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Lastimosamente, Matías no pudo asistir a la sesión del día martes por lo que no hubo un progreso entre esos dos. Por otra parte, Augusto y yo volvimos a pasar tanto tiempo como antes y, malo o bueno, lo he disfrutado. Quitando el hecho de que el 70% del tiempo para molestándome, es... divertido. Pero solo eso, es como un payaso, bueno, no tan horrible pero... ¡un mimo! Creo que esa es una buena representación solo que es un mimo inusualmente ruidoso y jodido.

Y todo lo que he dicho no tiene sentido. Premio a la estupidez del día, Andra.

Creo que me siento un poco extraña. Creí que volver a hablar con Augusto sería un castigo divino, pero, en realidad, me ha gustado. Pero no sé si eso es bueno o malo. Tal vez debería hablar de esto con Lola, quien está a mi lado dibujando alguno de esos vestidos que tanto le gustan.

—Oye, Lola, ¿te puedo preguntar algo?

Lola levanta la mirada y sus ojos cafés me miran como si se hubiese despertado de un largo sueño. Parece aletargada y puedo ver ojeras bajo sus ojos por lo que antes de preguntarle cualquier cosa le pregunto algo que creo que es más importante.

—No has dormido bien, ¿no? ¿Hasta qué hora te has quedado despierta anoche?

—Tres —responde ella y se encoge de hombros—. ¿Qué? Me quedé leyendo un fanfic de Ambreings y no pude cerrar los ojos hasta terminarlo. ¡Y la pinche de la autora aún no ha actualizado la siguiente parte! Es el capítulo final y todas las fans estamos esperando a que la pinche se apresure.

Ella habla con una vehemencia y emoción que solo tiene cuando habla de fanfics. Al terminar, vuelve a su estado natural y me pregunta, mirándome con curiosidad, lo siguiente.

—Pero eso no es lo que en realidad querías preguntarme, ¿no? Vamos, dilo.

—¿Eh? ¿Acaso ahora no puedo preocuparme con mi amiga?

Ella pone los ojos en blanco y frunce los labios.

—Solo dilo.

—Ya —respondo y me siento incómoda de repente—. ¿Sabías que discutí con Augusto, no? —Ella asiente y continúo—. Bueno, nos amistamos nuevamente pero es por una razón...

—No me digas que estás planeando una estúpida venganza. —Al ver mi rostro culpable, ella golpea su frente con su mano—. ¡Ay, Andra! ¿Ahora qué harás?

—Lo que pasa es que hay un chico que está interesado en Augusto y creo que puedo ayudarlos. O sea, yo no sé si él es gay pero siempre hay una posibilidad —le digo con una sonrisa satisfecha.

—Umm yaoi —dice ella y se ríe—. Okay no. Pero, ¿está segura de que hay una posibilidad? Porque hasta donde vi no creo que sea gay. Aunque sería genial si lo fuera.

—¡Qué importa! Si es gay entonces lo habré ayudado. Y si no lo es... yo me habré divertido mucho con su reacción. De cualquier manera, no tengo nada que perder.

—Tal vez deberías pensarlo mejor...

—¡Ya lo pensé! Y tú me vas a ayudar —le digo con una sonrisa malévola y ella abre los ojos, perpleja.

Le cuento mi plan de acercarlos inocentemente. Oh, creo que aún no he compartido el plan con ustedes del todo. Quiero que ambos interactúen más y que se conozcan más y más y entonces, cuando Augusto se sienta en confianza, Matías hará lo suyo y lo llevará a un sueño sin fin.

—¿Qué? —pregunta Lola, pasmada y algo molesta—. ¿Cómo que vas a emborracharlo?

—Es solo una idea, pero es obvio que te necesito para eso...

—No, no, no. No pienso ayudarte y hacerle eso. ¿Es qué como crees que se va a sentir cuando sepa lo que harás? ¡Es prácticamente ir contra su naturaleza! ¡Es abuso! —Ella parece histérica en este momento y unas personas nos miran como si fuéramos locas.

—Relájate —le digo y ella se cruza de brazos—. No es abuso porque no voy a hacer que se acueste con él. Pero si quiero ver cómo reacciona ante los estímulos. Así que deja de mirarme con esa cara y solo dame tu apoyo como siempre, ¿está bien?

