Comienzo nuevamente la semana sin ánimos. Creo que simplemente no espero que algo bueno pase. Me gustaría ser más positiva y pensar que las cosas mejorarán, pero no soy así. No creo en ese tipo de cosas. Me gusta más la realidad que la fantasía. Aunque a veces en la soledad de mi habitación me gusta soñar despierta.
A veces aparece en mi mente el vago recuerdo de alguien erguido, pero sin un rostro que pueda ver frente a mí. Él me estira la mano y yo simplemente la tomo. No lo conozco, pero confío en él. No quiero ilusionarme y pensar que es eterno porque sé que esto va a terminar apenas abra los ojos. Me aferro todo lo que puedo a él y me sostengo del borde de su camisa. Él me mira y entonces veo una máscara y tras esta, unos ojos que brillan y me miran con dulzura. No hay duda alguna sobre quién es, pero cuando quiero preguntárselo, vuelvo a mi realidad.
Es el caballero. Hace mucho que no pensaba en él porque es prácticamente imposible que nos volvamos a encontrar. Pero supongo que muy en el fondo, sobre todo porque no falta mucho para que sea octubre, deseo volver a verlo. Solo una última vez, para asegurarme de que no fue un sueño, sino que fue una maravillosa noche.
***
En clase, las cosas son igual que siempre. Alana y Lola están discutiendo porque ambas quieren hacer la misma parte del trabajo. Alana le dice a Lola que ella quiere esa parte y que tengo que dársela porque ella lo dice. Lola le responde que ella pidió primero hacer esa parte y que no es justo que se la dé a Alana. Yo solamente espero a que terminen de discutir y veo por la ventana el mismo cielo gris de siempre. No hay nada diferente en este lugar, es igual de insoportable.
Veo a Marco conversando con Karly y Fanny. Está sonriendo de oreja a oreja, disfrutando de la atención de las chicas. Se ríe como si le hubieran contado el chiste más gracioso del mundo, encorvándose para no explotar de alegría. Yo solo lo observo de lejos y no puedo evitar sentir algo amargo en la boca.
No puedo soportarlo verlo feliz, es demasiado para mí. Durante estas últimas semanas he intentado controlarme, pero ya no puedo más. ¿Por qué soy la única que lo extraña? Él simplemente me ha demostrado que nunca le he importado. No ha querido hablarme para nada y parece haber superado todo. Quisiera ser como él. Quisiera que para mí fuera tan fácil olvidar a alguien.
La amargura crece en mí a medida que el tiempo pasa y no puedo dejar de pensar en eso. Ya no quiero seguir así, solo deseo olvidar. ¿Es tan difícil dejar todo en el pasado cuando ni siquiera sabes lo que te espera en el futuro? Quería, muy en el fondo, que él fuera parte de mi futuro, pero... ya no puedo seguir así. Quiero rendirme y volver a mi vida de siempre.
En la clase de matemática, la profesora nos entrega los exámenes. Cuando me entregan el mío simplemente cierro los ojos. He desaprobado, algo que casi nunca me ha pasado. Siento nuevamente una ola de cólera en mi dispuesta a atacar a quien se me acerque, pero intento calmarme. Ni siquiera soy buena con eso.
No tengo hambre durante el resto del día y mucho menos quiero hablar con alguien. Me alejo de mis amigas y me voy a un lugar escondido a disfrutar de mi soledad. Apoyo mi cabeza contra la pared y simplemente miro el cielo. ¿Puedo continuar soportándolo? ¿Hasta cuándo? ¿Por qué me duele tanto?
Hay tantas preguntas en mi mente y no hay una solución para ninguna. Me siento inútil, débil al no poder hacer nada para solucionar mis problemas. ¿En qué momento me convertí en alguien tan patético?
Cuando regresamos a clase, Ignacio se me acerca. Me pregunta qué me pasa y yo simplemente intento despistarlo.
—Me enteré por Alana que sacaste mala nota en el examen de Matemática —dice Ignacio algo avergonzado. Maldita Alana—. No te preocupes, no es algo tan malo. Yo no soy muy bueno en Matemática como ya sabes y sigo acá. Vamos, vas a estar bien.
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Hilo rojo del destino
Fiksi Remaja¿Alguna vez han oído hablar de él? Cuentan las historias que es un hilo invisible que conecta a las personas que están destinadas a estar juntas y que pase lo que pase no puede romperse. Interesante, ¿verdad? Lamentablemente, no creo en tales cosas...