Simplemente no quiero ver a nadie. Me encierro en mi cuarto y me acurruco debajo de las sábanas, esperando que ello me haga desaparecer. No hay nada ya por lo que preocuparme, ¿verdad? Terminé todo, hice lo que siempre debí hacer y debería estar feliz, ¿verdad? ¿Entonces por qué quiero llorar?
No tomo lonche esta noche, me excuso diciendo que tengo muchas cosas que hacer y que no tengo hambre. En realidad, no hago nada más que intentar dejar de pensar en él. ¿Por qué continuo de esta forma tan patética? ¿Por qué me duele tanto pensar en él?
***
A la mañana siguiente, intento parecer tranquila, sin que nada me afecte, pero realmente no quiero ver a nadie. No importa quien sea, pero tener que conversar con alguien solo me hace sentir algo amargo en la boca. Es como un pesar que solo aumenta cuando veo que todos a mi alrededor están rebozando de alegría y yo estoy bajo una nube gris. Creo que tal vez les tengo envidia por la forma tan despreocupada y simple que tienen de vivir.
Recuerdo que tengo una práctica, pero no me importa. Solo quiero desvanecerme, desaparecer para siempre y no pensar en nada. No quiero tampoco ver a Marco, no lo soportaría. No quiero verlo sonriendo de oreja a oreja con sus amigos, riendo de sus chistes y simplemente siendo él mismo. No lo soporto, no soporto esta sensación de debilidad que tengo.
Pasan las horas y simplemente me concentro en mis cosas. Digo cosas muy puntuales a mis amigas, sin especificar nada de mi situación. La única que sabe es Lola, quien simplemente asiente y me mira con tristeza. No puede hacer nada para apaciguar mi dolor y lo entiendo.
Ignacio intenta acercarse a mí, pero yo lo ignoro y simplemente me voy. No quiero hablar con él, no ahora. Ignacio solo me recuerda a aquellos tiempos felices junto a Marco y eso es lo que menos necesito ahora. Sé que lo entenderá, al menos eso espero.
Lo mismo pasa al día siguiente. Sigo tan carismática como siempre, intentando pasar sola la mayor parte del tiempo y simplemente fingiendo leer algo si es que quieren acercarse a mí. Él único que parece no entender que no quiero ver a nadie es Raúl, quien se acerca a mi durante Historia. Estamos haciendo grupos para una exposición y yo estoy encargada de sacar las ideas principales del texto por lo que les pedí que no me interrumpieran con tonterías.
—Andra, ¿por qué tan seria?
—Porque estoy concentrada, no hay nada más —contesto secamente.
—¿Sabes? Siempre quise saber por qué ya no te hablas con Marco. Ustedes son amigos, todo lo que ha pasado simplemente...
Es en ese momento que ya no lo tolero más. ¿Amigos? Bah, ¡qué tontería! ¡Qué mentira!
—¿Por qué siempre mencionan a Marco? ¿Por qué? —Es realmente ridículo que continúen con esta estupidez—. Hay chicos mucho mejores que él, mucho más carismáticos, mucho más seguros de sí mismos, mucho más agradables, ¿entonces por qué me mencionas a esa basura? ¿Cómo pretendes que yo pueda ser amiga de alguien semejante? ¡Es absurdo! No solo es una persona patética que ni siquiera puede conseguir una chica que no sea semejante zorra, o prostituta, sino que fue humillado por una chica por confiar ciegamente en su apariencia angelical. ¿Cómo podría pensar en alguien tan ridículo y poca cosa como mi amigo? Es solo una mierda y nunca dejará de serlo.
Raúl solo se ríe, sin saber que decir ni cómo reaccionar. Veo que los que están en mi grupo me miran como si hubiera dicho algo horrible, como si no pudieran creer mis palabras. Marco, quien está cerca de nuestra mesa, solo me mira con los ojos muy abiertos, sus mejillas enrojecidas al escuchar tantas cosas.
Raúl no vuelve a preguntarme sobre el tema y yo continúo en lo mío. En mis pensamientos, entiendo que tal vez no fue lo mejor dejarme llevar por mis sentimientos, pero quería lastimarlo, aunque sea un poco. Quería que él sintiera lo que lo he sentido durante todo este tiempo, ese rechazo y esa tristeza que provoca.
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Hilo rojo del destino
Ficção Adolescente¿Alguna vez han oído hablar de él? Cuentan las historias que es un hilo invisible que conecta a las personas que están destinadas a estar juntas y que pase lo que pase no puede romperse. Interesante, ¿verdad? Lamentablemente, no creo en tales cosas...