Lola me mira con desconfianza y antes de irse a su sitio me dice.

—Espero que Augusto logre perdonarte.

Pasan las horas y ahora estamos en Tutoría. Lola no ha querido hablar conmigo porque sigue asimilando lo que le he dicho por lo que en este momento está decorando el salón con Alana. En dos semanas va a empezar el mes mariano por lo que la tutora quiere que nos pongamos las pilas y empecemos a decorar el salón.

En este momento estoy en la esquina del salón, al fondo, cortando periódicos. Estaba disfrutando este tiempo a solas cuando de un momento a otro vino Ignacio. Por suerte, apareció Marquito y después de una conversación un tanto extraña, Ignacio se fue. Ahora solo estamos Marco y yo.

—¿Estás bien? Pareces un poco callada el día de hoy —me pregunta Marco mientras agarra las tijeras.

—¿Acaso tengo que ser un ave parlanchina todo el tiempo? —le pregunto e inevitablemente me río.

—No, no es a lo que me refería. Solo que sueles hablar más y estar más alegre. No tanto como Alana porque eso no sería normal pero ya sabes... es por eso que pensé que algo podía haber pasado.

Sonrío y me quedo un momento en silencio. Las tijeras que tengo en mi mano no son mías, se las pedí prestadas a Alberto y como él está practicando en el coro me las dio. Y él que está frente a mí es Marco, por quien siento algo que aún no entiendo. Y el que está en mis pensamientos, por el plan malvado, es Augusto.

¿Pero qué está pasando?

—Es solo que es muy curioso...

—¿Qué? —pregunta Marco y me mira, sus pestañas largas son muy visibles en este momento.

—Tres personas conectadas en este mismo instante y ni una de ellas sabe que lo está. Ni siquiera saben que el otro existe. Me parece curioso cuán extraño ha sido esto, pero me gustaría saber qué es lo que me prepara el destino. —Él no parece comprender y no espero que lo haga. ¿Qué es lo que está destinado a ser? ¿Cuál va a ser mi futuro? A veces me pregunto eso y no tengo idea de la respuesta. Siento que soy la única persona preocupada por saber qué es lo que me depara el destino y entender el motivo.

—Yo también siento eso —dice Marco y yo lo miro, sorprendida—. ¿Sabes? Siempre me he preguntado qué pasará en el futuro. Es tan incierto y nosotros no tenemos idea de lo que pasará en nuestras vidas. Es aterrador y aun así quiero saber qué pasará. Pero antes de preocuparme tanto por ello debo de verificar que mi presente sea bueno. Es por eso que he aprendido a no preocuparme tanto por el futuro y en su lugar vivir mi presente ya que sé que Dios me va a proteger y guiar.

—Es posible que tengas razón, bueno hasta la última parte —le digo con sinceridad—. No sé si Dios existe en realidad, pero si ese fuera el caso me gustaría preguntarle qué será de mí en unos años. ¿Ingresaré a la universidad? ¿Tendré un novio este año? ¿Alguien me amará? ¿Podré vivir y no mirar atrás y arrepentirme de mi vida?

Marco está en silencio y coloca su mano en mi hombro. Aunque su mano está sobre mi polo de educación física, puedo sentir su calor en mi piel, lo que me hace temblar. Su rostro está frente al mío y en sus ojos me veo reflejada.

—Sea como sea el futuro, tienes que vivir tu vida plenamente. Eso es lo que aprendí en confirma y lo que aprenderás a partir del domingo. Así que deja de pensar en esas cosas, dudas, y tan solo vive.

Él me sonríe, una sonrisa tan pura como él. Aún no sé cómo no me pude dar cuenta pero pese a que nunca lo he visto como un chico atractivo y, peor aún, alto, en estos momentos que puedo verme en él puedo admitir que es muy bello. Creo que sus palabras lo han embellecido para mí, y espero que él también pueda verme de esa forma, aunque sé que es un sueño imposible.

—Lo espero con ansias y miedo. Pero sé que estaré bien —le respondo y le sonrío.

Hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora