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¿Recuerdan cuando eran niños y les decían que todo tiene una solución? ¿Recuerdan también que en esos tiempos no sentían cosas tales como la culpa y el remordimiento? En estos momentos me gustaría volver a ser una niña que no se da cuenta de nada y simplemente se dedica a jugar.

Desearía no haber soñado con él esta noche. Ni siquiera fue un sueño, fue una pesadilla. Augusto estaba ahí, frente a mí, rodeado por la oscuridad. Estiró su mano y yo quise agarrarla pero aquello que lo rodeaba lo jaló y desapareció de mi vista. Lo interpreté como su desaparición de este mundo y por más que él no me agrade no le deseo un mal como ese.

Me desperté por eso en plena madrugada, sudosa y temblando. No pude volver a dormir después de eso pensando en que pudo haberle pasado algo. Pero no lo entiendo. ¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?

Ni siquiera estar con mis amigos me ha ayudado a olvidar este problema. Dolores me ha preguntado si estoy bien y pese a que le contesté que sí no me ha sido posible mentir bien. Me siento preocupada y ni siquiera sé si debería sentirme así.

Las chicas, Dolores y Alana, se acaban de ir para seguir estudiando para el examen de comunicación. Yo me he quedado sola en mi sitio, dibujando lo que sea que se me venga a la mente para distraerme un poco. Supongo que no es un buen día para mí.

—Oye, ¿estás bien? —pregunta Marco, acercándose por mi espalda.

No puedo fingir con él, es uno de mis amigos más cercanos así que niego con la cabeza. Él se sienta a mi lado y estoy segura de que está esperando a que le cuente lo que ha pasado.

—Lastimé a alguien y estoy preocupada por esa persona. —No quiero entrar en detalles porque es su vida, no mía.

—¿No crees que lo más sensato sería disculparse? —Me pregunta intentando no creer que hasta ahora no se me ha ocurrido.

—Sí, pero no tengo forma de comunicarme con esa persona. Realmente me siento culpable y ni siquiera es amigo mío; por el contrario, no me cae bien y aun así yo no me siento bien. —Explicarme es confuso porque mi cabeza en este momento está muy confusa.

Desearía poder hablarle y disculparme. Indistintamente si me agrada o no, es insoportable pensar que por culpa mía él está en un estado lamentable. Lo siento, quiero decirle.

—Es normal sentirse así —me dice Marco y yo evito su mirada—. Solo puedo aconsejarte que hables con esa persona y que solucionen el problema. No dejes que tu maldito orgullo se interponga, ¿está bien?

No creo que mi maldito orgullo siquiera cuente en todo esto. Aunque, en el fondo, me da un poco de miedo disculparme con ese chico. ¿Y si no acepta mis disculpas? Oh, ¿eran esta incertidumbre y tortura por las que él pasó también?

—Lo intentaré.

La profesora de Comunicación aparece en la puerta y nos ordenamos rápidamente. La profesora tiene un carácter muy especial por lo que es mejor no hacer problemas y tan solo obedecer. El examen ya va a empezar, dice ella, por lo que debemos guardar todo.

Antes de comenzar el examen miro de reojo a Marco y nuestras miradas se cruzan. En el fondo sé que él me está animando y yo no puedo hacer más que sonreírle.

***

—Estaba fácil el examen, ¿no? -pregunta Alana mientras come su alita broaster.

—Sí, tan solo nos preguntaron sobre la literatura hebrea y sobre El chivo —responde Lola, quien come de su pan con hot dog.

—Y pensar que aún no logramos terminar El chivo —digo yo poniendo los ojos en blanco.

—Sí, estamos leyéndolo desde junio del año pasado —dice Lola renegando—. Ese libro es interminable. Siento que cada vez que leemos en vez de avanzar, retrocedemos.

Nuestra plática sobre el examen y sobre el libro de plan lector es interesante pero mi mente no está por completo acá. No sé si las chicas notan que si contesto es por costumbre mas no por mi espontaneidad de siempre.

Desearía que sea jueves por primera vez para ir a las sesiones. Siento como mi pulso se acelera y como mi intranquilidad aumenta minuto a minuto. Tal vez el doctor exageró y no está tan mal, pero eso no tendría sentido ya que parecía realmente serio con lo de decía.

Admito que nunca vi a Augusto como alguien fuera de lo común. En realidad, parecía muy sano y normal aunque un tanto molesto. No creía que alguien que me parecía hecho de sonrisas pudiera padecer tanto. Aún, pese a lo que dijo el doctor, me es difícil procesarlo.

¿Qué es lo que le pasó? Mi curiosidad me está matando pero me daría mucho miedo preguntárselo. No es asunto mío y yo no soy nadie para ir e intentar averiguar algo de su vida personal.

¡Ah, desaparece de mi mente, Augusto!

—¿Andra? ¿Andra, estás con nosotras? —pregunta Lola mirándome preocupada.

—Eh, sí, es solo que me distraje. ¿De que estábamos hablando? —les pregunto intentando sonreír.

—De Ignacio. ¿Puedes creer que ya no es virgen? —pregunta Alana como si fuera algo de otro mundo.

—Hace tiempo. Somos amigos, ¿recuerdas? Aunque aun así no deja de ser perturbador.

—Muchísimo. Me imagino cómo debe de verse cuando lo hace. Su cara, sus gemidos... —No sé a dónde quiere llegar Alana pero me asusta.

—¡Asco! ¡Qué asco, Alana! —chilla Dolores mirando a Alana como si fuera una enferma.

Alana tan solo se ríe y dice que Ignacio es un asco. Es cierto que no es atractivo pero pobre, él no tiene la culpa de ser así. Y aunque tenga cara de pervertido... olvídenlo, es un pervertido, lo he comprobado.

Escucho que suena el timbre de fin de recreo y las tres nos dirigimos a nuestra fila. Observo un picaflor tomando el néctar de una flor y volando rápidamente y es entonces que, por alguna razón, me doy cuenta de cuán rápida es la vida, cómo todo cambia por una simple acción.

Es por eso, pienso mientras veo a aquella ave volar lejos de mí, que la vida es simplemente una sucesión de hechos interconectados que deben ser aprovechados al máximo. Y eso significa también que debemos tomar buenas decisiones para vivir plenamente.

Supongo que ahora mismo puedo entender un poco la belleza de la alegría en el mundo y el por qué Augusto creía que mi gusto por los sucesos tristes es inexplicable. Tal vez porque en el fondo no puedo explicar a nadie que el sufrimiento para mí embellece a las cosas.

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora