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Definitivamente no quiero bailar. Por la presión grupal, me vi obligada a aceptar bailar con todos mis compañeros para la celebración del día del padre que estamos organizando. Será este viernes y todos los padres están invitados. Al parecer esta estúpida idea los ha convencido a todos excepto a mí.

Mi papá no va a venir, nunca ha venido a estas celebraciones y no lo hará. La razón es porque trabaja muy lejos y porque nunca he tenido una buena relación con él. En realidad, he preferido, desde que tengo memoria, mantener la distancia con él para poder estar tranquila pese a que mi mamá siempre ha querido que seamos más un padre y una hija.

Pero eso es imposible, ya tiene que entenderlo.

—Oye, Andra, ¿por qué no le dices a tu papá que venga? —pregunta Alana, quien nunca se entera de nada.

Cierto, hace tiempo que no veo a tu papá. Recuerdo que era un señor gigante. Supongo que por eso saliste tan alta —dice Ignacio sin poder ocultar una sonrisa.

Intento reír, pero cruzo miradas con Marco y de alguna manera siento que lo sabe. Nuestras madres son muy cercanas así que no debería sorprenderme, pero no quiero que él sepa de esa parte de mi vida. Es mejor que nadie sepa porque creo que todos tenemos una reputación y mis problemas solo son míos.

—No va a poder, tiene trabajo —les digo y aunque es verdad, no es todo.

No tienen por qué saber los detalles.

—¿De qué hablan? —pregunta Delfín, quien acaba de aparecer y se ríe.

—Nada, solo cosas sin importancia —dice Marco e internamente se lo agradezco.

—Cierto, ¿van a ir a ver la próxima película de DC? Va a estar buenísima, ¿no creen? —pregunta Ignacio sin poder ocultar su emoción.

—Por favor, yo estoy esperando la de Marvel. ¡Soy fan de Spiderman desde que era un niño! —dice Marco sin poder ocultar su deseo.

—¿Qué es eso? —pregunta Alana y todos compartimos esa mirada de "no puedes hablar en serio"—. ¿Qué? No sé mucho de comics, solo sé que Thor es un tipo grande y verde que anda semidesnudo.

Oh no, no lo hizo.

—¿Cómo te atreves a insultar al sensual Thor? —exclama Lola totalmente ofendida—. ¡Es una infamia! Thor es un bello asgardiano rubio que es hijo de Odín. Y el tipo verde es Hulk, así que aprende un poco.

—Esas son cosas poco importantes y no me levantes la voz —le dice Alana e intenta pegarle a Lola.

Como siempre, esto termina en una pelea de gatas. Los chicos tienen que interrumpir y hacer chistes estúpidos para que las dos se calmen.

—Sabes, Alana, yo sabía que eras ignorante pero no sabía que eras tan estúpida —le dice Marco quien aún no supera lo que ella dijo.

—¿A quién le dices ignorante y estúpida? O sea, ¿cómo te atreves? Ni siquiera somos amigos así que ubícate —le dice Alana y alza su mano para declararle la ley de hielo.

Sin siquiera avisarnos, ella se levanta y se va a conversar con sus otras amigas.

—Auch, eso hasta a mí me dolió —dice Delfín y no puede evitar reírse.

Un silencio incómodo se apodera del ambiente.

—Relájense, es lo usual con Alana —les digo sin darle importancia a lo sucedido—. Marco, discúlpate con Alana, lo que dijiste no fue muy amable que digamos.

—¡Jamás! ¿Por qué tengo que disculparme con esa tipa?

Siento algo arder en mis venas y algo querer salir de mi boca, y no es algo bueno.

—Porque hace un rato te comportaste como un verdadero cretino.

—¿Yo? ¿Pero no has escuchado las burradas que ha dicho?

—Eso no importa. Hay gente que no lee los cómics o ve las películas y simplemente debes de aceptarlos. Además, ella es tu amiga y merece respeto.

—¡Esa estúpida no merece mi respeto y no es mi amiga! Ella lo dejó muy claro.

—Lo dejó muy claro porque tú nunca fuiste un amigo para ella. Ella siempre creyó en ti y después de lo que pasó en el viaje se dio cuenta de que no era reciproco —le digo con cólera.

—Tal vez porque nunca lo fue. Tal vez porque siempre ha sido una insoportable fastidiosa.

—¡Tal vez es porque solo quería tu atención, tonto! Las chicas somos difíciles de tratar y estamos algo locas. Creo que debes de saberlo ya.

Veo que nuestros amigos están algo nerviosos por nuestro comportamiento, pero es que no puedo evitarlo. Él no puede tratar así a una amiga por más odiosa que ella sea, sobre todo cuando sé que antes eran tan buenos amigos.

—Parecen una pareja de casados —dice Delfín y nuevamente se ríe.

—Pero ¿qué te pasa? Solo somos amigos. ¡No tenemos compatibilidad amorosa! —exclamo yo y siento que mis mejillas enrojecen.

—Aunque siempre están juntos y conversan de muchas cosas —dice Ignacio con un tono que no me gusta.

—Es porque somos amigos, solo amigos. ¿De verdad creen que yo me fijaría en él? ¡Por favor! Hay chicos mil veces más atractivos y altos en el mundo —digo y siento que nuevamente la fregué.

Marco me mira y parece aceptar lo que digo. Sé que está dolido, pero no dice nada y simplemente se retira. En estos momentos, tal vez sea yo la que debo disculparme.

***

Los siguientes días nos dedicamos a ensayar nuestro número y nos dan parejas a todos. Como la mayoría son chicas, muchas chicas terminamos emparejándonos con otras. Yo fui una de ellas y me alegro mucho que no me emparejaran con un chico ya que en este momento la situación es un poco tensa. Además, las chicas que bailan con los chicos suelen ser las mejores.

Marco está bailando con Fanny, lo cual me parece bizarro. Él y yo no hemos hablando desde nuestra última discusión y creo que lo mejor es eso. Hay veces en las que creo que termino lastimándolo mucho por lo que no puedo hablarle después.

Hoy es el día tan esperado y todos estamos ansiosos porque acabará en poco tiempo. Veo a todos los padres sentados y entre ellos no está el mío. No me sorprende porque ya lo sabía, pero si tuviera una mejor relación con mi padre, me gustaría que estuviese presente. Ese es un sueño estúpido y que no tiene futuro por lo que he preferido centrarme en mi presente y dejar de pensar en cosas tontas.

Cuando salimos a bailar salsa, bailo de manera automática, sin sentir nada de emoción. Todos los reflectores están en nosotros al igual que los ojos que cientos de personas, pero no siento nada. Me muevo instintivamente y ni siquiera me importa si lo hago bien, solo quiero acabar con esto.

Al fin terminamos el baile y veo como todos estamos cansados. Me siento algo triste y no sé la razón, solo sé que quiero irme ya de este lugar. Veo a todos hablar y estar tan emocionados por este día y no puedo entenderlo. Es solo una celebración más como todas las que hemos tenido durante estos once años, no es la gran cosa. No importa que sea la última porque no hay nada que nos une más que el título de compañeros.

Incluso veo que algunas chicas se ponen a llorar. Yo lo único que pienso es que se ven patéticas.

—¿Qué te pareció el baile? ¿Estuve bien? —pregunta Lola, quien parece muy cansada.

—Es la misma mierda de siempre —le respondo y veo que no es la respuesta que esperaba—. No sé por qué todos se ponen como si esto hubiera sido la gran cosa.

En ese mismo momento decido retirarme y no volteo en ningún momento. No quiero seguir perdiendo el tiempo en un lugar como este. 

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora