Capítulo 56: Echándote de menos (1/1)

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Hermione estaba preparando su equipaje en silencio, pensativa. Ya era la tarde del día siguiente y no quedaban muchas horas para que el sol se pusiera.

La tarde anterior había sido intensa: charla sobre chicos con sus amigas, confesiones, risas y... revelaciones sobre Mortífagos. Había sido un suceso accidental, algo que no debía haber pasado, pero que había ocurrido. Y ahora ya no había secretos entre ellas.

De repente, parecía como si hubiera vuelto a su antigua vida: luchaba contra los magos oscuros, no tenía secretos con sus amigos y... No, no era cierto. Harry y Ron seguían sin saber nada de Ángel, ni de Draco, ni del malvado plan de Lucius, ni de los que habían entrado en el castillo para robar el libro del cáliz. ¿Cuántos secretos les ocultaba a sus dos mejores amigos? ¿Por cuánto tiempo?

En ese momento, un rostro le vino a la mente y Hermione se encogió de hombros: Dean Thomas. Su cita tuvo que ser aplazada un día, así que esa misma tarde se enfrentaría a lo que fuera que el joven tuviera que decirle. Suspiró. Casi le daba más miedo esa situación que la peligrosa misión que tenían entre manos.

«Aún no sé qué decirle», pensó, intranquila. «¿Y si se rompe nuestra amistad por esto? ¿Y si deja de hablarme?».

- ¿Haces las maletas? – una voz la llamó desde la puerta y la chica se volvió. Hacía días que no sabía nada de él.

Un apuesto rubio estaba apoyado de forma sensual en el marco de la puerta. Era su postura habitual, pero a Hermione le parecía cada vez más sexy. Así era él; seductor, impredecible. Pero su aparición no hizo más que llenar de dudas a la leona.

- No, sólo recojo algunas cosas – respondió secamente. Necesitaba darle la menor importancia al asunto para que el Slytherin no sospechara de lo que se trataba. Sin embargo, Draco notó que algo no iba bien y se puso tenso.

Por su parte, Hermione cavilaba rápidamente. Ahora no sabía cómo actuar ante ese chico. Hacía tan sólo unos días lo había visto completamente desnudo, se habían besado, se habían tocado, se habían hecho lo que nadie les había hecho en sus vidas, algo intenso, algo profundo, movido por un deseo irrefrenablemente adictivo..., pero la tarde anterior... la tarde pasada todo había cambiado. Hermione había descubierto su varita perdida en el cajón de Draco y eso sólo podía indicar una cosa: traición.

Se había negado a aceptar esa conclusión. ¡Era imposible que Draco volviera a estar en la Orden! ¿Pero qué alternativa a creer tenía? ¿Pensar que Ángel era un mentiroso? ¿Que le había mentido sobre Draco? ¡Quién sabía! Creer algo así le daba mucho más miedo. En ese momento no podía fiarse de nadie, y no tenía ganas de añadir también el nombre de Ángel a la lista. Quería creer al menos en una persona, al menos en una; aunque, en el fondo, deseaba que hubiera sido Draco esa persona leal. Lástima que las serpientes prefieran morder a amar.

«Y sin embargo... siente algo por mí. Le gusto mucho».

Una parte de Hermione seguía aferrándose a esa noche tan especial que habían pasado. Él había dicho que la deseaba, había demostrado estar celoso de otros chicos que se le acercaran. ¿Todo era fingido? ¿Era todo mentira?

«Me pongo mala sólo de pensar que ha sido todo un juego para destrozarme. Yo le quiero».

Draco seguía apoyado en el marco de la puerta y la miraba hacer y deshacer con curiosidad. El pelo de Hermione flotaba sobre sus hombros como un vestido de gasa sobre el suelo y los rizos le enmarcaban su bonito rostro. Al chico le brillaban los ojos.

Hermione dejó un segundo de colocar cosas y lo miró directamente a la cara.

- ¿Por qué has venido a mi habitación, Malfoy? ¿Buscas algo?

La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora