí, al menos eso es algo positivo —le respondo haciendo un ademán de lo inútil que es hablar de ese tonto—. Es difícil pero la vida sigue. La secundaria no es para siempre y el enamoramiento tampoco. No es que yo haya estado enamorada de él, para nada, pero sí me gustaba y sí era importante para mí.

Ella parece no estar muy convencida pero no insiste en el tema.

***

Horas más tarde durante el descanso, mi mirada se cruza con la de Marco. Es apenas unos segundos, pero siento un dolor en el pecho. Ambos apartamos la mirada como si fuéramos desconocidos. Sí, eso es lo que somos. Nunca volverán los días en los que reíamos y jugábamos; ahora solo somos extraños.

Ignacio se aparece de repente y me sonríe. Su rostro cuadrado solo se vuelve más cuadrado con esos anteojos rectangulares y ese peinado de púas.

¿Qué tal la semana libre, Andrajosa? ¿Algo bueno?

Ni loca le voy a contar Ignacio sobre el almuerzo con Augusto. Eso no tiene por qué saberlo.

—No mucho. Solo descansé y dormí mucho.

—Me alegra oír eso —dice él con una sonrisa traviesa—. Una pregunta, ¿por qué te gusta Marco? ¿Qué le ves?

Y nuevamente las preguntas incómodas.

—Eso ya quedó en el pasado y no puedo responder. No lo sé. —Aunque esto es una mentira.

Creo que él me hacía sentir cómoda y me hacía reír así que creo que por eso me gustaba.

—Eso es muy bueno porque si aún te gustara todo sería peor. Te dolería más.

—¿A qué te refieres? —le pregunto sin entender sus motivos.

Ignacio mira de un lado a otro y por fin se digna a hablar.

—Bueno es por lo que él me dijo. —Le pido que continúe—. Digamos que fue muy claro a la hora de decir por qué no podría verte de esa manera.

Siento que saber eso es una muy mala idea, pero ya es muy tarde para cambiar de opinión.

Quiero saberlo todo.

—Dime.

—No podría fijarse en ti porque no te ve como una chica, sino como... Ya sabes. Además, él nunca podría fijarse en alguien tan gorda y poco atractiva como tú. Ni en sus pesadillas eso podría ocurrir y el solo escuchar esa posibilidad le da náuseas. Pero te aprecia como amiga y cree que eres un buen pata (amigo).

No sé qué sentir después de escuchar eso. Fue una puñalada tras puñalada, con el solo objetivo de vengarse de mí por todas las bromas que le hice durante estos años. Tal vez realmente me lo merezco por ser una mala persona y burlarme de su estatura, pero eso no significa que no me lastime.

No puedo decir nada, pero me obligo a sonreír y a decir algo.

—Entonces me alegro mucho de haberme alejado de ese idiota —digo amargamente.

Ignacio intenta hablarme, pero me excuso y voy al baño. Quiero llorar, pero no lo voy a hacer.

Llorar una vez en público por un imbécil es suficiente. No soy tan patética.
Me cruzo con Marco cuando estoy regresando al salón, pero esta vez ya no hay nada en mi salvo cólera. Si está vivo o muerto poco me importa. Lo único que quiero es nunca volver a verlo en mi vida porque esto nunca se lo voy a poder perdonar. Ha lastimado mi orgullo y eso no se lo tolero a nadie.

***

Cuando regreso a casa, voy directo a mi cuarto y borro todas las fotos que tenía junto a él o de él. No quiero ni un solo recuerdo suyo. También rompo los poemas que le escribí y tiro mi diario al ver lo estúpida que he sido. Si tuviera una foto suya la quemaría también. Porque realmente me duelen sus palabras y no sé qué hacer para continuar y aparentar que esto me es indiferente.

Al fin veo su verdadera cara y lo desprecio con todo mi ser. No pienso nunca más dirigirle la palabra ni cruzar miradas con él. A partir de ahora él está muerto para mí.

***

Al día siguiente, siento como si la tormenta ya hubiera pasado. Intento recordar lo más mínimo lo ocurrido y todo está bien hasta que Lola me pregunta si me pasa algo. Incapaz de mentir, debo de decirle la verdad, aunque no soy tan explícita.

—Estoy mejor que nunca. Después de finalmente ver la verdadera cara de Marco me siento feliz de que todo ese drama ya haya terminado.

—¿Cómo así? ¿Qué pasó? —pregunta Lola confundida.

—Ignacio me contó todo lo que Marco pensaba de mí y no me sorprende tanto. Después de todo, ¿cómo podría alguien como yo atreverse a mirar a alguien tan bello y perfecto? ¿No lo crees?

—¿Y tú le creíste? —pregunta Lola aún sin comprender.

—¿Por qué me mentiría? —le pregunto.

—Es solo que... No deberías creer todo sin confirmarlo antes.

—Su comportamiento tiene sentido de ser así. No te preocupes, no lo odio ni le deseo mal.

Es muy poca cosa para eso. Realmente no lo vale.

Intento sonreír y hacerle ver que no me importa, pero Lola parece ver cuán lastimada estoy y tan solo me mira con tristeza.

—Vas a encontrar a alguien mejor.

Pienso en el caballero y en que tal vez, solo tal vez, la vida me está dando una oportunidad para ser feliz y la estoy desperdiciando como una imbécil. Si es quien creo que es, entonces es una posibilidad y no debería temer.

—Tal vez está más cerca de lo que crees —susurro para mí.

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora