Habían pasado unas dos semanas desde la visita de Hermione a la enfermería. Todos los alumnos habían retomado sus clases y empezaron a ponerse al día, pues dentro de un mes se acababa el curso y estaban apunto de empezar los exámenes finales.
En ese tiempo las cosas habían vuelto a la normalidad. Ginny y Harry salían por las tardes a dar una vuelta por los alrededores o iban a comprar a Hogsmeade. Ron y Lavender se pasaban los fines de semana por la ciudad o salían a pasear con sus amigos. Incluso Luna volvía a ser la sonriente y alocada chica de siempre. De la mano de Neville, surcaba los pasillos buscando extrañas criaturas que, según ella, le habían robado los zapatos. Todos parecían muy felices, pero Hermione aún tenía varios asuntos que atender, empezando por Dean.
Había estado evitando al chico durante esas dos semanas. Tenía miedo de lo que fuera a pasar entre ellos después de lo que había vivido en el bosque. Todo el mundo en el castillo sabía ya lo que Draco había hecho por Hermione y el beso que ella le había regalado después. Aún no había hablado de eso ni con el uno ni con el otro y se sentía asustada por cómo iban a reaccionar, después de todo, tampoco tenía claro lo que sentía Draco. Desde que se había recuperado, la había estado ignorando y a todas horas iba acompañado de Pansy como si fuera un perrito. Si sentía algo, ¿por qué no se le declaraba oficialmente? ¿Por qué la torturaba así con su supuesta indiferencia?
Dean apareció por un pasillo, llevando sus libros en la mano. Hermione se quedó petrificada. No se esperaba encontrarlo justo en ese instante, pero ya no podía huir más de él. Debía enfrentarlo.
- Hola, Dean – saludó tímidamente.
- Hola – le respondió él.
- ¿Te apetece una vuelta por los jardines?
Dean pareció dudar. Cualquier atisbo de amabilidad en él se había convertido en sequedad.
- Está bien – aceptó – Te veo en un rato – y se marchó por donde había venido.
La leona subió un instante a su torre para cambiarse de ropa y dejar la mochila. Todo el asunto de Dean la aterraba. Le costaba tanto rechazarlo abiertamente... Y él no le ponía fáciles las cosas. Era evidente que se sentía dolido por lo que había pasado entre Draco y ella, ¿pero qué podía hacer? Nadie elegía de quién enamorarse. Y precisamente por eso, Hermione tampoco podía culparle.
Hermione se cambió con rapidez y salió de su habitación. Cuanto antes hablara con Dean, antes solucionarían el problema. Pero cuando bajaba las escaleras hasta su sala común, ahí estaban: Draco y Pansy sentados en el sofá, muy cerca el uno del otro.
«¡Genial! Otra vez juntitos», pensó con rabia, pero intentó serenarse antes de que notaran su presencia.
En realidad, los dos Slytherin no estaban haciendo nada malo, pero Pansy no hacía más que pegarse al rubio como una lapa e intentaba colocársele encima entre risitas tontas y halagos ridículos, cosa que Draco trataba de evitar.
- ¡Ay, Draquito! ¿Cómo puedes estar tan en forma después de haber estado tanto tiempo en la enfermería? Me impresionas. Tu cuerpo tiene que tener truco. ¿No me lo cuentas?
La leona puso los ojos en blanco y pasó por su lado como si no pudiera verlos y ellos tampoco dijeron nada. Siguió hasta la puerta y, antes de abrirla, se giró un último instante: Pansy y Draco se estaban besando.
«¡Maldito hurón! ¡Maldita bruja!».
Hermione se indignó. Cerró la puerta de un portazo y se marchó a los jardines, con las lágrimas a punto de brotar, pero se mantuvo inquebrantable y no derramó ni una sola, aunque lo deseaba de veras.
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La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]
FanfictionDespués de la caída del Señor Tenebroso, Hermione y el resto de sus compañeros tienen la oportunidad de regresar a Hogwarts y terminar el curso que les fue interrumpido. Draco y los Slytherins también han regresado, pero ahora Draco ve a Hermione co...