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Mi decisión aún no es definitiva. Ni siquiera sé si debo confiar en mi instinto y simplemente arriesgarme por primera vez en mi vida o seguir lo que me dice la otra voz, aquella que me susurra que lo mejor es dejarlo ir. Es como si estuviera en una guerra conmigo misma y no encuentro aún un rumbo fijo. Sí, sé que soy la única culpable y que Augusto, por más que me haya ocultado la verdad, no merece que lo trate con esta indiferencia, pero... ¿Qué más puedo hacer? Nunca he dicho que soy madura así que era de esperarse esta reacción.

En el colegio, apoyo mi rostro sobre la carpeta y cierro los ojos. Tal vez si los cierro durante un largo tiempo voy a despertar de este sueño y nuevamente seré aquella chica que escapó de la fiesta de Halloween hace un año. Despertaría y sabría, primero, que no debo dejar que mis sentimientos nublen mi juicio y por ningún motivo permitiría que Marco se volviera más que un amigo para mí. Tal vez continuaría con sentimientos unilaterales por Alberto y, aunque esa fue una parte tormentosa y triste de mi vida, era mucho más aceptable que lo que pasé todo este año.

¡Ah, ya quiero que termine todo!

—Tierra llamando a Andra —me dice una voz conocida y cuando levanto el rostro veo a Lola mirándome preocupada—. ¿En serio estás bien? Te veo muy decaída. ¿No dijiste que lograste recuperar tu celular?

—Sí, lo hice —respondo y suspiro—. Mi celular está en mi casa. No es eso lo que me preocupa.

—¿Entonces? —insiste ella.

No quiero hablar de eso. Nadie en este mundo sabe lo que ocurrió entre el caballero y yo y espero que eso nunca se revele. Si alguien lo supiera solo sería la burla del siglo. Imagínenlo, yo, una persona totalmente escéptica sobre todo lo relacionado con el amor, terminé en una historia que parece de telenovela. ¡Terrible! Si ya de por sí Alberto me dice "reality" y piensa que actúo como si estuviera frente a las cámaras, ¿cómo sería si supiera que prácticamente terminé como Cenicienta solo que sin la ayuda del hada madrina y sin el final feliz? No, no quiero llamar tanto la atención. Mi último mes en esta escuela sería un verdadero infierno.

—No quiero pensar en eso —le digo y Lola suspira, derrotada—. Es solo que... No sé... Han pasado tantas cosas durante este año que simplemente estoy cansada. Ya quiero que pase la ceremonia de graduación y la fiesta de promoción. Supongo que quiero decir "adiós".

—A veces olvido que odias la escuela —me dice Lola y yo sonrío débilmente—. Bueno, no es el mejor lugar, pero nos conociste a nosotras, tus amigas, y supongo que no fue tan malo, ¿no?

—No, no fue tan terrible —le digo y le sonrío—. Es solo que esperaba disfrutar mucho más de mi adolescencia. Cuando veía las películas de adolescentes veía que todos tenían una vida de ensueño y que iban a fiestas y salían con chicos. No es que yo quiera eso, no realmente, pero supongo que esperaba algo más... Normal para mí.

—Técnicamente sí has conocido a algunos chicos.

—Entre ellos Bruno —le digo yo con una sonrisa pícara y Lola pone los ojos en blanco—. Aunque debo darte el mérito a ti, querida. ¿Acaso no va a ser tu pareja de promoción?

—Eh... cambiemos de tema —dice Lola rápidamente y yo bufo—. Lo que decía es que tu vida no es para nada aburrida. A mí me parece muy interesante. Has pasado por muchas cosas.

—Ninguna de esas cosas ha sido buena —reflexiono sin dejar de sonreír—. ¡Qué va! ¡Todo ha ido de mal en peor! Si tan solo pudiera decirle a mi yo de hace unos meses que no cometa tantas tonterías... Pero no, no puedo hacer nada.

—Tienes que mirar hacia adelante —me dice Lola y yo la miro—. Si hablas sobre lo que pasó con Marquito... Tienes que simplemente continuar. Va a haber una persona que esté ahí para ti y para quien seas la persona más importante en este mundo.

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora