Hermione estaba sentada a la mesa de su escritorio. Los deberes de Hechicería le parecían hoy bastante aburridos y no era capaz de concentrarse en ninguna de las letras. Llevaba así largo rato, mirando fijamente el pergamino sin darse cuenta de que en realidad no lo estaba leyendo. Su mente estaba lejos de allí, en la habitación en la que había estado ayer mismo, en donde descansaba una leona pelirroja que se había percatado de un desamor.
Si se paraba a pensarlo, la verdad es que era muy curioso. En realidad las dos acababan de pasar por lo mismo. Ginny y Harry, Hermione y Ron... ¿qué diferencia había? Bueno sí, existía una diferencia bastante importante: Harry y Ginny se habían amado con locura, en cambio, Ron y ella.... no.
Hermione siguió contemplando el pergamino sin ser consciente de la velocidad con la que transcurría el tiempo a su alrededor. Cuando quiso darse cuenta, ya era de noche.
- ¡Las diez y cuarto! – exclamó la chica sobresaltada, observando su reloj de pulsera - ¡Me he perdido la cena!
La leona suspiró un instante. Bueno, ¡qué se le iba a hacer! Ya comería algo mañana en el desayuno. En ese momento no le quedaba más remedio que acabar de una vez los deberes e irse a la cama.
La puerta de la torre se abrió tan solo un rato después, a las diez y media...
- ¿Aún haciendo deberes? – preguntó Draco sin detenerse demasiado.
- Sí – Hermione procuró poner tono de indiferencia.
El Slytherin dejó sus libros sobre la mesa y observó el pergamino casi en blanco.
- ¿Acaso no tienes vida propia?
Las palabras fueron dardos hirientes, como siempre, pero Hermione seguía impasible. Estaba aprendiendo a dominar la situación, a estar por encima de él.
- ¿Qué quieres decir? – continuó con su inmutable tono de indiferencia.
El chico se paró un instante en seco y se volteó nuevamente para mirarla.
- Quiero decir que no haces nada divertido. Que eres una aburrida que sólo vive para hacer los deberes y darle clases particulares a los zopencos de sus amigos.
Los ojos de Hermione se tornaron fríos, sin vida; sabía que el Slytherin tenía razón.
- ¿Y qué si fuera así? – le sostuvo la mirada, desafiante - ¿Acaso te importa?
Malfoy sonrió ligeramente. Este era un tipo de discusión nueva: aún no habían llegado a los insultos y la chica no reaccionaba de la forma habitual a sus desagradables comentarios.
- A mí no – respondió sin darle importancia – Pero a ti seguro que sí.
La leona le sacó la lengua. No iba a entrar en su juego, sólo lo justo y necesario para demostrar que ella también era fuerte. Se estaba volviendo una luchadora, un espíritu indomable.
Draco volvió a sonreír.
- Reconócelo Granger – empezó – Seguro que lo has pensado más de una vez. Se aprovechan de ti, de tu... inteligencia – recalcó la palabra – Y tú se lo permites a todo el mundo. Pierdes parte de tu tiempo libre en ayudar a gente que podría esforzarse por ella misma, pero ¡claro!, es mucho más sencillo que venga la empollona de Gryffindor y les haga los deberes.
Hermione permanecía callada. Quería contestarle, pero había un problema: de momento, todo era verdad.
- ¿Y qué me sugieres?
El rubio abrió los ojos como platos y se la quedó mirando, sorprendido.
- Entonces, ¡¿reconoces que es verdad?!
La leona no contestó.
- ¡Aix! – el chico suspiró – Pues supongo que deberías aprender a decir lo que piensas y no decir siempre que sí. Apuesto a que no sabes decir que no.
- ¡Claro que sé! Todo el mundo sabe decir que "no" – se cruzó de brazos algo ofendida.
- Bien, digamos que Harry te pide ayuda para un examen... - empezó.
- Lo ayudaría – afirmó la leona rotundamente.
- No había terminado – la fulminó el Slytherin – Decía, que Harry te pide ayuda, pero tú mañana ya tienes dos exámenes muy complicados y necesitas estudiar.
- Pues le haría un hueco. No puedo dejar que suspenda.
- ¡Mec! ¡Error! – se mofó – Ahí está el problema.
Hermione se cruzó de brazos. ¡Eso era absurdo!
- ¿Es que no lo ves? Has dicho que no puedes dejar que suspenda, pero es que no es de ti de quien depende si suspende o no, sólo de él.
- Sí pero, si yo no le ayudara, él...
- Sigues en las mismas. ¡Que se apañe! Es su vida y no la tuya – la miró con entusiasmo – Diviértete y deja de ser la niñera de tus amigos, y deja de ser una come libros sabelotodo.
Granger reflexionó un instante.
- Tú lo que quieres es pasarme de notas este curso.
Malfoy comenzó a reírse abiertamente. ¿De verdad Hermione estaba tan confundida?
- No necesito que tú te relajes para superarte – se mofó – Siempre hemos estado en competencia y , a veces, te he superado.
Ella volvió a sacarle la lengua.
- Gracias por el consejo, pero no creo que necesite de tu "amabilidad".
- Como quieras. Yo sólo te he dicho la verdad, pero si tú te niegas a escuchar...
Cuando Hermione se quedó sola en la sala de estar, se planteó seriamente lo que aquel engreído le había dicho. ¿Era una empollona? Está bien, sí, eso era verdad, pero no le importaba en absoluto. Le preocupaba más saber si sus amigos se estaban aprovechando de ella. ¿Sería verdad? ¿Tendría Malfoy razón? No, claro que no. Sus amigos le daban las gracias por su ayuda. A veces incluso le hacían regalos. Pero sí tenía razón en una cosa: ella siempre les hacía un hueco, fuera como fuese y pasara lo que pasase. Siempre les decía que sí. No podía negarse. No quería defraudar a nadie. A lo mejor, sólo lo hacía por tener más amigos, por no sentirse marginada por ser la más lista, por no ser envidiada, sino querida. Lo que la leona no sabía es que, tal vez en un principio sí era marginada y envidiada, pero hacía mucho tiempo que no, que sus compañeros le estaban agradecidos por ser una de las mayores heroínas de la historia, por haberlos ayudado siempre, por ser simpática, una buena ayuda. La querían por ser una buena persona...
El reloj de cuco de la sala común marcaba las once y media de la noche. Hermione se levantó sin hacer ruido para asegurarse de que Malfoy no notaba su ausencia.
Se puso unos vaqueros oscuros y una camiseta del mismo color. Se anudó bien las zapatillas y, cogiendo su varita y una cuerda, salió a hurtadillas por la ventana de su torre que daba a la parte de atrás del jardín del castillo. Era hora de conocer al autor de la carta de los Mortífagos: el misterioso A.L.S.
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Lo dicho en el capítulo anterior: que siento mucho haber tardado tanto, pero he tenido tantos trabajos y cosas de clase que no me ha quedado más remedio que dejar Wattpad unos días, pero ya estoy de vuelta. Aquí tenéis los dos capítulos nuevos y el domingo publico el siguiente. ¡Buen finde! <3
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La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]
FanfictionDespués de la caída del Señor Tenebroso, Hermione y el resto de sus compañeros tienen la oportunidad de regresar a Hogwarts y terminar el curso que les fue interrumpido. Draco y los Slytherins también han regresado, pero ahora Draco ve a Hermione co...