Los preparativos para el infame proyecto de la paz demoraron más que lo creíamos. Supuestamente ya sabíamos cómo nos íbamos a repartir el trabajo, pero la profesora nos dijo que no podía ser así y tuvimos que cambiar todo. Por supuesto, esto solo hizo que pasara más tiempo con Marco, lo cual no fue agradable para ninguno de los dos. Era tan incómodo que cuando nos cruzábamos en la puerta teníamos que mirar a otro lado para evitar todo tipo de contacto. Solo quiero que acabe esta tortura.
Y por fin es el dichoso día de la presentación. Cada uno de mis amigos está en el curso que le corresponde y yo estoy acá con Marco y compañía. Desearía que la noche ya terminara, pero este proyecto va a durar unas dos horas, en otras palabras, cuatro presentaciones seguidas. Cielos, necesito que este día ya termine. Miro el reloj esperando que ya sea la hora pactada para empezar este suplicio, pero aún no termina.
¿Por qué demoramos tanto?
Por otro lado, no quiero que empiece. ¿Y si lo hago mal y quedo en ridículo frente a los padres de familia? ¡Ay no! ¡No necesito más humillaciones en mi vida!
Veo a Marco mover una de sus piernas nerviosamente y sé que está asustado. Quiere aparentar tranquilidad con su cara de serio y su corbata tan elegante, pero se muere de miedo. Nunca le ha gustado hablar en público y está vestido formalmente por lo que la escena es muy graciosa. Bueno, yo también estoy vestida formalmente así que no tengo que burlarme. ¡Debo verme igual de graciosa para los otros!
—¿Preparados, chicos? —pregunta la profesora completamente entusiasmada.
Todos nos miramos sin saber qué decir y yo miro por la ventana. Si tan solo pudiera escapar, sería tan feliz. Pero no se puede, lamentablemente. ¡Así que es el momento de que este circo empiece!
El primer grupo de padres ingresa y la profesora les da la bienvenida. Entre ellos está mi mamá y la mamá de Marco. No tengo ni idea de quiénes sean los otros señores, aunque un señor con bigote me parece conocido.
Volteo a ver a mis compañeros, quienes están parados a mi lado, y sé que no soy la única asustada. Es la hora de la verdad, pero aún no parece real. Nos hemos preparado durante tantas semanas para esto que no sé por dónde empezar.
—Bienvenidos, damas y caballeros —comienza a decir Glenda, quien es la encargada de presentar al grupo y de manejar la computadora—. El día de hoy mis compañeros y quien les habla les hablaremos sobre...
Y entonces empieza con la introducción del tema. Cielos, ni siquiera presto atención a sus palabras. Mi mamá mira a todos suspicazmente y le susurra algo a la mamá de Marco. Por otro lado, nuestro conocido Marco intenta mantener la compostura cuando tiene que hablar frente a todos. Admito que se ve elegante y profesional, pero hay algo en él que hace que me sea imposible verlo como todo un hombre. Tal vez es porque su pie se mueve nerviosamente contra el piso o porque abre y cierra los puños. Él habla fingiendo tranquilidad, pero lo conozco tan bien que sé que solo lo hace porque quiere darse una falsa seguridad. Su mamá le está tomando muchas fotos así que no me sorprendería que se ponga rojo de un momento a otro.
Pensar en esto hace que se me escape una sonrisa, pero inmediatamente me controlo al recordar que estoy frente al público. Sé que podría burlarme abiertamente de él y hacerle pasar un mal rato, pero, si lo pienso bien, eso no me conviene. Sí, sigo muy molesta por todo lo que ha pasado, pero no soy tan rata como para hacer eso. Hasta yo tengo estándares y hacer eso en un día tan importante para él (y para nuestro grupo) sería una falta de respeto.
Voy a esperar a la fiesta de promoción. Tengo el presentimiento de que muchas cosas van a pasar ese día y lo espero con ansias.
—Ahora le paso el habla a mi compañera Andra —dice Diego al terminar de hablar y yo tengo que rápidamente volver a la Tierra.
Mis manos agarran el micrófono tan rápido como pueden y miro al público. Veo que mi mamá me está mostrando sus pulgares y que me susurra que lo voy a hacer bien. La mamá de Marco me sonríe y asiente. Oh no, siento que esto va a ir de mal en peor. ¿Y si olvido una palabra?
Miro a todos los presentes y mi mirada se cruza con la del señor del bigote. Él entrecierra los ojos y me mira como si no estuviera impresionado por mi actitud. Trago saliva y miro a mis compañeros. Todos, incluido Marco, están mirando al público por lo que tengo que armarme de valor para empezar a explicar mi parte.
Hay veces en la vida en la que me gustaría estar tres metros bajo tierra y esta es una de esas veces. Me siento juzgada por todos estos padres de familia a quienes ni siquiera conozco y siento que por primera vez la atención de demasiadas personas está en mí. Nunca me ha gustado ser el centro de atención porque es mucha presión y ahora lo comprendo. Vaya, incluso compadezco a Marco, quien tuvo que pasar por esto hace un rato.
No, no puedo dejar que algo tan estúpido como esta presentación me desanime. Si ellos quieren mirarme, que me miren porque pienso sorprenderlos.
Respiro profundamente y mis ojos se enfocan en el señor del bigote. Él me mira sin entender el por qué tengo la mirada fija en él mientras explico. En este momento solo ambos estamos en el salón de clases y me siento fuerte y decidida. Es como si fuera una entrevista personal. Él abre los ojos por la sorpresa y yo tengo que esconder mi sonrisa. Bueno, tal vez alguien lo notó. En ese momento, alejo mi mirada del señor y miro al resto del público. He recobrado la compostura y estoy exponiendo como es debido. Explico cada detalle con entusiasmo y en voz alta, para que incluso la vieja que está quedándose dormida en la última fila no se pierda de este espectáculo.
Al finalizar, inclino mi cabeza ligeramente y le paso el habla a mi compañera. Ella termina de explicar el resto del trabajo y yo sonrío, orgullosa de lo que he logrado. Sí, no ha sido tan terrible, ¿verdad?
Cuando ella termina de hablar, todos le agradecemos a los padres de familia su cordial visita. Yo miro fijamente al hombre del bigote mientras él intenta mirar incómodo hacia otro lado.
Ahora, sí, ¿verdad? ¿Decías que no te iba a sorprender?
Todos se retiran y viene el segundo grupo de padres después de cinco minutos. Miro a mis compañeros y noto que todos también quieren que esta noche ya acabe. Miro hacia el reloj y suspiro. Bueno, nos queda un largo camino.
No pasa para extraordinario en las siguientes exposiciones. Simplemente me da sueño y veo que algunos padres de familia y abuelos tienen el descaro de dormir en plena exposición. Si nosotros no podemos descansar, ¿por qué ellos sí pueden?
Cuando al fin se retira el último abuelo, cerramos la puerta y los cinco gritamos de alegría. La profesora nos mira muy orgullosa y yo soy feliz porque al fin puedo quitarme los malditos tacones.
—Bueno, ya pueden retirarse, chicos. Ha sido un placer trabajar con ustedes —dice la profesora y nos despedimos de ella.
Cruzo miradas con Marco y rápidamente ambos nos alejamos del otro. Una cosa es que esté feliz de que este trabajo haya terminado y otra muy distinta es que vaya a hablarle. No, tengo demasiado orgullo para hacer algo así. Al menos sé que después de esto no quedan más trabajos que nos obliguen a pasar más tiempo juntos.
Sí, al fin soy libre de todo lazo con él.
Cuando termino de cambiarme, me encuentro con mi mamá y ambas salimos de la escuela. Me pregunto si ahora que voy a estar en la universidad las exposiciones se volverán algo de todos los días. No sé si esté preparada para exponer en frente de un montón de extraños. ¿Y si se ríen? No sé qué tipo de gente hay en la universidad y ruego porque sean personas más transparentes y menos conflictivas que las de la escuela. No toleraría pasar más años de agonía como los que he pasado en este colegio.
—Andra, ¿quieres ir al KFC que está cerca?
Ni corta ni perezosa, asiento con mucho entusiasmo y ambas nos vamos a celebrar. Merezco comer algo rico y olvidar todas estas cosas tan estúpidas. Aún tengo mucho tiempo para preocuparme por la universidad, ¿saben? Y sé que va a ser mejor. No sé por qué, pero sé que nada podría empeorar.
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Hilo rojo del destino
Teen Fiction¿Alguna vez han oído hablar de él? Cuentan las historias que es un hilo invisible que conecta a las personas que están destinadas a estar juntas y que pase lo que pase no puede romperse. Interesante, ¿verdad? Lamentablemente, no creo en tales cosas...