Capítulo 49: Un enemigo para Malfoy (1/2)

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El lunes, después de las clases, Hermione fue a sentarse a la mesa de Gryffindor, abatida todavía por haber mentido a sus amigos y al director, cansada de las clases y todavía con algo de dolor de cabeza por los efectos de la copa, que parecían estar durándole algo más de lo normal. Nadie, salvo el ministro de magia, había dudado de su inocencia en ningún momento y eso la hacía sentirse todavía más culpable, porque ella sí conocía a Dulluck, sí trabajaba con él y sí lo estaba ayudando.

Hermione cerró los ojos y se frotó las sienes. Se obligaba a repetirse que lo hacía por salvar el mundo de nuevo, que todo estaba bien, que lo lograría. Sin embargo, el peso de la misión comenzaba a ser demasiado duro para soportarlo sola, y el sólo pensamiento de que pudiera flaquear la estremecía.

«Sé fuerte. Sé fuerte», se repetía mentalmente, tratando de aparentar normalidad.

Ginny la miró con ternura.

- Me alegro de que por fin vuelvas a ser tú, Herms. Sin bailes, ni disfraces, ni chicos misteriosos, ni copas traicioneras.

Hermione sonrió agradecida.

- Yo también me alegro.

Un chico moreno pasó en ese instante por al lado de las dos leonas.

- Hola Granger, hola Weasley – dijo saludando también a la pelirroja – Hermione, acuérdate de que hoy habíamos quedado. Te espero a las cinco en la puerta.

- ¡Ah, sí, es verdad! – exclamó algo avergonzada. No se acordaba de la quedada – Allí te veré – y lo despidió con la mano.

- Mmm...je je je – se burló la pelirroja entre risas – ¿Habéis quedado? – y volvió a reírse maliciosamente.

Hermione le sacó la lengua.

- No seas mala, Ginny. No te burles – y empezó a reírse también.

- ¿A dónde iréis?

- Pues creo que me dijo que quería volver a pintarme. Ya me hizo un dibujo el otro día. Es muy bueno, la verdad. ¿Quieres verlo?

- Vale – aceptó entusiasmada.

En cuanto acabaron de almorzar, las dos muchachas recogieron sus cosas y se apresuraron hacia la torre que Hermione compartía con el Slytherin.

La Weasley se sentó en una de las butacas de la sala de estar de Hermione. Era el sillón más cómodo, pero también el de Malfoy.

- Si me viera, se enfadaría – rio divertida.

- Seguro – confirmó Hermione, también entre risas. En el fondo, hacer enfadar a Draco también la divertía. Era ya casi una costumbre.

Hermione se dirigió a su cuarto a por el dibujo que Dean había hecho de ella. Al cabo de unos instantes, se oyó un fuerte grito y un gran estruendo en el piso de arriba. Ginny se levantó del sillón y subió corriendo a ver qué ocurría.

- ¡Hermione! ¡¿Qué ha pasado?! ¿Estás bien?

La habitación que compartían Draco y Hermione estaba en orden, pero del armario salía una gran montaña de periódicos que caían sobre la pobre Hermione. La chica consiguió salir como pudo y contempló horrorizada el montón de papel que inundaba el cuarto.

- ¡Pero qué narices...! – empezó, pero su amiga la interrumpió.

- ¡Mira, Herms! ¡La fecha! Son de hace dos días.

Guardaron silencio un instante, pensativas.

- ¡¡Los periódicos desaparecidos!! – sentenciaron al unísono – Pero ¿por qué están aquí, en tu armario? – continuó la Weasley.

La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora