Este fin de semana, pese a sus contratiempos, ha sido uno de los mejores que he tenido en mucho tiempo. El último día, ayer para ser exactos, fue un día increíble lleno de diversión, bromas y sin la tensión que provocaba el que Augusto esté en un lugar cerca de nosotros así que no pudo ser mejor.
Para mí.
Al llegar al colegio el lunes por la mañana no quiero hacer nada más que espantar a todos. Ni siquiera quería venir al colegio porque no dormí bien pero ante tanta insistencia no tuve que hacer más que morderme la lengua y obedecer. Eso no significa que no estoy de un humor de perras.
Supongo que es por eso que nadie se me acerca, lo cual es genial. Siento que alguien me observa y al mirar de reojo observo que es Marco quien me ha estado observando pero, gracias a sus ojos femeninos, se da cuenta de que lo estoy mirando y vuelve a conversar con sus amigos sin prestarme atención.
Pasan muchas horas hasta que al fin me acerco a mis amigas y me sorprende que ya sea hora de recreo. Decidimos ir a sentarnos junto a Grecia, Valery y Xiana, una amiga en común que tiene el cabello hasta la cintura. Parecen estar comiendo y charlando alegremente cuando llegamos.
—¡Pero si Naki está acá! ¡Cuánto tiempo, doctora Pedazo! —dice Valery alegremente al saludar a Dolores.
Bueno, esto requiere de una explicación. Todas tenemos apodos pero la que gana en cantidad es Lola. Para ser breve, Naki se lo di yo ya que ella me dijo una vez que detestaba a la gente "naca" por lo que no tuve una mejor idea que fastidiarla de esa forma. Y lo de doctora Pedazo... es una historia larga pero se debe a que Lola solía ver hentai y observar una parte masculina con mucha atención... creo que entienden a qué se refiere lo de "pedazo", ¿no?
Aunque para ser franca el asunto es mucho más grande y Valery es la culpable de todo. Hace años, cuando estábamos en primero, creo una historia que denominó El hospital Pedazo y, obviamente, Dolores iba a ser la doctora por su habilidad y deseo de tocar esas cosas. Grecia era la asistente si mal no recuerdo. Valery era supuestamente, y según Lola, la enfermera perra pero como la primera era la creadora de la historia decidió llamarse la directora Pedazo. Y yo... yo era la maestra pedazo porque según ellas me encanta enseñar.
Ah, Alana no cuenta porque en esa época no era aún amiga nuestra y se libró de apodos que ahora podríamos usar en su contra. Aunque lo más probable es que solo se moleste y luego se olvide y se ponga a reír. Créanme cuando les digo que esa chica se ríe de todo.
No pregunten, solo créanme ciegamente. Después les explicaré el por qué.
—¡Cállate, Beelery! —exclama Lola riendo al decir el apodo de Valery.
Explicación dos, hace un año se me ocurrió dibujar a mis amigas como animales y como Valery es pequeña y cuando era niña tenía el cabello corto que me recordaba a la abeja Maya decidí dibujarla de abeja. Desde ese momento se volvió un boom y nadie podía dejar de ver una abeja sin pensar en Valery y para hacerlo más memorable combinamos Bee, que es abeja en inglés, con su nombre y... ¡Tadá!
—Bz Bz Bz —dice ella en su extraño idioma.
—¡Changa! —exclamo yo al ver a Grecia y ella me enseña una mueca de molestia.
Explicación tres (¿cuándo terminaré?), Valery fue la que empezó a decirle "changa" ya que le recordaba a un mono azul que sale como sticker en Facebook cuando ella se molesta, o algo así. El término se volvió muy famoso hasta tal punto que creamos canciones y parábamos jodiendo a Grecia todo el día. Y todo nuestro hermoso universo se destruyó cuando Grecia le dijo a su mama y tuvimos que parar.
Aun así, yo no me rindo y de cuando en cuando le digo así, cosa que no le molesta tanto. Pero si fuera Alana entonces me mataría por dos razones: Grecia no soporta a Alana y porque Grecia odia que le digan changa tantas veces.
—Uuuu te ha dicho changa —dice Xiana, la candelera del grupo.
—¡Eh, no me digas así! —exclama mi amiga inflando sus cachetes por la molestia.
—Oh no, changa, la la la —dice Alana y empieza a cantar la canción mientras ríe como lunática.
—¡Maldita sea, Andra, la cagaste otra vez! —me reclama Grecia y no puedo hacer más que encogerme de hombros.
Las chicas nos preguntan qué hicimos el fin de semana después de hablar largo rato de nuestros apodos y hechos pasados. Junto con Alana y Lola decidimos no decirles nada acerca de la salida porque podría hacerles sentir mal y es lo que menos queremos. Además, por mi parte prefiero no mencionar los otros días del paseo excepto el domingo.
Por suerte nuestras amigas nos creen y no parece que haya sorpresas. De cierto modo me siento más relajada y puedo disfrutar de mi pan con queso mientras observo, otra vez, a Alana tirarle una bola de papel a Lola y a esta última corretearla por todo el patio.
Amigas, así son mis amigas. Y no las cambiaría por nada del mundo.
***
En estos momentos no puedo estar más relajada. Después de un día un tanto cansado he llegado a mi casa sana y salva y lo primero que hago es echarme en mi cama. Ah, no puedo no acomodarme en ella y sentir el dulce aroma a casa que me hace sentir tan abrigada y protegida bajo mis sábanas.
Podría incluso dormirme... sí, estoy a punto de cerrar los ojos.
Eso al menos creía hasta que oigo el sonido de mi celular activarse de repente. Una llamada que prácticamente contesto sin revisar antes el número de la persona.
—Hola, Andra —me saluda Augusto e inmediatamente me siento sin fuerzas.
—¿Qué quieres? —Por alguna razón cada vez que me habla me siento irritada.
—¡Pero qué modales! —Puedo escuchar su risa desde el otro lado—. Yo simplemente te saludo y tú...
—Déjate de tonterías y solo dime qué deseas.
—Bueno. —Se queda en silencio por unos momentos y luego continúa—. Ya que ahora somos amigos...
—No somos amigos —le aclaro sintiendo mi cuerpo tensarse.
—Sí, claro —me dice él ignorándome. Idiota—. En fin, y ya que hemos viajado juntos. Y no, no me interrumpas porque eso sí ha pasado. Quería preguntarte si quisieras salir mañana a pasear después de la terapia.
¿Pero se ha vuelto loco? ¿Por qué querría pasear con él? ¿Es que no ha captado todas mis directas?
—Eh, no —le digo yo sin sentir pena—. Después de la terapia siempre me siento cansada y solo quiero ir a casa. Por favor, no me llames para preguntarme esas cosas.
—Era una sugerencia —dice él sin perder el buen humor—. Además, es divertido salir contigo.
—Habla por ti.
Él ríe y continúa hablando.
—Está bien, entiendo que puedo ser un poco molesto pero eso no va a hacer que quiera dejar mi meta de lado.
—¿Y esa cuál es? —¿Qué tengo que ver yo en eso?
—Ser tu amigo —dice él y me lo imagino sonriendo desde donde quiera que esté.
—¿Por qué? ¿Qué tiene eso de especial?
—Tal vez es porque estoy aburrido y no tengo nada más que hacer o por otras razones, quién sabe —dice Augusto con una voz que es sincera.
—¿Qué? ¿Acaso te gusto o algo? Porque solo un chico con esas intenciones puede durar tanto pese a que la otra persona intenta alejarlo tanto como puede. —Es cierto, su perseverancia me asusta y sorprende.
—No, no me gustas, Andra. No eres mi tipo y, ya que estamos compartiendo confidencias, ya tengo a alguien especial en mi vida. —Wow, entonces no entiendo el por qué actúa así—. Eres divertida y un tanto difícil de tratar y creo que es por eso que me causas mucha curiosidad. En fin, hablamos luego, debo de terminar unos asuntos.
Ni siquiera me despido porque él cuelga la llamada antes. Lo que me ha dicho me ha dejado pensativa. Tal vez el que yo lo rechace tanto ha hecho que él tenga un interés tan fuerte en mí y por eso no me deja en paz.
¿Y qué tal si lo empiezo a tratar bien entonces? No, entonces él ganaría y así no es la cuestión. Solo necesito paciencia y bueno, tal vez algo de suerte para que desaparezca pronto.
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Hilo rojo del destino
Roman pour Adolescents¿Alguna vez han oído hablar de él? Cuentan las historias que es un hilo invisible que conecta a las personas que están destinadas a estar juntas y que pase lo que pase no puede romperse. Interesante, ¿verdad? Lamentablemente, no creo en tales cosas...