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A la mañana siguiente, todo parece volver a la normalidad. La fantasía va desapareciendo y me veo obligada a volver a mi terrible realidad. Tengo que estudiar y prepararme para la prueba integrada que es mañana. No puedo seguir pensando en tonterías.

Mientras leo mi libro de historia, Ignacio se acerca a mí de repente y yo ya estoy preparada para espantarlo. Realmente no quiero verlo y mucho menos hablar con él.

Andra, ¿estás de mejor humor hoy? ¿Hablaste con Marco?

Realmente intento ignorarlo, pero es muy difícil.

—Solo dímelo, Andra. Háblame como siempre. Somos amigos.

Lo ignoro.

—¿Por qué estás así?

Ya no puedo.

—¿Sabes por qué? —le respondo—. Porque ya no te soporto. Odio que me hables de un tema que detesto. Odio ver tu maldita cara todos los días preguntándome por ese imbécil. Odio verte. Entiéndelo, te odio tanto como odio a todas las personas de esta maldita escuela. ¡Vete al diablo!

Estoy tan molesta que simplemente agarro mi libro y me voy. No me importa si la gente empieza a comentar sobre lo que acaba de pasar. Tampoco me importa que Ignacio se sienta mal. ¿Acaso a él le importo hacerme sufrir con sus preguntas e insistencias? Lo único que quiero es que me deje en paz de una buena vez.

***

—No debiste ser tan dura —dice Lola mientras Alana continúa hablando con las otras chicas—. Es un tarado, pero realmente lo hiciste polvo. Aunque se lo merece por idiota.

—Me llega —le digo y continúo comiendo—. Solo quiero que se esfume. No me importa.

—Ah sí, Andra, ¿escuchaste los rumores? —nos interrumpe Alana—. Dicen que Fanny terminó con su flaco. Mejor dicho, dicen que él terminó con ella. ¿No has visto su cara?

Alana se empieza a reír y tengo que admitir que saber que eso ha pasado es música para mis oídos. Fanny es horrible y realmente no me agrada. Además, merece un poco de karma por las cosas malas que ha hecho.

—Dicen que su exflaco ahora está con la que es su mejor amiga —nos comenta Alana—. Fanny debe de estar destrozada.

Pero pese a que es muy interesante, realmente no me importa Fanny y su vida amorosa. Si supiera como está la mía, ella bailaría como un mono. Así de ridículo.

***

Cuando llego a mi casa, veo que tengo no sé cuántos mensajes de Ignacio. ¿Acaso no puede parar? Necesito estar sola. ¿Por qué no lo entiende?

—Andra, hablemos -leo en voz alta—. ¿Por qué dices que me odias? ¿Por qué me ignoras? Andra, somos amigos. No me odies, por favor.

Realmente necesita entender a respetar mi espacio personal.

A: Simplemente olvídalo. Solo quiero estar sola.

Él contesta al instante.

I: Andraaa, por qué? Q pasa?

A: No quiero hablar con nadie, entiéndelo.

I: Por q me odias?? Dimelo, por faa

Suspiro e intento calmarme.

A: Porque estás arruinando mi vida. Haces todo mal.

I: Q?? Yo? Como?

A: Porque me haces recordar a alguien.

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora